Uso el término usado por Delphine de Vigan en su novela Nada se opone a la noche y que ella define justamente como ese sentimiento que se me ha instalado en mi alma,  una vergüenza es aquella que no lo abandona nunca a uno.

Eso es lo que siento cuando leo en El País y en Armando.info que “altos cargos chavistas y empresarios tejen una turbia red que sortea el régimen de sanciones…” y que han concluido en una trama de corrupción que ha hecho inmensamente ricos a la cúpula gobernante, que aunque no es una defensa de la anterior cúpula, esta que nos gobierna hoy está mucho más podrida”, es decir, que aquellos que llegaron al poder gritando que librarían al país de las cúpulas podridas que saquearon al país durante más de cuarenta años han hecho mucho más daño en mucho menos tiempo, pero con consecuencias más  devastadoras.

La corrupción siempre ha sido una mediación que ha intervenido persistentemente en la historia del país. Pero ha sido más una mediación desorganizadora del Estado y de la forma de gobierno que este ha asumido que una mediación organizadora del hecho estatal venezolano. Ella (la corrupción) desorganizó el régimen dictatorial de Pérez Jiménez y desorganizó el régimen democrático, a pesar de los avances del país durante los cuarenta años que duró.

Hasta ahora. Hoy la situación reviste una gran gravedad, porque nunca antes la corrupción había sido tan eficiente en la organización del hecho estatal venezolano como ahora. De hecho, la destrucción de todas las mediaciones democráticas y las formalidades democráticas es quizás el mayor hecho corrupto que este régimen ha cometido y que inicialmente fue aplaudido por un porcentaje más que significativo de venezolanos

Según la información leída en las fuentes anteriormente citada, entre los nombres que resaltan en la red de corrupción se encuentra el de la señora vicepresidente Delcy Rodríguez y el nuevo mártir de la revolución Álex Saab.

El caso es que la red de corrupción se dedica, con la excusa de evadir las sanciones de los norteamericanos “contra el país”, a toda clase de manejos y corruptelas.

Y no están solos, pues esa red de corrupción ha contado con la contribución de países de la región en esta suerte de saqueo de Venezuela, todo por una suerte de compromiso y solidaridad ideológica con el régimen.

La verdad es que la vergüenza que nos acompaña es realmente pegajosa y es así, fundamentalmente,  porque de una manera u otra hemos permitido que el mal y sus ejecutantes se entronicen en el poder.

 

 

 


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