Con motivo de celebrarse el 20 de junio el Día Mundial del Refugiado, comento a ustedes la situación por la cual pasan los venezolanos desde su obligada partida hasta el retorno de quienes vuelven a casa y son maltratados por las mal llamadas autoridades que hoy ocupan la nacionalidad en la zona limítrofe con otros países.

Organizaciones sin fines de lucro que prestan atención y asientan la data recopilada de la población migrante local e internacional reportan su actividad a la máxima autoridad sobre asilados: la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur.

Conforme indican las estadísticas actualizadas por Acnur, Venezuela es el segundo país en el mundo con el más abultado número de habitantes que abandona su territorio para vagar en busca de mejores partes donde sentar su grupo familiar.

Hace especial énfasis esta institución en la condición mundial de los habitantes del globo terráqueo cuando afirman que existen 79 millones de refugiados, cifra récord en los anales de la historia, lo cual constituye una lamentable noticia para quienes son propulsores de los derechos humanos.

Hacia la segunda mitad del siglo XX, Suramérica vivió una era convulsionada por movimientos de extrema izquierda que causaron muerte y desolación a sus habitantes. Estos –obligados por las circunstancias patrocinadas por el comunismo cubano– se trasladaron principalmente hacia Venezuela, donde fueron acogidos con la hermandad que por igual habla, similar religión y parecidas costumbres los sentían venezolanos como iguales.

A finales de la centuria pasada en Venezuela se radicaliza el ejercicio del poder con la dictadura de extrema izquierda implantada por Hugo Chávez Frías hasta su muerte, para dar paso luego a la tiranía comunista de Nicolás Maduro Moros.

Ya en este siglo XXI la crítica situación política del país bolivariano, luego de las elecciones presidenciales de 2013 en la cual arrebatara Nicolás Maduro fraudulentamente el triunfo al candidato de la oposición, Henrique Capriles, obligó a sus habitantes a abandonar urbanizaciones y barriadas para partir sin rumbo fijo, hacia el continente suramericano la gran mayoría en busca de amparo.

Quienes disponían de recursos económicos para trasladarse por vía aérea y con anterioridad desarrollaron vínculos en otros países, se dispusieron desde principios de siglo a buscar oportunidades de trabajo realizando las pertinentes diligencias legales de traslado que les permitieran esperar prudencialmente o echar raíces definitivas más allá de la patria invadida.

Otros, los más limitados, ocupaban puestos en transporte público interandinos para llegar a países de la cordillera esperando contar con la solidaridad de las autoridades, como en efecto aconteció.

Esa realidad económica que vivía el venezolano en la época democrática, pensaban los viajantes fuese de gran similitud en otros países de habla hispana adonde decidieron partir.

Los pobres, 80% de los habitantes, junto a casi 7 millones de seres que subsisten en pobreza extrema, se ven obligados recorrer a pie cientos de kilómetros cargando a cuestas la esperanza de enviar algún dinero a su familia tan pronto consigan dónde trabajar.

Venezolanos esperaban retribución a la acogida que brindaron a los hispanos en el pasado provenientes de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina .

Estos fueron atendidos por los gobiernos como por los vecinos, pero las bondades que brindaba una nación petrolera no era siquiera parecida en los países anteriormente nombrados.

Unos caminantes lograron adecuarse y ubicaron dónde laborar en regiones necesitadas de profesionales y técnicos. Otros, entre varios oficios, subsistían dentro de una economía limitada en la que la captación de mano obra se caracterizaba por ser mayor a las plazas disponibles.

La discriminación cobra ímpetu en el corto plazo en ciertos pueblos y ciudades, cuando sus habitantes perciben que los naturales de la rica tierra petrolera no traen los recursos esperados sino que, por el contrario, están para compartir el pan de cada día que escasamente alcanza.

Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, afirma que Venezuela está en el primer lugar de desplazados en América. Con 5,1 millones de ciudadanos por el mundo, según informe de 2019, ocupa el segundo sitio en el mundo tras Siria (6,6 millones de personas), país en permanente conflicto bélico.

Augura Acnur que tal cifra aumentará con el transcurrir de los días, al igual que las calamidades de los venezolanos.

Analistas indican que de no lograrse un cambio de régimen tendrán los ciudadanos más penurias y necesidades.

Los hijos de Bolívar que regresan a su terruño estoy seguro de que aprendieron con el estómago y el corazón que madre y patria hay solo una; ¡defendámoslas entonces!

 

 


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