Los “choques de civilizaciones” críticamente analizados por Samuel Huntington (1999) se perfilan en un futuro no lejano como la nueva pauta del orden mundial: las controversias asumen, máxime por las superpotencias, una dimensión determinada por las tecnologías, las disponibilidades energéticas, la competitividad de la oferta de bienes y servicios que aumenta o disminuye las respectivas áreas de influencia en el contexto geoeconómico, pero que tienen su referencia en la herencia dejada por las condiciones de desenvolvimiento de las finalidades geopolíticas tradicionalmente relacionadas por el poder político, económico y militar, y que ahora encuentran en el Sistema Monetario Internacional  oportunos y nuevos aportes para los “cambios organizativos y de funcionamiento en el ámbito bancario nacional” e internacional para enfrentar las crisis y promover el desarrollo mediante las posibles inversiones determinadas por el excedente de los ingresos petroleros de los países árabes.

No obstante, las diversidades de culturas que identifican el mundo islámico, el occidental y el oriental no se pueden asimilar conjuntamente en una globalización hegemonizada por una de las mencionadas civilizaciones, simplemente por la natural prioridad de salvaguardarlas de presuntas o reales contaminaciones y conservar la identidad, la tradición, el credo religioso, la idiosincrasia que la ha distinguido en el curso de la historia. Pero en la conformación del pensamiento científico moderno de las interrelaciones políticas y económicas determinadas para el ejercicio del poder, se aúne la razón económica con las características sociales, de modo que el ascenso del capitalismo, en sus características financieras, productivas y mercantil, asume analogías de comportamiento bajo un holismo constituido por las partes interesadas al proceso de acumulación e internacionalización del capital y del modelo de referencia de la sociedad.

Este es un proceso que no escapa al principio dialéctico del cambio de cantidad en calidad, exorcizando el crecimiento económico tal vez con la inercia expansionista del capital para “combatir las crisis económicas”, bajo formas y modalidades adecuadas que se institucionalizan en la innovación de la “ventana islámica” que tiende a conformar unas “finanzas de tercera generación”.

Es un nuevo paradigma que se encaja a partir del análisis y función de las tasas de interés cual tradicional aporte al conocimiento de la realidad económica mediante el acercamiento a las particularidades metodológicas y empíricas que caracterizan la teoría económica, sus diferentes escuelas y las variables ofrecidas por la evolución de la técnica bancaria aplicada. Pues la “ventana islámica”, negando de manera perentoria la función tradicional de la tasa de interés, propone una importante innovación del sistema financiero e implica enlaces con instituciones de Investigación y Desarrollo y con instituciones universitarias públicas y privadas, nacionales y extranjeras para la ejecución de proyectos correspondientes a parámetros legales, normas de procedimiento, auditoría, gestión y ética. En aplicación de la técnica bancaria utiliza los siguientes instrumentos para reemplazar el crédito tradicional:

  • Ventanas bancarias dentro de los bancos internacionales;
  • Administración conjunta con Fondos de Inversión y compañías de seguros;
  • Contrato de riesgo conjunto con participación de propiedad con el cliente individual (persona jurídica y física);
  • Contratos de venta, con pago diferido, con el cliente individual, persona jurídica y física;
  • Arriendos con opciones de compra, con el cliente individual, persona jurídica y física;
  • Enlaces financieros con la banca clásica y autoridades mediante flujo financiero y de información;

En la visión epistemológica que permea el desenvolvimiento apreciamos la ausencia de los “Idola tribu”, que Francis Bacon (1979) en Novum Organum: Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y dominio del hombre reconoce en los  perjuicios que impulsan el individuo y tal vez enteras sociedades a confiarse del “status quo” por la  impresión de estabilidad que deriva de la tradicional aplicación del sistema financiero  en el tiempo y por el miedo al cambio de la novedad de las relaciones financieras aplicables al proyecto escogido, del cual se tiene a priori conocimiento y apreciación del riesgo.

Desde la cuarta década del siglo pasado,   la finanza de la segunda experiencia con el cual el capitalismo ha afirmado su prevalecía en el sistema económico mundial, a pesar de sus límites sociológicos y de acceso a las oportunidades,  ha fundamentado el conocimiento en la realización de sus deseos, constituyendo una ciencia arbitraria, es decir que ha privilegiado el “ad quodvultscientiae”,  la finalidad científica con la cual ha justificado el ejercicio del poder; así mismo, se han intentado de evitar los “IdolaSpecus”, es decir las limitaciones individuales contraídas por la educación y el ambiente recurriendo oportunamente a la exposición sistémica de las técnicas bancarias  en la aceptación de lo definido en las  disposiciones de Basilea II, mediante  oportunas adecuaciones, como la constituida por el desempeño de la “ventana islámica en los bancos de inversiones”, estableciendo de este modo importantes  modalidades de cooperación para la expansión del capital en el sistema productivo, así mismo reduciendo el uso especulativo; en fin, se han superado los peligros de los “IdolaFori”, acabando con pseudo conceptos las controversias dialécticas que muchas veces en las confrontaciones académicas han sido reducidas al simple silogismo lógico, perdiendo el contacto con la experiencia, con la realidad fáctica, y tal vez sin  querer, se han transformado en un saber dogmático que obstaculiza o hace de difícil aplicación la misma evolución de la técnica bancaria, que eliminando la exigibilidad de los intereses, propone el uso del capital bajo varias formas de participaciones y responsabilidades de riesgo compartido: se realiza así una importante innovación sistémica con influencia directa y proporcional a un nuevo desenvolvimiento de la economía, que se diferencia también del desempeño tradicional de la “merchanbank”.

La lógica expositiva y  la filosofía  de los aspectos económicos planteados en micro y macroeconomía, permiten observar que las así llamadas políticas monetarias  heterodoxas se han desarrollado a partir de la imposibilidad de las políticas convencionales para alcanzar los estímulos requeridos también en épocas de bajas tasas de interés. Pues la flexibilidad de la tasa de interés ha sido limitada a una referencia casi ritual, sin resaltar, (como en mi opinión hubiese sido oportuno en condiciones de hiperinflación y  estagnación),  la importancia del modelo Mundell Fleming, por el cual  la política monetaria expansiva practicada por los gobiernos hubiese requerido la aplicación de   un sistema de tipo de cambio flexible y con movilidad perfecta de capitales, para inducir como consecuencia una disminución de la tasas de interés y un aumento del nivel de lo producido por el sistema económico. Como conocido, el bajo costo de  los créditos corporativos apalanca la producción de bienes y servicios y se convierte en un incremento de la misma.

Cabe destacar que en el caso venezolano,desvanecida la confianza en la moneda fiduciaria,  las consecuentes restricciones de gobernabilidad/gobernanza  inducen cambios en las estructuras políticas que requieren una revisión ideológica y programática   para enfrentar la crisis política, económica y social  que ha exacerbado la dependencia  y reducido el país en territorio de conquista de las superpotencias. Al régimen del poder del Ejecutivo volcado hacia la dictadura y que niega las libertades constitucionales y los derechos humanos queda el control de los ciudadanos que se  sujetan  a una servidumbre voluntaria para obtener escasos medios de subsistencia (la Clap) y que son utilizados por el gobierno para asegurar su continuidad  en el tiempo.

Ahora bien, desde la década de1970, debido a los importantes aumentos en el precio del petróleo, la economía islámica encontró excedentes financieros que permitieron ensayar el sistema bancario sobre el reparto del rendimiento monetario de la inversión reproductiva  entre el inversionista y el prestamista, para minimizar la presión de las expectativas provenientes de las variaciones de la tasa monetaria. Para ello “en la innovación participativa del capital se debe  recurrir a un acuerdo anticipado de la distribución del beneficio neto y de la canalización de los flujos monetarios y de información”.

Así la “Finanza de Tercera generación”  más allá de los desenvolvimiento técnicos apropiadamente definidos bajo la práctica de la filosofía económica adoptada, fundamenta la ética de su comportamiento en el esfuerzo de adaptar las leyes de comercio y finanzas a las reglas especificadas en el texto del Corán, cuyos principios religiosos consideran la tasa de interés fija como expresión de usura (la “riba), y por ende prohíbe el emprendimiento individual mediante el pago de intereses en las operaciones financieras.

En 1975 se abre el Banco Islámico de Dubái. Según el Informe Global de Finanzas Islámicas de 2010 hay más de quinientos bancos de este tipo que operan en casi cincuenta países, comprendiendo algunos del mundo occidental donde sustancian su operatividad bajo la figura de “ventana islámica”.  En la actualidad, Londres constituye el principal centro de finanzas islámica en Europa, seguida de Francia que está tratando de ganar espacio en este sector.

Es importante evidenciar que la ética musulmana, prescrita en la ley basada en los preceptos del Corán (Libro Sagrado), en los documentos de interpretación (la Suma) y la jurisprudencia (la Fiqh), ampara  las reglas financieras que cubren la producción, y la distribución y asignación de los recursos. El cumplimiento de estas reglas garantiza el desarrollo económico y la justicia económica. La justicia antes de la producción se logra asegurando que todos los miembros de la sociedad tengan igualdad de oportunidades en el acceso y utilización de los recursos.

No obstante, se debe tener en la debida consideración que la expansión de la liquidez monetaria en un escenario de economía tradicional provoca una tasa de interés nacional por debajo de la tasa de interés exterior: esta situación trae como consecuencia un déficit en la cuenta de capital de la balanza de pagos, producto de la salida de capitales que buscan mayor rendimiento en el exterior, lo que genera una depreciación del tipo de cambio y, por lo tanto, las exportaciones aumentan como consecuencia del abaratamiento de los productos nacionales.

Pero en condiciones de estanflación, la falta de producción reduce las exportaciones y el ingreso de divisa. La cuenta corriente se presenta deficitaria debido al aumento de las importaciones netas, lo que trae como consecuencia una reducción de la curva de ingreso-ahorro elevando la tasa de interés interna a un nivel netamente superior a la tasa de interés externa: no obstante, se produce una constante salida de capitales debido al progresivo aumento de la desconfianza en la gestión  económica y política del país.

Con tipo de cambio fijo, la Base Monetaria se convierte en una variable endógena que no puede ser completamente controlada por el Banco Central, máxime cuando las reservas del país se encuentran descentralizadas. El mercado de divisas intervenido produce en automático no solo un mercado paralelo, sino una salida constante de divisas. Aumenta el déficit exterior y los agentes económicos necesitan divisas para su exceso de gastos externos con respecto a los ingresos externos y, por consiguiente, entregarán moneda nacional a las autoridades monetarias para obtener las divisas necesarias. Se produce una Base Monetaria que reduce la Oferta Monetaria. Nace la Trinidad Imposible o, como ha sido definido, el Triángulo de las Imposibilidades: una economía no puede simultáneamente mantener un tipo de cambio fijo, libre movimientos de capitales y una política monetaria autónoma.

Por lo tanto, surgen las siguientes preguntas:

¿Las interesantes perspectivas de inversiones implícitas en la apertura de una ventana islámica, es decir, de inversiones extranjeras directas en un país que presenta las características políticas, económicas y sociales de subdesarrollo, podría sustituir la ineficiencia de la gestión gubernamental, si con las debidas garantías jurídicas el Ejecutivo nacional dejara al sector privado la responsabilidad y gestión de proyectos de envergadura y de importancia existencial, como por ejemplo la recuperación del sector agrícola?

¿Cuáles deberían ser las actuaciones futuras del Ente Emisor en relación con la política de inversión y se podrían perseguir a través del contagio financiero internacional objetivos cuales la disminución de la inflación y de tasas de interés y una consecuente estabilidad económica o, cuanto menos, un mínimo equilibrio interno que fuesen en condiciones de recuperar en el tiempo técnicamente necesario los desajustes del desempleo?

Me permito recordar que la Flexibilización Cuantitativa (Quantitative Easing) ha sido una política monetaria implementada por primera vez por el Banco Central de Japón desde hace tres décadas como medida de estímulo económico para compra de activos financieros oficiales o privados, con perfiles de vencimiento a largo plazo, preferible a Operaciones del Mercado Abierto (OMA) de títulos públicos a corto plazo, alterando estratégicamente la composición general del balance del banco con el propósito de otorgar estabilidad a la moneda.

En la visión geopolítica de la biodiversidad, cual se presenta en la actualidad, la enorme cantidad de recursos genéticos, que en el mundo constituyen los grandes consorcios de las industrias farmacéuticas y de alimentos –cuyo valor económico supera ya el de los consorcios petroleros–,  en Venezuela, por ejemplo, se ha transformado en escasez de sectores específicos de bienes y servicios que aumenta la dependencia del exterior y facilita procesos de corrupción y de  apropiación destructiva de capital.

Se ha determinado una situación que sugiere que la economía tiene la necesidad de constreñirse a los límites de expansión que asegure la reproducción de las condiciones ecológicas de una producción sustentable y de regeneración del capital natural, de un principio precautorio basado en el cálculo del riesgo y la incertidumbre, por supuesto en límites impuestos sin un debate científico-político, fuera del mercado, pero sí  por el ejercicio arbitrario del poder y una visión centralizada del intervencionismo del Estado.

La controversia entre la racionalidad económica y la racionalidad ambiental en la perspectiva del desarrollo sustentable, de acuerdo con Leff Edgard en Espacio, lugar y tiempo de 2001, llevan a contrastar y oponer a la lógica del valor de cambio una racionalidad productiva fundada en el valor de uso, que va más allá de los principios de la calidad total y la tecnología limpia de una nueva ecoindustria que implique la reapropiación social de la naturaleza y la construcción local de la racionalidad para una calidad de la vida fundada en la soberanía del consumidor.

No se trata de asimilar un modelo de crecimiento fundamentado con el “equilibrio/desequilibrio” adoptado por China y Rusia, ni del marco temporal del “gradualismo/terapia de choque” como demuestran las experiencias de Hungría y Polonia, pero sí de un modelo capaz de sintetizar las opciones citadas para adoptarlas a la idiosincrasia venezolana, que por su atipicidad y crisis profunda requiere de un cuidado específico que podría ser realizado por las modalidades que proponen las finanzas de tercera generación.

En las relaciones internacionales el desarrollo sostenible ha emergido como principio rector para la satisfacción de las necesidades de la generación presente sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras para satisfacer sus necesidades primarias. En la histórica Cumbre de la Tierra de 2012, los líderes mundiales reunidos en Río de Janeiro reafirmaron: a) asegurar el compromiso político democrático con el desarrollo sostenible; b) evaluar el progreso de su aplicación deficiente en el cumplimiento de los compromisos ya acordados; c) abordar los desafíos nuevos y emergentes. Son tópicos que encuentran en las Finanzas de Tercera Generación un soporte que debería ser tomado en consideración.

Bajo diferentes aplicaciones de la teoría económica se producen procesos de desarrollo económico que permiten la gestión estratégica del mercado y que para Venezuela, país productor y suministrador de materias primas básicas, se sintetizaría en las soluciones de los problemas de la dependencia tecnológica, alimentaria y financiera, a pesar del contexto de hiperinflación y devaluación de la moneda que requiere un proceso ininterrumpido y autocorrectivo de planificación que pueda transformar una sociedad rentista en una productiva. Por consiguiente, se trata de pensar y realizar una proposición económico-social que, en el intento de reafirmar la identidad nacional y de recuperación de la soberanía, utiliza el conocimiento y la lógica económica para otorgar al desarrollo condiciones de sustentabilidad y un sentido ético a la existencia humana.

La observación parte necesariamente de la constatación de que las condiciones de supervivencia aumentan por la dependencia de las importaciones: se produce la falta de la soberanía monetaria y el “bimonetarismo financiero existente bajo régimen de cambio flotante” obliga a las empresas públicas y privadas y los ciudadanos comunes a condiciones de quiebra por la pérdida de sus valores patrimoniales y por el constante aumento de los precios. Como ya ha observado Mata Molleja: “Las condiciones de estanflación se han transformado en una trampa depresiva” que, independientemente de los costes financieros, impone la creación de una política monetaria capaz de empujar un desarrollo sostenible, es decir, capaz de implementar un proceso de recuperación económica: pero lamentablemente, en las condiciones desastrosas del sistema productivo y sin activos de reservas internacionales, no puede ser sustentado por una “petromoneda”, es decir, un input electrónico soportado sobre activos no exigibles o vinculado a minerales fósiles o de otra naturaleza posiblemente disponibles en el futuro.

La justicia es parte integral e integrante de la ética que inspira y guía de las Finanzas de Tercera Generación para combatir las crisis económicas”, por lo tanto, quiero hacer unas observaciones conclusivas.

En la Fundamentación de la metafísica de la costumbre, Immanuel Kant “presupone la libertad como propiedad de la voluntad de todos los seres racionales… si queremos pensar un ser como racional y con consciencia de su casualidad de las acciones; es decir, dotado de voluntad”. Pero este concepto de liberalismo igualitario es insuficiente para enfrentar las diversidades de las naciones que se presentan a pesar de las dimensiones de la igualdad moral del ser del hombre y su dimensionamiento al contexto económico y social.

El compromiso con tales valores no se puede reducir a simples garantías jurídicas, sino que debe incluir el institucionalismo económico en una visión inclusiva: permitir las intervenciones para las personas jurídicas y físicas que logren emancipar los individuos de la miseria que los consuma y les impide desarrollar su moralidad con libertad, y alejar los íncubos del hambre, de la enfermedad, de la falta de recursos en la vejez y la educación.

Escoger entre ideologías opuestas es importante para tipificar el sistema económico  y el desarrollo, tanto en un Estado democrático como en un Estado dictatorial. Se trata de mantener la “neutralidad financiera” con respecto a las diversas teorías políticas que presumen reglamentar la vida de la sociedad a través del poder ejercitado para controlarla bajo formas y aspectos diferentes del uso de la economía.

Es la tipificación de la neutralidad que impide que el Estado imponga a los ciudadanos las razones de la visión del poder que representa y que no pueden ser aceptadas si abandona el principio de libertad. El intervencionismo del Estado en los asuntos morales se contrapone a la ética de la responsabilidad individual y colectiva: anula la defensa de los valores liberales de la libertad y de la igualdad, que en el pensamiento de Stuart Mill constituye una obligación ineludible, su razón de existir.

Queda sin sustanciación la visión marxista-leninista por la cual el colectivismo estatal, únicamente comprometido con la libertad negativa, se inmiscuye en la vida privada de las personas mortificando la dignidad de su ser para obligarlas a la servidumbre voluntaria por pobreza inducida e indiferencia criminal frente al sufrimiento: es lo que logra la imposición de un autoritarismo instrumentalizado a la conservación del poder. Al contrario, Isaiah Berlin resalta que el liberalismo moderno “se siente igualmente obligado a garantizar los recursos indispensables para lograr una libertad positiva”; es decir, la libertad individual que deriva de ser dueño de sí mismo y realizarse moralmente, socialmente, políticamente y económicamente.

En el siglo XXI, frente a un mundo que siempre más se abre a la globalización, la racionalidad tiende a prevalecer y, por consiguiente, como afirma Giovanni Sartori, no se puede concebir “la ideología como un sistema basado en elementos fijos, caracterizado por una alta intensidad emotiva y por una estructura cognitiva cerrada”, que utiliza ni puede sustentarse en los modelos que la ciencia económica pone a disposición.

Como afirmaría Rawls en la Teoría de la justicia, “no hay en principio razón por la cual las mayores ganancias de alguno no han de compensar las menores pérdidas de otros o, lo que es más importante, por la que la violación de la libertad de unos pocos no se pudiera considerar correcta por un mayor bien compartido por muchos”. En el desenvolvimiento histórico se presentan procesos económicos y sociales que bajo diferentes ideologías, tal vez en nombre del nacionalismo, no conducen al progreso y al crecimiento de las poblaciones, sino a crisis que en dependencia del régimen político se pueden manifestar con violencia, barbarie y atrocidades que ofenden la dignidad del hombre y desconocen los derechos humanos fundamentales.

El perfeccionamiento del Sistema Monetario Internacional, considerado como medio que permite ampliar la influencia del poder de los inversionistas proporcionada al nivel de las inversiones, no puede limitar la definición y el derecho a la autorrealización moral del Estado volcado al servicio de los intereses de las personas y de las sociedades. En el contexto de un mundo globalizado, los ciudadanos de cualquier nación son seres libres e iguales, quienes, por su propia naturaleza e identidad, no pueden eludir de la teoría política y económica su propia concepción de la ética, a menos que consideren que sea posible un compromiso universal de igualdad moral con aquellos que, para mantener el poder, niegan los valores y principios constitutivos de la historia de cualquier Estado y etnias. La eutanasia de la libertad no permite construir el futuro.


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