migrantes
Foto EFE 

Centroamericanos, caribeños, suramericanos continúan llegando a la frontera sur de los Estados Unidos de América en caravanas junto con ciudadanos de otros lares del mundo para tocarles la puerta a la nación del norte; brincar el muro limítrofe; o tirarse a nado al Río Grande, si la primera opción no se da; para alcanzar desde México la orilla norte, ribera que en su mente vislumbra desde que partió del hogar en busca del sueño americano para sí y su núcleo familiar.

Muchos logran su cometido; otros despiertan del ensueño al ser capturados por la policía de frontera, para luego ser reseñados y deportados en el mejor de los casos, o encarcelados por delitos cometidos en territorio norteamericano.

Múltiples son las razones que motivan a los ciudadanos a desplazarse de su lugar de origen hacia otros confines del planeta. Dentro de estas destacan los aspectos políticos, económicos, sociales, religiosos, por ausencia de puestos de trabajo, limitada libertad de culto y restringida libertad de expresión, como por ejemplo perseguidos por ejercer el derecho a la protesta o disentir del gobernante de turno.

Tortura, confinamiento, restricciones en el desplazamiento dentro del territorio patrio y presentación periódica ante las autoridades son algunas de las penas que imponen a dirigentes vecinales -en violación de sus derechos humanos- cuando alzaron la voz junto a la comunidad para exigir servicios públicos, los cuales cuyo suministro, construcción y mantenimiento son responsabilidad.

Quienes son devueltos a territorio azteca en el primer contacto con las autoridades de aduana e inmigración y frontera luego de caminar miles de kilómetros desde su terruño materno, lo hacen en el mejor de los casos bajo la certidumbre oficial de esperar ser llamados para una segunda reunión en la cual supuestamente se decidiría positivamente su formal solicitud de ingreso; o le informarán sobre su inmediato extrañamiento junto al grupo familiar si es que ellos le acompañan.

De ser rechazados solo les queda regresar a su patria chica o radicarse en México para hacer vida en este país amigo o en cualquier otro que transitan en la travesía de vuelta.

La lengua española en el 2060 convertirá a Estados Unidos en el segundo país con mayor número de hispanoparlantes en todo el mundo precedido solo de México, indica el Spanish Council de Estados Unidos.

Ello es una muy clara indicación del asentamiento logrado históricamente de las etnias provenientes de naciones que se expresan en castellano en su aporte al progreso del país que les acoge.

El Instituto Cervantes enseña que, desde 2020, 489 millones de personas se expresan en su lengua materna, mientras el uso del idioma español continúa en ascenso en el mundo.

Con motivo del Día del Refugiado en el mes de junio de 2023, Acnur publicó un resumen sobre la situación social de los desalojados: “En este momento, más personas que nunca se han visto obligadas a huir de sus hogares, con la asombrosa cifra de 110 millones  de personas proscritas en todo el mundo”. Esta cifra de 110 millones de Acnur incluye refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos.

A partir de 2022, 52% de los refugiados en el mundo corresponde a sirios, ucranianios y afganos.

En América del Sur, Venezuela con 7,2 millones de corridos, principalmente caminan hacia países del sur en el mismo continente; mientras el Caribe y Estados Unidos es  adonde se dirigen  ciudadanos necesitados de ayuda humanitaria. Desde 2015 Colombia, Ecuador  y Perú son las naciones en las cuales los habitantes de Venezuela buscan rehacer sus quehaceres.

El  gobierno de Joe Biden ha establecido novedosos programas como Welcome Corps, en el cual personas residentes patrocinan de manera privada a un extranjero refugiado para reasentarse en territorio norteamericano. Para mayor información https://www.rescue.org/article/new-way-greet-refugees-welcome-corps.

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