Recientemente leí un Twitter del periodista  Rafael Poleo –a quien por demás admiro por visión, pragmatismo y narrativa– en el que expresó y cito: “No sé si será verdad que Leopoldo López alquiló en Madrid una buena casa para vivir con su familia. Pero sí sé que tiene recursos para hacerlo. Trae dinero de cuna. Si es verdad, en su caso no es signo de corrupción, aunque sí políticamente inconveniente”.

Ese término “rico de cuna” lo escuché en mi juventud infinidad de veces de las clases económicas, políticas y militares -justo en la ocasión de ser parte del gobierno de turno– sin entenderlo en ese momento. Tampoco lo entiendo hoy con mi mayoría de edad. Los viejos ricos (ricos de cuna), familia de muchas generaciones que formaron parte de la burguesía y aristocracia.

La aristocracia en la vieja Europa era una clase social de personas con títulos nobiliarios otorgados por el rey o heredados. Aunque desde la antigua Grecia se le hacía referencia a quienes poseían grandes virtudes, conocimiento y sabiduría.

Simón Bolívar pudo haber heredado un título Marqués de San Luis de Castilla, como otros caraqueños de esa época que tenían títulos nobiliarios. Los Mijares y Tovar. Por la muerte de Don Juan de Tovar –abuelo paterno del libertador–. El trámite no se realizó.

Herrera Luque en una de sus amenas historias fabuladas: Los amos del valle. hacía referencia a unos veinte apellidos de familias,  desde antes y después de la fundación de Caracas. No soy experto en deducir árbol genealógico, por lo que podría equivocarme, pero al parecer en el ADN de Leopoldo hay sangre del Libertador por ser tataranieto de Concepción Amestoy Palacios, quien era sobrina de Simón Bolívar.

Lo que no lo hace “ni aristócrata” ni “rico de cuna“. Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte Andrade y Blanco no dejó herencia aristocrática, ni fortuna porque la gastó en la guerra de la independencia.

También es trastataranieto de Cristóbal Mendoza, primer presidente de Venezuela luego de declarase la Independencia (1811). Su tío-abuelo Rafael Ernesto López fue ministro de Educación durante la presidencia de López Contreras. Eso en todo caso, esas circunstancias  lo que dan es herencia política, que en este país es más bien motivo para tener lo que se llama en derecho una duda razonable, en cuanto a su comportamiento ético.

La frase  «La mujer del César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo» se destaca desde los tiempos de Julio César y su esposa Pompeya. El traer esta cita a colación es simplemente por el complemento en sus apreciaciones que hace el editor Rafael Poleo y cito:

“Fui testigo cercano, muchas veces activo, de Betancourt, Leoni y Caldera. Ahora veo de cerca a Leopoldo, Henrique, Antonio, Macorina, etc. ¿Qué echo de menos? Aquella honestidad, seriedad, generosidad, gravitas y honradez republicanas”.

Hemos llegado al punto donde solo quienes quieran construir una nación distinta, una Venezuela diferente, deben unirse para consolidar un frente donde el comportamiento ético, moral y ciudadano. Sea la única ambición. Luchar con y por esos principios básicos, será la única manera para que quienes tienen el imperio de las armas y cansados de la miseria en que estamos hundidos. Podrían reaccionar apoyando la Venezuela que todos queremos.

@CarluchoOJEDA


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