Sí, es cierto. Los venezolanos disponemos de una casa bien grande. Es nuestra Venezuela, que amablemente  cobija a cuantos tuvimos la suerte de nacer y vivir en tan prodigiosas tierras; te admiramos respetuosamente como progenitora nuestra, y estamos bajo tu amparo formando un confortable hogar común, congregados en una muy bien constituida familia, disfrutando de las bellezas naturales que el Creador, con su profundo amor  se dignó legarnos.

Ciertamente, la familia venezolana es numerosa y el hecho de estar integrada por seres humanos civilizados nos indica que debemos ser tolerantes y, por ello, no exigir, forzosamente, identidad en cuanto a las maneras de pensar de cada venezolano. De haberla, no importa pues aquí cabemos todos, el asunto es saber vivir. Procuremos vivir santamente, siempre bien avenidos como una venerable familia. Lo indeseable es que políticamente no estamos unidos; un sector que se siente poderoso mantiene una posición cerrada y muy equivocada que le hace grave daño a más del 80% de los venezolanos y al país en general, con lo cual manifiestan no querer a Venezuela. Cabe apuntar, intereses de algunas parcialidades políticas y de ciertos personeros que han hecho prevalecer intereses partidistas, grupales e individuales son inconvenientes para el país. Las discrepancias existentes entre los venezolanos dolorosamente son profundas y han producido inmenso daño al país, sobre todo a la inmensa mayoría que es la clase desposeída.

Tenemos la obligación de velar por la mejor salud política-económica y social de Venezuela. A todos nos corresponde unir esfuerzos tendentes a hallar la adecuada salida a la injusta y trágica situación por la que actualmente atraviesa nuestra querida Venezuela, llevada a cabo por un minúsculo número de muy incultos venezolanos.

La solución no espera, es urgente. Igual que la hermandad familiar implica unión, solidaridad, sana convivencia y esfuerzos mutuos; es necesario  apartar egoísmos, intereses individuales y grupales. Desunidos no podremos salirle adelante a la angustiante situación actual; por el contrario se agravará y seguirán muriendo de hambre muchos venezolanos. Todos debemos apoyar nuestro hombro bajo la sufrida Venezuela para sostenerla, y evitar que se acabe de derrumbar. Los partidos políticos no se han ocupado seriamente de coordinar esfuerzos tendentes a resolver tan crítica situación, parece que no  quieren al país, no han demostrado vocación de servicio, ni han hecho eficaz trabajo encaminado a resolver tan crítica situación.

Suponemos que, por lo menos, 60% de los venezolanos no tiene militancia política partidista; indudablemente, hay allí grandes capacidades, riquísimos talentos humanos a tomar en cuenta. Pongámonos de acuerdo y para la mejor salud de nuestra casa, seleccionemos los mejores.

Esta bella Venezuela de ubicación privilegiada, bendecida por el Creador con tan bellos cielos, prodigiosas tierras, bosques, campos, lagos y ríos que integran nuestra bella naturaleza poseedora, además, de inmensas riquezas bajo y sobre su superficie. Así, por ejemplo, el petróleo, la gran riqueza que ningún trabajo nos costó, los gobernantes lo han manejado  siniestramente, a su antojo, como si fueran sus dueños y con el ánimo más de destruirla para que haya más hambre. No lo sembraron, como lo predicó nuestro ilustre Úslar Pietri, en educación, en capacitación para el trabajo en la formación de profesionales en  diversas materias encaminadas al desarrollo productivo, en aprendizajes  útiles, ni en vías férreas que comunicaran a todo el país. Como tampoco, y menos ahora, en salud y educación. Pareciera no haberse entendido que educación, salud y trabajo son primordiales y esenciales para el desarrollo socio-económico del país con abundante y sana alimentación. Igualmente, para ponerle punto final a la insoportable calamidad que hoy sufrimos en Venezuela.

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