Crónica de una crisis anunciada

En Gaceta Oficial Extraordinaria No. 6.519 del viernes 13 de marzo de 2020, se decretó el estado de alarma en todo el país para adoptar las medidas necesarias destinadas, según los términos de la Gaceta, a «mitigar y erradicar los riesgos de epidemia relacionados con el coronavirus (COVID-19)». Sin embargo, los venezolanos tuvimos acceso a esta Gaceta Oficial el lunes 16 de marzo. Desde el miércoles o el jueves de la semana anterior existía el rumor del inminente decreto de estado de excepción o de alarma ante los casos reportados.

Ese fin de semana del 14 y 15 de marzo, el equipo de Sergio Monsalve y Malena Ferrer comenzaría las grabaciones de su documental Venezuela en cuarentena. Tienen años de experiencia en la realización de documentales los profesores Monsalve y Ferrer, de hecho, su trabajo anterior titulado Esto no es un apagón es otro largometraje que da cuenta de su mística de trabajo al reflejar la situación de crisis eléctrica del país durante esos 7 días del mes de marzo de 2019.

La intención de Monsalve, como director y coproductor, y de Ferrer, como diseñadora gráfica, coproductora y editora, era dejar constancia de esos primeros dos meses de encierro (porque obviamente el aislamiento ya no tiene fines preventivos) a través del testimonio de al menos 15 personas desde distintos puntos de vista.

El documental

Como refieren los realizadores del documental a través de sus redes, con la técnica sencilla de talking heads, recogieron el testimonio de al menos 15 personas, entre los que podemos mencionar a Héctor Manríquez (actor/dramaturgo), Martín Toro (médico), Douglas León Natera (presidente de la Federación Médica Venezolana), César Pérez (experto en historia), Víctor Amaya (periodista), Luis Bond (comunicador social), Paola Ramos (comunicadora social), Sonia Guillén (jubilada), Scarlett Salazar (médico), Arnaldo Espinoza (periodista), Jesús Espinoza (trabajador residencial), Gabriel Núñez (humorista), Sócrates Serrano (actor, docente y psicólogo), Andrés Simón González-Silen (médico), Jaime Andrés Bello (cronista y gestor cultural) y yo, como abogado y miembro del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad).

Cada entrevista constituye un testimonio valioso, pero destaco a 2 de los entrevistados por la huella que dejaron en mí al ver el documental completo. Destaca Sócrates Serrano, reflexivo y tranquilo, y refiere la anécdota en que meses atrás le hicieron una despedida ante la posibilidad bastante cercana de migrar y hoy sigue aquí. Serrano afirma que «la paradoja de todo esto es que pareciera que para donde tenemos que irnos es a este espacio [señalándose a sí mismo] más íntimo y más privado…» que «el paraíso perdido son nuestras propias casas… el encuentro con nosotros mismos».

El documental, como puede esperarse de uno que refleje la realidad del país, no se agota con una letanía de denuncias o quejas. Muestra mucho más que eso. Jaime Andrés Bello, como cronista y gestor cultural, destaca que el arte no escapa de nuestra realidad pero aun así no para, «la ópera es un arte que está vigente… la vida sigue, nos tenemos que conectar con lo que sigue, tenemos que superar lo que estamos pasando y ese es un mensaje que ha estado presente siempre en el arte».

Preestreno

El documental en sí mismo es una muestra de resistencia a pesar de las hostiles circunstancias. Pero la forma de difundirlo también lo ha sido. Los profesores a lo largo de una semana hicieron el preestreno del documental a través de sus canales de Youtube y a través de un pago simbólico se pudo ver el documental y participar posteriormente en un foro con los realizadores del documental.

El mensaje fue fuerte y claro: que el lucro no debe ser satanizado porque es lo que permitirá seguir produciendo contenido audiovisual; que existen formas para esquivar la censura y la ausencia de las plataformas de exhibición de este material y que Venezuela no se rinde, a pesar de todo, resiste.


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