Venezuela, como ya casi todo el mundo reconoce, no es más aquel país que intentó ser democrático durante cuatro décadas (1958-1998). País que casi pudo conseguirlo si, pero que pesaron más sus contradicciones político-partidistas internas, y sus mezquinas con Venezuela disputas entre partidos. Hasta los momentos finales de aquella elección de diciembre de 1998, Venezuela aparentaba tener posibilidades de acometer un proceso de reformas políticas y económicas para brindar una democracia menos desigual, y de mejores instituciones para todos; en el desarrollo de la vida para una nación llena de juventud y de esperanzas.

En medio de cada borrachera, por la subida de los ingresos por exportación de hidrocarburos, y la cada vez más grave acentuación de la adicción al consecuente rentismo petrolero, sin embargo, Venezuela, de no haberse empeñado el ganador de aquella elección, el finado Hugo Chávez, en meterla demencialmente en la fracasada receta comunista del “socialismo del siglo XXI” y en llevarla “al mar de la felicidad” castrista,  quizás lo mejor que quedaba de la oficialidad en el estamento militar al momento de su muerte hubiera conseguido una solución de transición política y pacífica entre venezolanos y para venezolanos.

Ahora se hace tarde, y necesario que todos lo comprendamos lo que Vladimir Padrino López, por si todavía alguien albergaba dudas al respecto, advirtió después de sus seis años en el despacho como ministro de la Defensa (1 antes de la elección a la Asamblea Nacional en 2015 + 5 durante todo el período de la denominada oposición). Dirigiéndose seguramente a la “Asamblea Nacional G4”, y en especial al partido Voluntad Popular que la preside junto a sus principales sustentadores en la coalición que integran Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia, después de que ya se sabe les arrebataron las siglas de sus organizaciones, ejerció veto al sentenciar: “Mientras esta Fuerza Armada Bolivariana exista” no se les permitirá llegar al poder.

Creo que debería habernos quedado claro entonces, a todos nosotros, y sin odiosas exclusiones, que esa «Fuerza Armada Nacional Bolivariana”, tal como existe y se comporta hoy, tendrá que desaparecer para que Venezuela sea libre nuevamente.

No es para lamentarse tal claridad. “A confesión de parte y relevo de pruebas”, como suelen decir mis distinguidos amigos juristas. Un cuerpo armado encargado no ya de estatizar la economía, lo que sería discusión de política de Estado, sino más allá expropiar por causa de utilidad pública es el robar fincas, fábricas, inmuebles, y en general ser brazo armado para el narcotráfico, el contrabando de combustible, del oro, del coltán etc.. Esa no puede ser, ni lo será, nuestra “Fuerza Armada Nacional por la Libertad y para la Libertad”

Las fuerzas armadas que consienten se viole un principio institucional, tan sencillo como eficaz, para evitar la tiranía, que es la alternancia democrática en las responsabilidades ejecutivas, no puede ser la Fuerza Armada de la República Libre de Venezuela que conquistaremos.

El modelo de Estado que siguen regímenes totalitarios, sin alternancia mediante elecciones libres, aunque hayan asumido por necesidad las aperturas a los mercados capitalistas, como es el caso de China, sin respetar los derechos civiles ciudadanos, no lo que admitimos para nuestra Venezuela. En la tierra de Miranda y de Bolívar no caben modelos de dirigentes como Xi Jinping, Secretario general del Comité Central del Partido Comunista de China y presidente de la Comisión Militar Central, que a su vez es presidente de la República Popular China desde 2013.  Su ansias de poder ya lo llevó, mediante control de la Asamblea del Partido Comunista a impulsar y hacer aprobar la reforma mediante la cual. como es su gusto, se quedaría en el poder después de 2023.

Tampoco es el actual modelo de Estado ruso, donde su tocayo Vladimir Putin se asegura mediante igual manipulación de poder la aprobación de un plebiscito para poderse reelegir hasta el 2036, después que lleva ya en funciones, entre presidente y primer ministro, desde el año 2000.

Modelos de Estado con cambios gatopardianos, mediante los cuales se hacen  negociados ensueños mercados con mafias de control de monopolios y oligopolios que se comparten el botín. No hay leyes ni Poder Judicial ante tales aberraciones. Controlan mono-producción de pocos rubros y/o administran a sus anchas la economía de sus naciones subyugadas, como es el caso de Rusia. Así, manteniendo sus naciones y riquezas secuestradas, no son ni lo serán nunca, paradigma para nuestra conformación de una nueva y auténtica nación libertaria, heredera de las glorias de Sucre y de Mariño.

Esos modelos de ejemplos que he señalado no serán nuestros modelos, o lo que aceptemos pasivamente los venezolanos. Ministro de la defensa de sus intereses personales, y “continuista” de la ofensa y la traición a la patria, Vladimir Padrino López,  aunque hasta hoy haya conseguido mantenerse como títere ruso, y por sus negociados de armas y de cesión de nuestra posición geopolítica para apoyar y apoyarse de ese oprobioso poder, pasará a la historia como ministro de la defensa de un títere castrista, como lo es Nicolás Maduro. Entre tanto, siempre nos tendrá de frente, trabajando, día a día, hasta su apresamiento y enjuiciamiento, para que pague su traición ante los venezolanos que amamos la patria. Usted no tendrá paz en la tierra, ni paz en su alma por lo que ha cometido y continúa cometiendo contra la heroica y libertadora nación de Sebastián Francisco de Miranda. Se lo juro. ¡Venezuela será libre!

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@gonzalezdelcas


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