Foto Kevin Arteaga

De acuerdo con las páginas de boletería de eventos en el país, la entrada promedio a cualquiera de los conciertos (algunos de talla internacional) que ahora abarrotan los estadios y auditorios a nivel nacional es de al menos 50 dólares, lo que se traduce en un sueldo mínimo y medio mensual aproximadamente.

Sin embargo, lo impresionante no es que esta nueva ola de eventos de entretenimiento venga al país con precios tan exhorbitantes, como por ejemplo un VIP de 5.000 dólares, sino el aparente aforo que colmó los conciertos, que ante ojos incautos dan una fantasía de aparente bonanza económica.

La verdad de esta situación es tan falaz como lamentable, pues no solo es un engaño perceptivo, sino que responde a una realidad más triste. Estos conciertos solo convocan a un sector social que, ante años de crisis, se refugió (sin ayuda, ni estìmulo estatal) en el comercio y que ahora, al vivir en una dolarización de facto, pudiera reunir para pagar un evento de esa envergadura.

Pero el grueso de la población venezolana, esa que vive de los 30 dólares (por cierto, recién aumentados) mensuales, a duras penas puede alimentarse adecuadamente. Pues según un estudio del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, un hogar venezolano necesita al menos 300 dólares cada mes para poder comer de manera adecuada.

Venezuela está llena de emprendedores; guerreros que resistieron a la crisis más devastadora en nuestra historia republicana, a causa del saqueo de Nicolás Maduro y su política socialista, pero es importante entender que un bodegón no dará prosperidad a un país. No vamos a recuperar el aparato industrial de la nación con restaurantes , barberías y tiendas de ropa. Eso es solo una parte de la reactivación necesaria. Venezuela necesita un cambio de gobierno que dé espacio a políticas macroeconómicas serías, que van desde la inversión extranjera , como la recuperación de la industria petrolera.

A veces las redes sociales pueden engañar a unos pequeños incautos. Pero ¿cómo podemos engañar a ese maestro de escuela que no tiene zapatos para ir a dar clases?, ¿cómo engañan a ese humilde pescador de Puerto Cabello que al llegar a su casa no tiene luz eléctrica ni agua potable?

Según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, desde 2018 hasta 2021 han desertado cerca de 1.500.000 estudiantes de los centros de estudio del país , a causa de la migración masiva, cómo por problemas sociales, vinculados a la pobreza. ¿De verdad podemos creer que Venezuela se está arreglando cuando tenemos estás cifras tan alarmantes?

Durante una visita que hice hace pocos días junto a mis compañeros de Voluntad Popular a Puerto Cabello, donde hace poco hicieron un festival de 7 días, con artistas de talla internacional, nos dimos cuenta de que en el puerto más importante de Venezuela hay comunidades que no saben lo que es un servicio de agua potable.

Además, vimos centros educativos totalmente en abandono, con pupitres destrozados y salones con pizarras partidas. ¿Es verdad entonces que el país está caminando hacia el progreso? No.

Voluntad Popular hoy tiene más convicción que nunca que la única manera de que Venezuela se encamine a un escenario de bonanza económica es luego de recuperar la libertad, de lo contrario sería imposible.

 


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