Definitivamente es falsa la frase «Venezuela se arregló» que se han empeñado en acuñar desde el Estado. Y lo afirmamos porque el balance es nada alentador en materia de los derechos humanos.
El pueblo sigue padeciendo a diario la mala gestión de servicios básicos como el agua y la energía eléctrica, también por la salud pública que está en pésimas condiciones, por los sueldos y las pensiones miserables que se convierten en sal y agua por la hiperinflación que aniquiló el poder adquisitivo. En definitiva. al Estado pareciera no importarle en lo más mínimo e el sufrimiento del soberano.
Solo los altos funcionarios del Estado gozan de buenos servicios básicos, salud con seguros en dólares y sus tres comidas bien resueltas.
Entonces, ante esta situación no puedo más que exigir piedad y clemencia para un pueblo al que todos sus derechos, los que nuestra Constitución garantiza, les siguen siendo violando sistemáticamente.
Considero que el diálogo debe plantearse para el bienestar del pueblo y no para el poder político.