El hecho migratorio venezolano no tiene precedente en nuestra región, el año 2019 culminó con 4,8 millones de venezolanos fuera de nuestro país, según Acnur. Es decir, alrededor de 15% de la población nacional se ha ido de una Venezuela plagada de graves problemas, increíbles y difíciles de aceptar en pleno siglo XXI, en una sociedad históricamente pujante y en vías de desarrollo, además de las inconmensurables riquezas naturales disponibles en nuestro país. Los emigrantes se fueron afectados por las insoportables dificultades: “Escasez de alimentos y medicina, hiperinflación, violencia generalizada, existencia o percepción de control social, etc.”. De tal manera que Venezuela se convierte de pronto en un país de alarmante crecimiento emigratorio. (Grupo de trabajo de la OEA “Informe Preliminar sobre la crisis de migrantes y refugiados venezolanos en la región”, Estados Unidos, 2019).

Es oportuno resaltar que el venezolano no ha tenido cultura emigratoria, Venezuela ha sido un país receptor y nunca emisor de migrantes.

A lo largo de la historia contemporánea, España y Venezuela han mantenido excelentes relaciones bilaterales, salvo algunos muy contados enfrentamientos políticos, que no han sido motivo para interrumpir una historia compartida entre ambas naciones de armonía bajo los valores de  solidaridad, cooperación y amistad. Los fuertes lazos culturales, religiosos y económicos se han mantenido, por lo cual España se ha podido afianzar como uno de los más importantes destinos migratorios de los venezolanos.

En un estudio realizado por Tomás Castillo y Mercedes Reguant en la Universidad de Barcelona, España, con base en datos del Instituto Nacional de Estadística de España, se demuestra que en los últimos quince años la mayor concentración de inmigrantes venezolanos en España se presenta en Canarias con 38%, seguido por Madrid (25%), Galicia (17%) y Cataluña (16%), y 4% esparcido en las demás comunidades españolas. (Tomás Castillo, Mercedes Reguant; “Percepciones sobre la migración venezolana”, Universidad de Barcelona, España, 2017).

Estos venezolanos que están actualmente en España entran, en general, dentro de la categoría de inmigrantes cualificados, es decir, migrantes con estudios universitarios de pregrado, posgrado; emprendedores que pueden contribuir al desarrollo de España gracias a sus competencias y habilidades en distintas áreas profesionales. Es una colectividad que está conformada por un capital humano que lleva implícito formación académica, conocimiento, experiencia profesional, capacidades probadas que redundan en efectividad y emprendimiento, que sin lugar a dudas pueden incidir en el crecimiento de España y cualquier país. Adicionalmente, otra característica interesante es que están acostumbrados a relacionarse en un ambiente de diversidad religiosa y étnica, aspecto  favorable en su proceso de integración. (Iván de la Vega, Claudia Vargas, “Emigración intelectual y general en Venezuela”, Universidad Simón Bolívar, Caracas, 2019).

Los motivos que impulsan la emigración del venezolano específicamente a España son diversos según las aspiraciones de cada persona, pero en general se puede mencionar que uno de los más importantes es que España es la primera opción para los numerosos españoles residenciados en Venezuela y sus descendientes por razones de identidad. En otros casos, para los venezolanos sin nexos con España, este país es muy atractivo por contar con una excelente estabilidad económica; por no ser un país de conflictividad social y política, con buenas relaciones con sus vecinos europeos y todos los países del mundo; por las oportunidades para  desarrollar carrera profesional y seguir estudios superiores; por la confluencia de una aproximación idiomática y cultural; y en definitiva y muy importante, por la posibilidad de disfrutar de la aspirada mejoría en la calidad de vida.

Con  respecto a la situación actual en Venezuela, el inmigrante venezolano en España siente dolor, molestia, indignación y tristeza, y nunca falta la melancolía, su patria es un tema que le “mueve las fibras” y potencia sus sentimientos. Considera que la situación de su país es “mala”, “grave”, “paupérrima”, y lo peor es que no vislumbra un posible cambio. La factibilidad  de su retorno (para algunos, tal vez la minoría) sería probable solo si surge un cambio estructural más allá que un cambio de gobierno, cosa que él no percibe a corto ni mediano plazo.

El potencial, humano y profesional de este grupo de venezolanos en España, será evidenciado y contribuirá con su aporte al planificado desarrollo nacional, en función de la política migratoria del gobierno español y de la actitud receptora y amigable de su sociedad.

 


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