Allí, en ese mismo sitio, desde hace un poco más de medio siglo, cada año se reúnen alrededor de 2.000 personas, entre políticos, empresarios, intelectuales y periodistas, parte muy importante del liderazgo que gobierna a los 8.000 millones de terrícolas que habitamos el planeta. Como seguramente adivinará el lector, me estoy refiriendo a la reunión del Foro Económico Mundial, que tiene lugar en Davos, una pequeña ciudad ubicada en los Alpes Suizos, perpetuada por Thomas Mann en La montaña mágica, su magnífica novela editada en 1924.

“Crear un futuro común en un mundo fracturado”, es la frase distintiva que dibuja el propósito del encuentro. Se muestra, así, una perspectiva positiva sobre la posibilidad de construir un porvenir incluyente, pero sin ignorar la existencia de las profundas resquebrajaduras que hoy en día trazan el mundo en el que vivimos.

La policrisis

Numerosas investigaciones elaboradas por distintas organizaciones, así como por expertos a título individual, recogen en su lista varios problemas, a cual más grave: la crisis energética y alimentaria, la economía de alta inflación, bajo crecimiento y alta deuda., los obstáculos de la industria frente a la tecnología e innovación, las vulnerabilidades sociales y climáticas y los riesgos geopolíticos y la cooperación en un mundo multipolar.

Mirando las cosas en el corto plazo el Informe de Riesgo Global señala que las roturas del planeta emergen principalmente como consecuencia de 32 riesgos, entre los que sobresalen 10. Expresados casi textualmente, se indican allí que 5 de ellos son ambientales (desastres naturales por eventos extremos de clima; fallas en mitigar el cambio climático; incidentes en gran escala generados por el mismo; fallas en la adaptación al cambio del clima; y crisis por el abastecimiento de recursos naturales); otros 3 son sociales (inflación; erosión social por la polarización; e inmigración a gran escala por causas obligadas); uno es geopolítico (confrontación geoeconómica) y el último de carácter científico-tecnológico (amenaza del cibercrimen y la inseguridad cibernética).

Se habla, entonces, entonces de una policrisis, consecuencia de conflictos múltiples, simultáneos, permanentes, globalizados y retroalimentados los unos con los otros. Se trata de lo que, en varios otros textos, a partir de ingredientes y explicaciones similares, se califica como una crisis civilizatoria.

La ecoansiedad

La directora de la reunión, Saadia Zaahidi, anunció que 80% de los participantes interrogados en el foro declararon tener una visión «muy negativa del futuro a corto y largo plazo», motivados principalmente por la crisis climática y ecológica que no se está resolviendo como debería en el contexto de la guerra de Ucrania y que, según los mismos, «no se resolverá en los próximos diez años».

En similar sentido durante su intervención el presidente de Colombia, Gustavo Petro, se preguntaba: “Si puede el capitalismo que hemos conocido en los últimos 30 o 40 años superar la crisis climática que ayudó a provocar?  Si el capitalismo no es capaz, añadió, o la humanidad se extingue con el capitalismo o la humanidad supera el capitalismo». Tal opinión fue comentada por la prensa indicando que  “…los principales líderes económicos mundiales no solían ser sujetos a la ecoansiedad, y mucho menos reconocerlo públicamente”.

A fin de cuentas: desigualdad y pobreza

En un informe titulado «La supervivencia de los más ricos», Oxfam INT señala que los multimillonarios han duplicado su riqueza en los últimos 10 años, y que 1% de la población más rica del mundo ha ganado 74 veces más que el 50% más pobre.

Registra, igualmente, que el año anterior 82% de la riqueza generada en la economía mundial fue a parar a manos de 1% de la población. En cambio, para la mitad más pobre del planeta (3.700 millones de personas) los ingresos permanecieron sin variar.

Solo 8 personas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población del planeta, según la misma fuente.

No creo que haya cifras que describan más dramática y dolorosamente el deterioro de la vida humana hoy en día.

Qué podemos esperar de Davos

Siendo sinceros, frente a todo lo anterior el espacio para el optimismo no es muy grande. Las cifras recabadas a lo largo de las diversas reuniones dan pocas buenas noticias, no se observan avances relevantes, sino que  predominan más bien los números que marcan retrocesos en los diferentes ámbitos. Dicho en otras palabras, sobresalen muy poco los propósitos cumplidos, lo que obliga a reiterar, por tanto, buena parte de los diagnósticos que dieron pie a la necesidad de formularlos.

Con respecto a este último foro hay que añadir la mala señal que significó la ausencia absoluta de China y  Rusia, y en  menor grado la de la India, cuya visita pareció más bien un acto de cortesía. Estamos hablando de 3  naciones que, amén de su potencial económico y político, están habitadas por 3.000 millones de personas, cifra que está cerca de la mitad del total de las que ocupan nuestro planeta.

En fin, al parecer rehuimos el planteamiento que asomó el presidente Petro. Me luce, que los humanos no terminamos de entender la urgencia d cambiar la manera como vivimos la vida.  Es esa forma de relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza, la que nos ha traído hasta aquí.

No sé por qué se me antoja creer que Thomas Mann, desde la montaña mágica, compartiría el punto de vista anteriormente expresado. Los objetivos, los marcos de referencia y las maneras que tenemos de transitar las rutas de nuestra existencia, no dan más de sí.

En suma, como lo ha escrito el filósofo polaco Zygmut Bauman, hemos llegado a un punto sin precedentes. “Todas las etapas y saltos que se han verificado tenían un elemento común: se caracterizaban por inclusión y exclusión. Había un nosotros que se ampliaba, pero también una identificación de otro excluido del nosotros. Y esto ha llevado a grandes derramamientos de sangre”. Así mismo, añade: “…ahora estamos ante la inevitable necesidad de la expansión del ‘nosotros’ como etapa próxima de la humanidad. Este nuevo salto está representado por la supresión del pronombre ‘ellos”.


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