En este verano venezolano, la Semana Santa 2024 nos dejó una buena pesca de pirañas electorales, que se hacen llamar «caribes» para esconder su rol de zamuros que limpian de basura nuestros ríos, con sus dientes afilados sobre el patrimonio público. El caricaturista Máximo en su libro Animales políticos lo ha definido como un «mercenario fluvial» y nuestro historiador Guillermo Morón cuenta que, desde el primer momento de la historia, los caribes se dedicaron a su legítima tarea. Porque antes de comerse enteritas las reses que metían sus patas en sus dominios, ya peleaban, en cayapa, a los otros inocentes seres, los báquiros, los chiguires, los venados y demás pobladores de la tierra». Pues bien, estas pirañas electoreras inscritos como aspirantes presidenciales a espaldas de la decencia ciudadana y sin el prestigio de un José Antonio Páez, los hermanos Monagas y Guzmán Blanco, estos últimos corrompidos y nepóticos y en el siglo XX, que se quedan como niños de pechos frente a los de hoy. Rómulo Gallegos, hasta la excepción de un idealista como Chávez, pretendiendo que los borregos sufraguemos por ellos. En ese pantanal, el economista petrolero Rafael Quiroz Serrano, reconoció en la persona del doctor Eduardo Fernández, su propuesta de un «Pacto de Estado por la gobernabilidad» y muy puntualmente en lo económico. Que nos permitirá recuperar la industria petrolera nacional y así reconstruir el país.

“Eduardo Fernández ha dado con el clavo en el tema petrolero, no solo por la conceptualización y la talla con que lo hace; sino porque es realmente el tema petrolero, y ningún otro, el tema, capaz de generar confianza… un plan financiero con apoyo del FMI que nos permita reestructurar la inmensa deuda que tiene la República y Pdvsa; (y con) un modelo de negocio petrolero atractivo y 120.000 millones de dólares (120 MMM US$), nosotros podemos en un período de seis recuperar la industria «…

Días atrás, Quiroz Serrano se interrogaba: ¿Aún somos importantes para Estados Unidos en petróleo? (marzo 12 de 2024) pregunta que, hoy por hoy, se hace cualquier venezolano, es si, a pesar del desastre en que se encuentra nuestra industria petrolera nacional seguimos siendo, como lo fuimos durante largas décadas, importantes para los Estados Unidos de Norte América en materia de suministro de hidrocarburos. Y la respuesta es tajante, ya no somos importantes, ni mucho menos fundamentales como sí lo fuimos en el pasado… «Gracias a la sangre nacionalista que corre por nuestras venas, los venezolanos somos proclives a ensalzar y elevar a niveles casi que paroxísticos todo lo que envuelve el ser nacional y las ventajas comparativas, y competitivas, de nuestro país. Y por allí llegamos a creer que seguimos siendo “el ombligo” petrolero del “imperio” norteamericano, y que con 140.000 barriles diarios (b/d) que produce tímidamente Chevron, y que es lo único que exportamos a Estados Unidos, “el petróleo venezolano es importante y fundamental para Estados Unidos”.

Aún con esa realidad, tiene sentido la propuesta de Eduardo Fernández, solo viable con un cambio de gobierno para generar confianza con futuros inversionistas y prestamistas. Ahora, somos un intestino por dónde defecamos nuestras miserias políticas y económicas de unas élites parasitarias. De allí, que con la piraña política, civil y militarista en su envoltorios económico, no nos conduce sino a la bancarrota y con su visión de estadista, Rómulo Betancourt al intervenir en el entonces Senado de la República que discutía la “Ley de Nacionalización del Petróleo” al preguntarse cómo sería el control del Estado sobre esa industria se interrogó ¿Lo vamos a realizar sin tomarse cuenta que estamos en un mundo muy distante de la autosuficiencia o autarquía o el robinsoneo de los mitos? Estamos en un mundo interrelacionado, nadie puede aspirar a tomar decisiones exclusivamente nacionales; el nacionalismo no es incompatible con el internacionalismo. Cuando se reúnen no solo en las Naciones Unidas, sino en el club de Roma, los representantes de todos los países es a discutir en forma ecuménica, mundial, global, los problemas que afectan a la humanidad. Así lo han entendido muy bien los Estados que han nacionalizado su petróleo”…

Es valedera por lo tanto, la opinión de Betancourt a los fines del rescate de la industria petrolera, que ha servido para corromper a medio mundo, estos 24 años del siglo XXI.

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