El gobierno de Pedro Castillo ha estado caracterizado por muchos puntos negativos. Su relación con las demás fuerzas políticas y con las instituciones de control político ha sido la de una guerra de baja intensidad. La oposición quiso vacarlo, pero Castillo se libraba porque sembró infantiles infiltrados en las bancadas no oficialistas. Por otra parte, la Fiscalía se va acercando al presidente de a pocos, sin dar aún la estocada. La batalla final está cerca. Según los expertos en la materia, al pedido de detención preliminar de su prófuga cuñada, Yenifer Paredes, le seguiría la primera dama, Lilia.

La imagen de una primera dama en funciones en prisión sería inaudita.

Benji Espinoza, abogado del presidente, dijo hace algunos días que ellos emplean en esta lucha política la estrategia del “arte del engaño”, citando mal a Sun Tzu. El mensaje a la nación que dio el día de ayer es muestra de ello.

Castillo cree que se enfrenta a una conspiración para sacarlo del poder. No cree que sea una coincidencia que se pida su inhabilitación en el Congreso a la par que se hacen pesquisas fiscales en Palacio de Gobierno. Está convencido de que un grupo oculto opera para “quitarle al pueblo su gobierno”. Y sí, es evidente que hay grupos que quieren sacarlo del poder desde el primer día, pero si estuvieran tan confabulados como sugiere el presidente, él ya estaría fuera de Palacio hace meses.

Castillo está asustado y pasa a la ofensiva. Primero atacó a la oposición y a la prensa en su mensaje a la nación en las fiestas patrias. Luego, quiso ganar tiempo con el cambio de gabinete, medida que en este punto es tan inútil que ni siquiera pudo encontrar un recambio a su premier. Está cada vez más solo.

Castillo cree que la prensa, la oposición y la Fiscalía quieren dar un golpe de Estado contra un gobierno elegido democráticamente. Basa toda su defensa en la legitimidad de origen que le dieron en las urnas. Esa legitimidad se perdió largamente en el ejercicio y las encuestas lo señalan. No solo por gobernar mal, sino por los serios indicios de corrupción que se le investigan. Pero eso no le importa, le importa la permanencia en el poder a toda costa. Por eso sigue infiltrando el Estado y obstaculizando toda investigación.

El congresista de oposición, Diego Bazán, dijo el día de ayer en el diario Expreso que ya se tienen los 87 votos para la vacancia. Esta aún no está lista, mas sí lo está el pedido de inhabilitación. Llegó el momento de las definiciones.

La Comisión Permanente debe votar la inhabilitación a la brevedad y la presidente del Congreso, Lady Camones, debe llevarla a pleno cuanto antes. Es menester no solo intentar su inhabilitación, sino que, si se pierde, se estaría midiendo nuevamente las fuerzas del Ejecutivo en el Congreso. Esa información es valiosa. Así sabremos si la batalla final estará solamente en manos de la Fiscalía o si el Parlamento por fin hace el trabajo que lleva meses sin realizar.

Cuando el escenario de máxima confrontación llegue muy pronto, se abre una caja de pandora en que lo extraconstitucional estará sobre la palestra. Castillo no va a emprender una transición por cuenta propia, aunque se cae de madura. Ante su situación, ya la habría emprendido. Va a llevar su desgobierno hasta los extremos de la sobrevivencia, jugando todas las cartas. Lo dijo claramente el almirante Giampietri. Este gobierno, probablemente, caerá con derramamiento de sangre. Estamos advertidos.

Artículo publicado en el medio peruano El Reporte


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