Muchedumbre, en esto es lo que terminó degenerada una sociedad entera, un país que en épocas anteriores y a pesar de estar de estar dominado por una izquierda más racional y ligera que la de ahora, pero también mala claro está, se encontraba en otra coyuntura en lo político, económico y social. Se podía decir que existía la normalidad y el aspirar a algo mejor era un hecho, pues quizá no se estuvo en la cúspide del desarrollo pero se podía vivir y de una u otra manera el país funcionaba, no del todo bien por supuesto, porque hay que recordar que los actores políticos del siglo pasado son en su mayoría culpables de la crítica situación que ahora vivimos.

Es triste, causa conmoción y es difícil de asimilar el comportamiento de la sociedad venezolana de hoy, pues en su mayoría es inexplicable y prácticamente inentendible. Ahora nada parece tener mucho sentido y la coherencia brilla por su ausencia. Aquí reina la costumbre y el hacerla obligatoria, gravísimo error consecuencia de un comportamiento de apaciguamiento y sumisión que ha sido inculcado por muchas décadas de socialismo, en el que por lo general el raciocinio y la razón parecen no estar presentes y el modo robot sale a flote, a tal punto que el individuo promedio actúa por inercia o de modo automático y en la mente ahora quizá solo tenga presente la sobrevivencia, sin siquiera poder a aspirar algo más allá de ello, lo que me entristece, pues pareciera que estamos destinados a esta desgarradora situación y que la mentalidad del Venezolano ya se ha desgenerado por completo, al punto en el que se podría considerar que ya no hay solución a excepción de un milagro.

La opacidad de la situación es un hecho y el ambiente parece cada vez estar más nublado, sin derecho a despejar o ver el sol brillar, ahora el oscurantismo es quien predomina a una muchedumbre que en su tiempo fue una sociedad, pero que ahora se deja humillar y pisotear por quien dice ser su presidente y sus secuaces, por una fuerza que ideológicamente tiene más de 50 años aferrada al poder de nuestro país y ya un par de décadas en la práctica de manera radical y poco habitual, donde siempre se es mayor y menor de edad a conveniencia, pues el régimen al parecer ha tenido todas las de ganar y sin derecho a pataleo, ni reclamo, porque ya ni eso viene al caso, en el que es una lástima llegar al punto en donde se agradece al opresor y se hace entender que el delincuente no es quien comete el delito sino quien lo denuncia; así de mal estamos, así de fatal es nuestra situación.

El error ha sido el ser permisivo y el aceptar todo lo que se nos ha venido, una realidad bastante absurda en la que lo anormal parece normal y en la que la adaptación sobrepasó los límites para aprender a cohabitar con el régimen y ahora convivir con él, donde se cree y confía en cualquier cara bonita que dice ser “opositor” y asegura aportar la solución, donde el venezolano ha permitido el dejar de actuar por sí solo y pensar por sí mismo, para ahora ser dominado en masas, como borregos sin rumbo, o tal vez sí, rumbo directo al matadero.

 


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