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El Observatorio Venezolano de la Violencia, dirigido por Roberto Briceño León y asistido por expertos de 10 universidades, acaba de dar al país la buena noticia de que, comparado con 2020, disminuyó el número de muertes violentas este año en Venezuela.

Esa es una información que debería alegrar a los ciudadanos, y sin duda en el fondo lo hace. Este año solo se contaron 11.081, en comparación con los 11.891 de 2020. Sin embargo, sigue representando una cifra importante que solo se compara con Honduras en el continente.

Venezuela sigue figurando como uno de los países más violentos de Latinoamérica con una tasa de 40,9 muertos por cada 100.000 habitantes. Y lo más triste es que los especialistas, como Briceño León, afirman que la pequeña disminución en la cifra no se debe a la puesta en marcha de alguna política que contrarreste la delincuencia, sino a circunstancias como la dolarización abierta, que ha cambiado la “oportunidad del delito”.

Mención aparte merece el efecto que ha tenido el control de las bandas en ciertas zonas de Caracas. De alguna manera, estas organizaciones influyen en los asesinatos indiscriminados pues imponen sus reglas tanto a la población como a sus integrantes. No hay que olvidar que durante 2021 ocurrieron verdaderas guerras en el oeste de la ciudad entre las fuerzas de seguridad y los delincuentes, y ganaron los últimos.

A cualquier gobierno respetable le daría vergüenza que se supiera que la pequeña disminución del número de muertes violentas no se debe a su acción sino a las circunstancias. Sin embargo, cuando se habla de los chavistas, lo más seguro es que les tenga sin cuidado, o lo que es peor, que se adjudiquen esta pequeña “victoria”.

Pero no hay que olvidar que la impunidad y la casi inexistencia del sistema de justicia son la verdadera razón para la proliferación de la delincuencia. Son números que hay que tener en cuenta. Hubo 3.112 homicidios, 4.003 que están en investigación, 2.332 que se resistieron a la autoridad y por primera vez incluyeron la cifra de “desaparecidos” porque observaron un aumento importante, un total de 1.634.

El país se desangra mientras los policías cobran un sueldo que no les alcanza sino para 11% de la canasta básica. ¿Cómo esperan que los agentes combatan a los delincuentes mejor armados y sin hambre como ellos? Eso es tarea directa y responsabilidad exclusiva del gobierno, pero prefieren hacerse los locos y con eso parecieran los primeros promotores de la violencia.


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