Maduro ha sido muy débil frente a la corrupción que le estalla como una bomba atómica en sus narices en este momento

Los males del país son suficientemente conocidos y analizados en profundidad por propios y extraños. Lo grave es que, a pesar de todo eso, vamos de mal hacia peor. Nada indica posibilidades de rectificación o nuevas iniciativas para revertir hacia lo positivo lo malo del presente. Los diagnósticos son severos, profundos y serios. Preocupan de manera creciente al continente y a buena parte del mundo. Pero, mientras este régimen exista no habrá solución posible.

En la oposición honesta existe el convencimiento de que con más de 80% de rechazo que mantiene el régimen, es perfectamente posible derrotarlo electoralmente. Es cierto y por ello hemos afirmado que el camino electoral debe mantenerse abierto. Así sería en una verdadera democracia apegada a la Constitución y al orden legal establecido de manera legítima. Pero, sin descartar esta vía, debemos plantearnos todas las iniciativas y caminos posibles para lograr el cambio. Los hay, pacíficos en una gran mayoría, pero enfrentando a una tiranía como la actual hay que prever todo lo que pueda ocurrir.

Sin embargo, el país necesita conocer la realidad de lo que sucede dentro del régimen. Especialmente en las alturas. Maduro no tiene el liderazgo universal necesario en una situación como la actual. Ha sido muy débil frente a la corrupción que le estalla como una bomba atómica en sus narices en este momento. El fondo del problema se conocerá pronto, pero todo apunta al alto régimen, por acción o por cómplice omisión.

En la línea media del régimen que dirige al país hay un malestar creciente. No tienen manera de atender las necesidades básicas de la población. Por ignorancia en algunos casos, por falta total de recursos en otros y hasta por calculados sabotajes entre las distintas instancias y personalidades del régimen.

El temor al cambio es tremendo. Cierto que no todos son unos bandidos de la misma escuela y estilo, pero la angustia de muchos es saber cuál será su destino cuando el cambio se produzca. Tanto en lo personal como en lo económico y financiero. Una de las cosas peores de cuanto pasa es la enorme incertidumbre existente tanto en el seno del régimen como de la inmensa mayoría que lo rechaza. Las razones de unos y otros son muy diferentes, pero existen.

Esta semana se conmemora, además del Natalicio del Libertador Simón Bolívar y otras efemérides, la gran Batalla Naval del Lago de Maracaibo del 24 de julio de 1823. La heroica jornada dirigida por el almirante José Prudencio Padilla en el lago y Manrique por tierra.

Ese hermoso e importante lago de Maracaibo está hoy, como tantas cosas importantes, en grave estado de deterioro. Están en peligro los pescadores, por una parte y, por la otra, bastantes comunidades costeras. Hay que ocuparse ya.

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