América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo, concentra 7,4% de la población mundial que pasa hambre. Los países más afectados son Haití, Venezuela, Nicaragua. La situación en Venezuela ha hecho que más de 6,4 millones de personas hayan abandonado el país, tiempos de la revolución. La salida constante de migrantes, aunque permite a las familias depender de remesas, un atenuante a la crisis económica contrariamente se traduce en una preocupante pérdida del capital humano y social.

En Venezuela, alimentarse es difícil y alimentarse bien, es casi imposible, para la mayoría de los hogares que tienen actualmente ingresos condicionados en promedio 7 dólares mensuales. Los alimentos cada vez son más costosos, la desesperación por conseguirlos va en constante ascenso y se convierte en un factor desencadenante de angustias y violencia alimentaria. La realidad exterioriza la complejidad en la inseguridad alimentaria en los estratos C, D y E, situación ha venido conspirando con la calidad de vida, la salud y complica la alimentación y nutrición de los más vulnerables, tales como la población infantil, mujeres embarazadas y adultos mayores.

Debemos reflexionar profundamente ante la pregunta: ¿De qué sirve tener las reservas más grandes de petróleo y gas del planeta, si la realidad detona en que la pobreza general que se mueve sobre el 90%, abrazada a la hambruna, articulada a una incontrolada inflación.

Cerca de 6,5 millones de personas padecen hambre en Venezuela, según el informe Panorama regional de la seguridad alimentaria y nutricional de América Latina 2022 elaborado por varias agencias de Naciones Unidas. En Sudamérica, Venezuela tuvo la mayor prevalencia de subalimentación (22,9%), que en números absolutos equivale a 6,5 millones de personas, señala el escrito que utiliza estimaciones de la media de los años 2020 y 2021. La prevalencia de subalimentación, señala el informe, es un indicador que capta “un estado de privación de energía que dure más de un año”, por lo que representa el número de personas que se acuestan regularmente con hambre. Una mirada a las tendencias del hambre en los países de la región muestra que el hambre aumentó significativamente en Venezuela, en 18,4 puntos porcentuales, es decir, 5 millones más de personas con hambre entre los períodos 2013-2015 y 2019-2021.

Para muchos especialistas en macroeconomía, Maduro no quiere entender la etimología de la palabra crisis, actúa de manera irracional, incluso en contra de sus propios intereses del proyecto político / legado de Chávez. Sin temor a equivocarme vivimos tiempos muy complejos, turbulentos, ansiedades, dentro de una guerra no de ganar / ganar sino de perder/ perder, desgaste, donde el que tiene todo que perder son los venezolanos.

Para la revolución bolivariana, el mañana no existe, se revela en su conducta, en sus decisiones, más aún cuando agota todos sus esfuerzos en imponer su voluntad, muchas veces ilógica sobre el sentido común, es decir, imponerla a toda costa, sin importar la descalificación inmediata en diversos temas que tienen mucha significación por su trascendencia en el bienestar del país. Nicolás, y sus colaboradores más cercanos, viven construyendo todo tipo de entramados incongruentes para la propia dinámica social incluso narrativas que responsabilizan de su desastre económico a la guerra económica o las sanciones económicas impuestas por el gobierno norteamericano, y no una mala gestión, o modelo económico.

Pero, la verdad verdadera Maduro, revela su propia incompetencia; este país bajo su conducción, perdió toda posibilidad real de convertirse en un territorio de progreso, justicia y calidad de vida para todos los venezolanos. En síntesis, Venezuela un país rico, pero con hambre.

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