Trabajadores de Sidor

Venezuela es una amalgama de episodios a diario, hasta ahora sin salida.

Hemos escuchado también a diario que todo esto tenía que pasar y finalmente pasará. Sin embargo, algo bueno ha dejado y es el miedo al enfrentamiento. Los trabajadores de Sidor han sido un claro ejemplo del desprendimiento del temor y continúan luchando por sus justos derechos laborales. Hemos pasado por todo tipo de degradación humana, creíamos haber visto lo insólito y enfrentamos nuevas atrocidades. Nuestra sociedad se desenvuelve en medio de locuras continuas y día tras día se estrenan formas de ataque, entre unos y otros, rayando con  el fanatismo.

Se roban 23.000 millones de dólares y someten a los fruteros a una investigación, porque han perdido sus cosechas por falta de combustible para trasladar sus productos.

Vaya crisis que nos ha tocado sobrevivir. La vida de un ser humano se degrada despiadadamente. Lo que une a un fanático y a un hampón es el entusiasmo, a este último le encanta un atraco y matar.

En término real, en Venezuela disminuye la impunidad y se multiplican los abusos y asesinatos. Los derechos humanos necesitan del socorro internacional, con más fuerza.

Una sociedad descompuesta coloca la vida en segundo plano como en tiempos de la inquisición.

Tenemos inquisiciones gubernamentales venezolanas, establecidas con la intención de aniquilar lo que ideológicamente y en la práctica, está en contraposición con los dogmas del socialismo del siglo XXI.

El mundo se ha ido deshumanizando por las guerras políticas y religiosas y en Venezuela, la balanza se inclina más por 1 onza de oro y menos por el valor de la vida misma.

La dura crisis ha golpeado severamente a los venezolanos y el miedo está siendo vencido por hambre y sed de justicia.

La población venezolana pide a gritos que termine de una vez por todas el enfrentamiento político.

La crisis política y social en Venezuela no debe seguir maltratando severamente a sus ciudadanos.

Se podrá leer y entender en alguna parte, que existe la palabra compasión y debe ser aplicada con urgencia, ante tanto salvajismo desatado en el país.

La gente está cansada y ahora quiere el “juego” político limpio, reglas claras y atención humanizada.

Lo necesario en este momento es definir, por respeto hacia el pueblo, lo que se debe hacer para salir de esta trampa mortal de país fracturado.

Al país lo hundieron por la visión equivocada en el modo de conducir a una nación sin fines de prosperidad, arruinándola por ideas políticas arcaicas. Venezuela, después de tanto aguante, se merece algo mejor.

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