Venezuela la gobierna una mafia criminal. Y los líderes de esa organización criminal que pretenden llamar gobierno son cinco o eran porque uno supuestamente renunció y está desaparecido. Como toda mafia esos ajustes de cuentas son violentos y su resultados se conocen después cuando hay un ganador claro. Pero para entender este negocio sucio y las implicaciones de esta «renuncia», hay que explicar cómo se divide el poder en la kleptocracia criminal venezolana.

A la cabeza del poder, por lo menos los más visibles, están Maduro, su hijo Nicolasito (allá también tienen a su Nicolás) y su esposa Cilia Flores. Luego están los hermanos RodríguezJorge y Delcy, al parecer cercanos a Maduro. El tercero es Diosdado Cabello, cercano a los militares y al cártel de los soles; el cuarto es Vladimir Padrino López, ministro de Defensa de gran confianza de los cubanos y los rusos. Y finalmente, está o estaba el renunciado y desaparecido ministro de Energía y Petróleo Tareck el Aissami, muy cercano a Irán y a Hezbolá.

La narrativa del gobierno es que renunció por unos hechos de corrupción en Pdvsa. Y arrestaron además a muchos funcionarios, jueces y militares de su entorno, lo que muestra claramente que es una purga de poder. Así actúan las dictaduras. Acusan de lo que sea, y la corrupción es apenas una excusa, pues todos los antes nombrados son billonarios por cuenta de la corrupción sistémica que hay en Venezuela, para liquidar la disputa que hay por el poder. Así lo hizo Castro muchas veces al igual que Lenin o Stalin. Nada nuevo ahí.

Lo que sí es nuevo es que esa ruptura con uno de los de clan criminal tiene varias implicaciones y posibles efectos. Ya se dice que todo esto fue obra de Jorge Rodríguez, quien desde años viene minando al turco, como le dicen a El Aissami, y parece ahora haber terminado su trabajo. Sin embargo, quienes conocen a Tareck creen que fácilmente van a haber retaliaciones, en especial contra los hermanos Rodriguez. La cercanía de El Aissami con Hezbolá e Irán le dan la capacidad de negociar una salida, si no está muerto ya.

Lo peor de El Aissami es su vocación sanguinaria, y decir esto del círculo de poder en Venezuela ya es brutal. Quienes menos quieren que esté vivo para hacer oposición son Maduro y su combo y por eso o está muerto o va rumbo a un exilio muy controlado en el Medio Oriente. ¿Y la cárcel por corrupción? Sería un chiste pues todos ellos merecen estar ahí, pero puede ser con un riesgo inmenso para el sistema criminal que hoy manda en Venezuela.

Pero ahí no paran las cosas. El Aissami tenía como trabajo aumentar la producción petrolera y por ende los ingresos del mal llamado gobierno de Venezuela. Esto no se dio. Rusia vende su petróleo con descuento a los mismos clientes y la producción solo bajó. Y el lavado que se iba a hacer a través de una empresa estatal de criptoactivos al parecer desapareció más de 3.000 millones de dólares.

A este descalabro económico se suma la voracidad política de El Aissami quien siempre ha querido reemplazar a Maduro. Esto al parecer fue lo que de verdad motivó su purga. Y los cubanos expertos en este tipo de operaciones la lograron hacer sin que El Aissami, una persona con tentáculos por todos lados, se hubiera percatado de lo que le corría pierna arriba.

Aún falta el último elemento y es, ¿qué más puede pasar? Como lo dijo en una entrevista el dueño de El Nacional de Caracas. Miguel Henrique Otero, esta fractura del poder se da en un momento político y económico crítico para Venezuela.

Hoy el gobierno no le puede pagar a los militares, hace una semana les pidió convertirse en emprendedores, y tampoco a los 4 millones de funcionarios a quienes le pagan 20 dólares al mes (escuchen amigos de la CUT). Con inflación de más del 400% ese 80% de venezolanos que vive bajo la línea de pobreza ya no puede más.

Las protestas sociales rei,vindicativas se multiplican por doquier y la situación sólo va a empeorar. Además los partidos de oposición en medio de una campaña para unas primarias están movilizando a sus partidarios, lo que añade un ingrediente más a este caldo de cultivo para una explosión similar a la primavera árabe.

¿Cuál puede ser la chispa que desate algo parecido a lo del Medio Oriente y logre sacar a esos criminales del poder? ¿Será la represión que se ve venir en este momento de debilidad de la mafia en la cúpula? O los militares que desesperados deciden no caminarle más a este proyecto que enriqueció a unos pocos generales y oficiales y empobreció a toda la tropa. Será que se juntan las protestas reivindicativas y las políticas al estilo Sri Lanka y se toman los centros de poder.

Quizás no pase nada. Pero nunca habían estado las condiciones internas tan listas para que un incidente genere ese rechazo necesario que desencadene un movimiento imparable que saque a esos corruptos mafiosos del poder. La oposición debería pensar esto como alternativa pues nadie cree que esas primarias conduzcan a una elección libre en 2024. Todo está dado. Los venezolanos que ya una vez liberaron al continente tienen una segunda oportunidad para hacerlo. Dios los bendiga y les de coraje y certidumbre para que asuman que por ahí es la cosa. Esperemos.

Artículo publicado por La Silla Rota


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