En una Venezuela oprimida nos toca celebrar con devoción una de las fechas significativas de los cristianos como es el nacimiento del Niño Dios. Este acontecimiento extraordinario tiene repercusión mundial, aunque algunos limitados en su entendimiento prefieran decir felices fiestas en lugar de lo que corresponde y da sentido a la fiesta: Feliz Navidad. Navidad es una celebración con identidad cristiana y el pesebre de Belén la representa en su sencillez. Celebramos que llegamos a la plenitud del tiempo en el que Dios envió a su hijo para salvarnos.

El mundo de hoy en crisis y sin rumbo es consecuencia del abandono de los principios y valores del cristianismo para una vida digna de ser vivida.

Hoy celebramos el nacimiento de una fuerza de salvación que nos liberará de los enemigos, iluminará nuestras tinieblas y nos guiará por caminos de Paz. Dios ha asumido la condición humana para liberarnos de la esclavitud del pecado y nos abre el camino hacia la vida eterna.

Los cristianos estamos llamados a construir un mundo de justicia, paz, progreso, libertad, solidaridad y fraternidad. Somos seres para la vida y no seres para la muerte. El árbol del comunismo no produce buenos frutos sino antropofagia.

Cuando se pierde el sentido de justicia queda solo la barbaridad que nos arrastra a la sociedad deshilachada conformada por la estulticia del binomio Chávez-Maduro, quienes han pretendido esclavizarnos con el pensamiento único. Justicia es debido proceso, presunción de inocencia y proporcionalidad del castigo. Personalizar al otro es la clave de la nueva sociedad. Ser persona con claro discernimiento de mente y corazón, seres compasivos formados en hogares que no son simples viviendas. La refundación comienza por casa.

Jesucristo vino, viene y vendrá, para lo cual todos debemos empeñarnos en la edificación de un mundo fraterno para recibirlo en una humanidad sin opresores ni oprimidos. Navidad es incompatible con presos políticos. Jesús nos liberó para ser libres. El pasado pasó, el futuro no es, lo único que existe es el presente. Siempre llenos de fe, esperanza y caridad comprometidos en la construcción de un mundo mejor. Queremos vidas que terminen en luz y vida y no en oscuridad y muerte. Las mafias que usurpan el poder han hecho del ciudadano un mendigo de justicia, subsistencia y libertad. La nación es su hacienda personal.

El liderazgo que elegiremos trabajará para que la gente afirmada en su dignidad esencial e irrenunciable piense con cabeza propia orientada al bien común. Distinguimos entre el ciudadano libre y responsable del ciudadano masa que sólo requiere de jefes y sargentos. Así los quiere la corporación criminal para dominarlos y mantenerse en el poder. Estamos en el mundo para algo, con una misión de vida, para desarrollarnos no hay que asesinar a los vulnerables.

Hoy desde el cielo ha descendido la paz verdadera sobre nosotros. Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad.

¡Libertad para Javier Tarazona. No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!


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