Cada día surgen del Pdvsagate más datos asquerosos y comprobables que culpan  al castrochavismo desde su origen y en todas sus versiones. Nombres individuales, empresariales, bancarios y sindicatos -algunos auténticos, la mayoría falsos a través de testaferros locales y foráneos- que juntos configuran un eslabón central de la complejísima y muy poderosa red transnacional del crimen organizado.

Es gigantesca la riqueza mineral de Venezuela con sus joyas geológicas encabezadas por petróleo, junto al oro, hierro, manganeso, coltrán, bauxita, carbón, aluminio y diamantes. Privilegio unido a su estratégica posición geográfica  ubicada en el medio de las tres Américas. Contiene variada topografía con moderados climas de mar extenso, sierras andinas, extensos llanos de suelo fértil abonados por el Orinoco y sus afluentes.

Envidiables atributos que convierten a su territorio en la heredera más codiciada por neozares, reyes, príncipes, dictadores y tiranos con viejas, nuevas y decadentes dirigencias políticas de ideologías contrarias a su norte, sur y más radicalmente hoy, a las izquierdas y derechas igualadas por sus métodos totalitarios.

En sus 211 años independientes de conquistadores y colonizadores imperiales, apenas alcanzó seguidos 40 años de  difícil democracia, imperfecta como todo producto humano, perfectible cuando logra que desde elecciones libres, limpias y respetadas, sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial se vigilen entre sí, pero en definitiva se preserve desde organismos constitucionales apartidistas básicos: Contraloría y Fiscalía. El chavismo nunca informó a la ciudadanía con documentación veraz, como lo exigen las leyes, sobre sus registros de ganancias y pérdidas en inversiones y deudas públicas para no dejar rastro de su constante ladronería privada.

El Pdvsagate ha destapado esa olla podrida a fuego lento durante 22 años revolucionarios. La devastación institucional -que tantos países de sistemas distintos secundaron por sus propios intereses financieros mirando para otro lado y postergando soluciones con vacía retórica- llegó al fondo. Es evidente que Cubazuela se rige por el mecanismo profundamente corrupto de un militarismo en uniformes castrenses aliado estrechamente con oportunistas civiles no civilistas en llave para mantenerse en el poder a costa de lo que sea. Hoy continúa activa en algunas de sus fechorías habituales -ejecuciones y torturas- a relativa sombra porque los acechan las lupas de tribunales internacionales, en especial el Penal de La Haya que tarda, pero cada vez menos y les llegará.

Entre los dolores que tanto sufren los venezolanos de adentro y afuera por la desaparecida República Civil, quizás el más agudo y vergonzoso es propiciado por la denominada oposición, fragmentada sin remedio debido a su incrustado yoísmo presidencialista que colabora con el dividir para reinar del Fuerte Tiuna-Miraflores.

El Pdvsagate es la gota que colma el vaso de la obediencia aprendida a fuerza de un milicivismo psicóticamente armado. Las recientes manifestaciones y protestas en su cantidad, frecuencia, continuidad, lenguaje y gestualidad muestran asco, repulsión, impaciencia, grima, furia, hartazgo. Y si la disidencia partidista le sigue el juego al desgobierno con autistas elecciones que legitiman al régimen y permite acuerdos tramposos, inconsultos, con gobernantes vecinos y lejanos, pero presentes por cable submarino, esta última oportunidad para la liberación también se perderá.

En su insuperable Masa y poder (1981) el Nobel escritor búlgaro Elías Canetti detalló motivos, desarrollo y relación entre la conducta colectiva cuando reacciona contra un gobierno impuesto. Deduce que un solo elemento determina su desenlace. Es nada más y nada menos que el tiempo de actuar. Al disidente que se jacta de ser democrático en Cubazuela le conviene leerlo, comprenderlo y aplicarlo.

Porque la mesa de la masa por fin está servida.

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