Es abismal el grado persistente de incomprensión del cual están siendo víctimas todos los venezolanos. Está claro que la crisis general y absoluta que vive la nación exige respuestas inmediatas. Año tras año se señala e invoca lo mismo, pues la situación no mejora y degrada aceleradamente la condición de vida de cada ciudadano. Todos los sectores involucrados y en teoría responsables de crear soluciones, al menos paulatinas que alivien el padecimiento de cada ciudadano, cualquiera sea su nivel, se mantienen en un torbellino de incongruencias que no permite sentir ni ver una luz en el camino que anime al país.

Se ha avivado de cierta manera la llama de la esperanza en los sectores combativos de siempre, dentro y fuera del territorio nacional, ante la debacle estrepitosa e indetenible que muestra el régimen, sus políticas y estructuras que inevitablemente los ponen en una gran desventaja ante un futuro proceso electoral por más que fanfarroneen y vociferen tener un posicionamiento que han perdido. Nunca antes quienes simulan gobernar habían puesto tan en evidencia sus debilidades frente a sus seguidores, ante toda Venezuela y el mundo; su imposibilidad de ejercer el poder para brindar bienestar y desarrollo para todos. Los postulados de su proyecto político han generado grandes y escandalosos desfalcos a la nación, producto de la violación sistemática de la Constitución aprobada como un pacto social que generaría el sustento de un proyecto país. Una administración viciada, sin contraloría en las últimas décadas, no podía tener otro destino que el que están viviendo los promotores y seguidores de la revolución. Un escándalo tras otro, todos de grandes proporciones, a los cuales es difícil darles respuesta y mucho menos justificarlos u ocultarlos ante la inacción y complicidad del Estado venezolano y sus países aliados.

Ahora bien, una sociedad dispersa, apaleada y desandando que ha aguantado todo tipo de vejámenes, humillada y dividida, sigue recibiendo la misma dosis y el mismo discurso de todos los bandos, los que se han anclado al poder y se niegan a ceder para una transición y los que aspiran a  gobernar y reivindicar el sufrimiento, las carencias y las violaciones de todos los derechos que constitucionalmente tiene el pueblo venezolano.

Aun cuando existen intereses comunes, los sectores de la sociedad están fraccionados. Todos esperan que se les brinde en una oferta electoral seria, las propuestas para solucionar el estado deplorable en que se encuentran, todo lo que les ha tocado vivir y al que actualmente son sometidos y obligados a sobrellevar.

Se debe iniciar ya, con la participación de la gente, una profilaxis política. El espectro electoral es un escenario contaminado, calamitoso, engañoso, falsario y fraudulento en su gran mayoría

Comienzo por el mal mayor, un régimen que arruinó al país y empobreció a su gente, que logró los índices más deprimentes y cuestionables en la estadística mundial; con la inflación y los índices de pobreza más altos del mundo, la devaluación más elevada y sostenida, el salario más bajo del planeta, que representa un modelo bastardo que agobia a sus habitantes y generó la migración más alta conocida en la historia universal. Llevó a sus índices más bajos e imperceptibles las exportaciones de sus principales riquezas como petróleo, aluminio, hierro y otros, que financiaron y financian irresponsablemente las economías de otros países, en desmedro consciente y premeditado del bienestar del pueblo venezolano. Con estos pocos pero representativos señalamientos perfectamente documentados vemos a diario en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales publicaciones y debates de los usuarios resaltando lo que ya sabemos, además de videos  discursos, imágenes y cualquier otra forma de difusión de los responsables y corresponsables de lo que hoy se vive en el país. No habrá una dirigencia responsable y clara que oriente a quienes quieren salir del régimen, para que conozcan qué conductas deben asumir para verdaderamente aportar algo a la solución del problema y no continuar siendo, de pensamiento, esclavos del pasado y promotores del nefasto presente que nos construyen para alimentar la dieta comunicacional de los laboratorios del régimen, sus socios internos y externos y la llamada falsa oposición. Podrán quienes ostentan el poder seguir engañando a la gente por falta de liderazgo y conducción en la oposición.

En la oposición hay de todo un poco. Todo es multicolor y multipropósito. Existen intentos por asumir la conexión con las mayorías, pero no se ha logrado. Cada minúsculo sector hace esfuerzos por presentarse como una opción, otros anticipadamente buscan acuerdos para vender una fortaleza inexistente. Entre candidatos se copian las premisas de las efímeras, vacías e inexactas ofertas preelectorales. En guerra de encuestas y convocatorias diversas se ve perfectamente que existen al menos 4 sectores de oposición que irán a la contienda presidencial de manera separada. Porque esto no se le dice a la gente. Acaso a futuro no se convierte en un problema y una frustración para el electorado que tendrá que ver 5 o 6 candidatos participando luego de unas primarias, que de paso no terminan de definirse. Lo más grave es que esta diversa y amplia oferta electoral que se busca decantar, no ha promovido o realizado los intentos necesarios para armonizar el ambiente por más complicado, difícil, oscuro y confrontado que esté.

La gente, el pueblo, los venezolanos como lo quieran llamar, pide unidad deslastrándose de la partidocracia tradicional y emergente, por el simple hecho de los fracasos reiterados y la falta de resultados tangibles y asombrosamente la dirigencia visible calificada o no, continúa vendiendo siglas partidistas, contradiciendo el clamor que se manifiesta permanentemente en 75% de la población declarada independiente que se niega a vincularse a la rigidez y control que ejercen quienes dirigen los instrumentos políticos, en su mayoría centralizados, impositivos, sectarios y muy  poco democráticos.

El reciclaje dirigencial está a la orden del día, eso denota la falta de seriedad de muchos actores que imantan sus figuras a cualquier oferta electoral que llene sus expectativas y no precisamente las de índole político. Lo doctrinario dejó de ser un elemento unificador en todos los sectores políticos. Quienes la reavivan lo hacen para instrumentarla y obtener algún pírrico resultado electoral.

Estas inquietudes y señalamientos contribuyen a demostrar que las definiciones y estrategias políticas están muy crudas y los avances que se aspiran deben ir fundamentándose con mucha solidez. Todo lo que se desarrolle improvisadamente tiene sus consecuencias futuras. La inexperiencia no es aceptable en la construcción de las soluciones para la nación. Este fenómeno carcome la administración pública y las ofertas futuras al país deben ser revisadas y científicamente diseñadas por estadistas reconocidos y calificados para que el esfuerzo, desde un principio vaya con pie de plomo acorazado con el conocimiento y blindado contra el fracaso.

La sobredosis que han recibido los venezolanos de parte de la clase política mantiene aún convaleciente el sentido de lucha, pero en fase de recuperación aceptable. El éxito futuro depende de las actuaciones que se generen acertadamente en esta era. Prohibida la imposición, la improvisación y complicidad y bienvenida la unidad, la convivencia e integración.


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