Cuarenta años de continuo esfuerzo democrático (1958-1998) soportando, entre otras acechanzas, embestidas del golpismo militarista de un lado y la aventura guerrillera del castrocomunismo del otro. Dolorosamente el vencedor, por ahora, ha sido Castro, quien derrotó a nuestra democracia, manipulando a alguien que vino desde adentro. Al traicionar a sus propios compañeros de armas, Hugo Chávez, como me lo reconoció en una conversación el comandante Jesús Urdaneta Hernández, les había salido comunista.

El resultado, por ahora, es que cada vez más miles y miles de familias huyen del que fuera nuestro país, Venezuela, hacia una suerte de destierro, para escapar de las existentes condiciones de secuestro y cobardía represiva, que sigue siendo dirigida  desde La Habana.

Aquella Venezuela de finales de los noventa, patria natal y también madre adoptiva generosa de decenas de millones de seres, con cantidades casi iguales entre ambas por el alto número de inmigrantes que, ya desde finales de los años cuarenta y hacia 1961, como lo recogen los censos oficiales de población, presentaba el mayor y raudo crecimiento poblacional, de los más altos del mundo.

Esta Venezuela de hoy se regresa, a tantos y tantos sitios desde donde llegaron, en todos los lugares y continentes del planeta: de Europa, América Latina, del Medio Oriente, y hasta la lejana Asia. Ha comenzado a ser la errante Venezuela, la desterrada, que cual pueblo de Israel que vagó durante cuarenta años por el desierto, está deambulando por decenas de países, acosada más que por falta de alimento y cobijo, por ausencia de derechos humanos integrales, donde se pueda producir y vivir dignamente en libertad.

La patética imagen de arribo al aeropuerto de Miami del designado por mandato constitucional como presidente encargado de Venezuela (enero de 2019), hasta su defenestración reciente por politiquería de esa Asamblea Nacional de 2015, cierra un ciclo de traición y dolor inmensurable. En lo personal, quien les escribe estas líneas, comparte lo que ha tenido como un extraño sentimiento de lástima y mezcla de vergüenza con rabia al ver que nuestra patria ha sido defraudada nuevamente. Conductas políticas inconsistentes con el deber ser. Inconsecuencias y manipulaciones que luego devienen también en traición para con los sacrificios de nuestros padres fundadores y los héroes que recientemente ha perdido la nación, y otros que permanecen encarcelados por el cobarde régimen violador de Maduro; en lo que se ha constituido en un desierto criminal de narcotiranía genocida.

¿Qué será lo que falló o no se entendió? ¿Cuál fue la mayor sinrazón, seguramente entre varias importantes? ¿Qué pudo más que el sensato consenso político de la conjunta construcción de una eficaz fórmula para la expulsión de dicha tiranía? ¿Por qué entre todos los sectores democráticos no se pudo antes robustecer un Estado de Derecho fehaciente en Venezuela que impidiera todo lo que ahora nos aniquila? ¿Qué karma es el que realmente estamos arrastrando como nación?

Es momento de asumir con coraje la lucha por nuestros valores occidentales. Estar alertas con los que defienden símbolos religiosos o patrioteros asumidos de modo incorrecto y que nos quieren imponer tiranías. Esos que nos están desestructurando y distanciando como sociedad, a nivel mundial , y de nuestros verdaderos héroes y hombres dignos. Héroes sí que existieron y aún existen entre nuestros pueblos. Los que luchan contra la opresión frente a nuevos o seniles abusos. Vengan de donde vengan. Abusos de cualquier seudo líder político o religioso. Abusos que no puede permitirse que pasen inadvertidos ni que se afiancen contra nuestros pueblos, mientras mantenemos una mirada impávida ante quienes los quieran disfrazar o confundir. Sus violaciones de derechos humanos no se tapan con bailes ni con sornas. Tampoco con lujurias de supuestas bellezas de mujeres que como muñecas aparentes son solo símbolo de prostitución y ausencia de empatía con sentimientos nobles hacia su propia nación venezolana; la misma que en estos tiempos desfallece por hambre, falta de tratamientos médicos y otras múltiples carencias.

Si se le saca la lengua al niño, que es en realidad todo un pueblo que mira como un infante inerte, que no logra reaccionar pues está en formación de sus auténticos valores y principios, como es el vital respeto a su integridad física y mental, su libertad y para que pueda como adulto valerse por si mismo y disponer de su cuerpo y de su mente. Hay que darle protección a las naciones subyugadas por falsos profetas y tiranos politiqueros. Si no se asume ahora, luego se estará en peor posición, pues habrán distorsionado ya esas mentes a su favor los malvados. Siempre es el momento oportuno de hacer esa defensa de la libertad y de la democracia. Defensa del derecho a la salud del niño y de la maternidad, ante la constante incitación al morbo de la degradación de la belleza de la sexualidad humana. Defensa de lo sublime de la afectividad, mediante la sana caricia que se aprende desde el respeto al desarrollo mental, sin la drogadicción ni el alcoholismo. Defensa de la honestidad intelectual y material.

Hoy, de esta Venezuela de 2023 ha salido una población equivalente a la que tenía para el censo de 1961, alrededor de 7,5 millones de habitantes. Población de inmigrantes que supera a la población de El Salvador o de la Nicaragua de hoy.  La que fue nuestra República de Venezuela, hoy supuesta “República Bolivariana”, se va quedando más y más sin sus jóvenes, que salen a un exilio de sobrevivencia y búsqueda de futuro. Van al encuentro de la esperanza. Esperanza que se les ha robado en su país de origen. Van con las peores heridas de la vergüenza, dentro de las diversas formas de daños que les han infligido. Por ello es preciso recordarles su país libertador y glorioso en la fundación de repúblicas. A ese país liberado ya, en algún momento feliz, podrán volver. Del trato que reciban en los países receptores, esos que gracias a su comprensión saben compartir el reto humanitario de encauzarlos, como fuerzas productivas y de construcción de nuevas ciudadanías, les aseguramos que imperecederamente la Venezuela que renacerá de sus cenizas les sabrá recompensar con creces, por todos los apoyos recibidos.

[email protected]/@gonzlaezdelcas


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