Resultados electorales

De las “fraudulentas” elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2020:

  1. Según el “ilegal Poder Electoral” venezolano asistieron a las mesas de votación 31% de los ciudadanos con derecho a voto. Lo que significa que en un país polarizado políticamente “triunfó la abstención”, dicha abstención ha resultado ser la mayor de todas las elecciones desde el inicio de la democracia en Venezuela en 1958.
  2. La dictadura narcoterrorista de Maduro “vende esos resultados como un triunfo”; triunfo avalado “a título personal” por José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los jefes del ala bolchevique del PSOE español y quien se ha convertido en un “cómplice de la dictadura narcoterrorista de Maduro”.
  3. Dentro del teórico 31% se encuentran además de los verdaderos simpatizantes de la dictadura narcoterrorista de Maduro (que los hay), todos los militares venezolanos que constitucionalmente tienen derecho al voto, más los funcionarios que temieron a una “segunda lista de Tascón” y a la amenaza pública de Diosdado Cabello de que “quien no vota no come”.
  4. Este “triunfo electoral” solo está “sustentado en las armas que controla el Alto Mando Militar de Vladimir Padrino López, uno de los jefes del Cártel de los Soles”.

Perdí una patria

Tengo dos nacionalidades: venezolana y española.

A partir de la ilegal e inconstitucional elección legislativa del 6 de diciembre de 2020 en Venezuela, definitivamente he perdido una patria: Venezuela.

No me gustaría también perder a España, a la que tanto debo y tanto quiero.

Los abuelos venezolanos que nacimos a mediados del siglo XX, entre los años 1950 y 1970, definitivamente perdimos a una Venezuela próspera, democrática y un poco corrupta, porque tristemente no viviremos el suficiente tiempo para verla libre de la “colonización cubana”.

Les corresponde a los venezolanos y venezolanas nacidos entre los años 1970 y finales del siglo XX intentar recuperarla para el futuro de sus hijos, de la generación “inocente” nacida en el siglo XXI.

Triste herencia han recibido de nuestra “maldita Generación de los Ñángaras”, aunque ya nos lo había advertido George Orwell en su novela 1984.

No quiero perder España

Repito, perdí mi primera patria: Venezuela; no me gustaría perder mi segunda patria: España, a la que tanto debo y  tanto quiero.

No quiero verla convertida en “la república bolivariana de España”, o de lo que pueda quedar de España después de la Independencia de Cataluña y el País Vasco-Navarro.

Pero, así como el futuro de Venezuela lo decidimos democráticamente en las “urnas de votación” los venezolanos de la Generación de los Ñángaras, izquierdistas y populistas que creímos en los “pajaritos preñados” que nos vendió Hugo Chávez…

El futuro de España lo decidirán los votantes españoles de las democráticas elecciones de noviembre de 2023. Estará en sus manos y sus conciencias.

Quiera la mayoría de los españoles no copiar el “modelo bolivariano” y aplicar el refrán que dice: “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

Y que los españoles con derecho a voto en noviembre de 2023 no cometan el error de los venezolanos cuando fuimos advertidos del “peligro bolivariano infectado por la Revolución cubana” y contestábamos “Venezuela no es como Cuba”.

Y que no digan los españoles: “Los españoles y las españolas no somos como los venezolanos y las venezolanas”.

Por tanto, deseo que mis libros Venezuela siglo XXI y Revolución e involución puedan ser un revulsivo más en la conciencia de los lectores españoles para evitar la consolidación del Proyecto Bolivariano en España.

Y disuadirlos del riesgo que representa la consolidación del populismo marxista-leninista del partido político Unidas-Podemos de España, quienes “cual Caballo de Troya” entraron en La Moncloa cuando Pedro Sánchez Pérez-Castejón, otro de los líderes del ala bolchevique del PSOE, les abrió las puertas con el beneplácito de José Luis Rodríguez Zapatero convertido en “cómplice y embajador de la dictadura narcoterrorista de Maduro”.


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