No es necesario visitar México para entenderlo, régimen socialista pro chavista, devoto admirador del comunismo castrista, nación de ruinas antiguas, Teotihuacán y ciudad maya de Chichén Itzá. Territorio de ventaja castro-madurista en sociedad con los enemigos de la democracia y libertad. Deslealtad ciudadana de los que cooperan con la tiranía arbitraria y violadora de los derechos humanos. Colaboracionismo consumidor de sobras, como mendigo que se alimenta de lo arrojado por el rico epulón, vestido de púrpura, fino lino, cada día realiza un banquete con esplendidez; que pordioseros, atiborrados de exulceras, aguardan anhelantes para saciarse con las migajas.

La diplomacia obsesiva intentará una salida negociada a una situación que no la tiene. Es su deber y obligación. El pechugón entre delegados usurpadores e interinos, está por darse, deslegitimados ambos, actuando indebidamente en representación de un país que los rechaza en más de 80%. El oficialismo no cumplirá ningún arreglo negociado con el G4, lo considera irrelevante y menos aún, sin asistencia de voceros del sector disidente. Su inasistencia será la excusa perfecta para incumplir. La invitación la subestiman, se refieren peyorativamente como la mesita; con eso de que fue solo una insistencia fallida; pero que cuando les sea conveniente la esgrimirán.

Medio mundo, incluida la Corte Penal Internacional queda con un palmo de narices tras lo que ha sido el desaire opositor y sus consecuencias parlamentarias, judiciales, diplomáticas, dejándolos como chocarrero con solo aceptar la negociación trampa cazabobos, que nada bueno traerá a un país engañado, embaucado, estafado, cansado de la habladera que no toca problemas de fondo, crisis económica y de los servicios públicos. Lo que se debe negociar es cómo y cuándo el castrismo abandonará el poder; y el regreso a la democracia una vez, cese la usurpación.

La pregunta es si los aliados del castrismo están dispuestos a permitir acuerdos que le ponen fin al gobierno ilegítimo sin obtener beneficios tangibles. Por eso, el chance de éxito en México es bajo y nulo. El oficialismo y la pandilla que lo acompaña no tienen incentivo para dejar el poder; disfrutan tratados e intereses enquistados de no muy buena reputación que se resistirán al cambio.

¿Dónde se agazaparán al regreso de tierra azteca con barrigas llenas y corazones contentos? ¿Cuáles serán los argumentos para explicar que a cambio de minucias se bajaron dóciles los pantalones ante quien acusaron de criminal, tirano, dictador y espurio?

Cómo respetar las hienas hambrientas en búsqueda de oficio, ante un Poder Electoral con medida cautelar, parcial por importe y complicidad por conocimiento que permitirá una mayoría regional trampeada. Obsequiarán dádivas, pero el oficialismo, por dividido que pueda estar, no es pendejo para amanecer como fuerza minoritaria. Alardeará democracia y adjudicará las pocas aparentes victorias de alacranes.

¿Cuánto más se admitirá la picardía? Es obligación ciudadana, ética y moral enfrentarlos, de lo contrario, no saldremos de la ignominia y sus asociados. Si la claudicación finalmente se impone; ¿cómo saldrán las FARC, el ELN, Hezbolá, mafias del narcotráfico, y otros detalles delictivos, abuso, corrupción, violaciones de los derechos humanos, si quienes estarán ocupando los cargos, luego de esta farsa electoral, serán ellos mismos.

El resultado está cantado, las primarias del PSUV lo demuestran, lo hacen tan evidente, que solo un ciego no pude verlo. Los cargos están asignados y los de consolación, serán aplastados por la Ley de las Comunas.

En tertulias previas dieron el sí a la farsa electoral, garantizaron permanencia, legitimaron la trampa y si cumplen los requisitos impuestos se procede a la convocatoria del referéndum revocatorio. Se acuerda el suministro de gasolina para los candidatos en campaña electoral, y se adjudican entre 5 y 8 gobernaciones, de acuerdo con el buen comportamiento. Se aceptó la condición legítima de todo el régimen castrista y sus instituciones.

Los negociadores comerán exquisiteces endógenas, quesadillas, tacos al pastor, enchiladas, mole y beberán refinada tequila, pero no tienen nada que ofrecer. El diálogo de México es claudicación, por quienes normalizan rendirse. La cohabitación entre tiranía y democracia es incompatible. Hay quienes creen de buena fe que el encuentro traerá cosas buenas para el país. Lamentablemente, no será así.

En México, la emoción de los invitados por el leonino acuerdo, cantarán dos rancheras en la plaza Garibaldi. El oficialismo aquella que proclamaba: “Con dinero y sin dinero sigo siendo el rey”. Los opositores la de “ando volando bajo”.

@ArmandoMartini


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