Decir que quienes poseen el poder político en Venezuela están vendiendo al país pareciera redundante y repetitivo, como dice el refrán, “llover sobre mojado”, sin embargo es menester decirlo, porque es una realidad que sigue pasando frente a nuestros ojos.

Así como el finado le entregó la soberanía nacional a los cubanos, así como empezó el arrodillamiento frente a China y Rusia, de esa misma forma su sucesor hace lo propio con Irán.

No se puede olvidar que en la actualidad tenemos cubanos en los cuarteles, en los centros de salud, en las escuelas y dentro de las Fuerzas Armadas; de esa misma forma tenemos a los rusos metidos en el ejército nacional y en temas económicos.

Ni hablar de los chinos que están metidos de cabeza en Petróleos de Venezuela y en el Arco Minero; es decir, en todos los rincones de Venezuela están las manos peludas de los dueños del sistema, dicho en otras palabras, los nuevos “amos del país” que de criollos no tienen nada.

Ahora, con el mayor descaro, Nicolás Maduro le entrega a los iraníes 1 millón de hectáreas de las mejores tierras cultivables de la nación; con suma desfachatez deshonran la soberanía nacional y le siguen regalando o vendiendo el país a las potencias del mal.

Maduro viola descaradamente el artículo 13 de la Constitución Nacional que textualmente dice: «El territorio de Venezuela no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aun temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional».

En bandeja de plata el Maduro le sirve un espacio de la geografia de Venezuela, del tamaño de un estado, mayor que muchos países del mundo, para que sus amigos de Irán puedan instalar un Estado islámico dentro del territorio nacional, en el mejor de lo casos para sembrar, cultivar y alimentar a su nación islámica; sin embargo, ese mismo sistema expropió miles de hectáreas productivas del país, llevando a la ruina a productores del campo y campesinos dedicados.

¿Quién asegura que los fundamentalistas iraníes no usarán nuestro suelo patrio para instalar bases de misiles, cultivar y procesar opio e inundar el continente  de heroína, enriquecer uranio y establecer una zona de entrenamiento y adoctrinamiento para terroristas?

Nadie puede asegurarlo, menos aún después de conocer el nombramiento de Nicolasito -como llaman al hijo de Maduro- como vicepresidente de Asuntos Religiosos y su reciente gira por el Medio Oriente.

Seguramente ahora, además de los trajes blancos de los santeros y babalaos que abundan en Venezuela después de la invasión consentida de los cubanos, veremos a nuestras mujeres con burkas y a los hombres con turbantes y cucuruchos tejidos en la cabeza.

Y aquí vale recordar cómo el Estado venezolano en manos de los socialistas condenó a muerte a Franklin José Brito Rodríguez, aquel productor agrícola y biólogo venezolano que dejaron morir un 30 de agosto de 2010 luego de que le arrebataron sus tierras.

Mientras los socialistas acabaron con la propiedad de miles de productores y criadores, así como le arrebataron sus puestos de empleo a cientos de trabajadores que hacían vida en esas haciendas, hatos y fincas, ellos mismos ahora vienen y le regalan esas tierras a los iraníes.

Sin duda, es la misma fórmula de siempre, la de claridad de la calle y oscuridad de la casa. Así como ayer prefirieron hacer carreteras, hospitales, casas de maternidad y escuelas en toda América Latina, así como regalaron gasolina y petróleo a medio Caribe, ahora prefieren dar ilegalmente tierras a extranjeros y seguir marginando a los venezolanos.

Para quienes ostentan el poder es más importante el bienestar de aliados y jefes extranjeros que darle el respeto que los venezolanos se merecen; para Maduro es mejor quedar bien con los de la tierra del Ayatolá que con los venezolanos que siguen comprando comida a precios exorbitantes. ¡Como siempre!

En pocas palabras, Maduro vende a Venezuela por pedazos; la vende para seguir contando con la palmadita en la espalda de Moscú, Pekín, Teherán y La Habana, sigue despojándole a los venezolanos de lo que es suyo para entregárselo a otros países, y a pesar de esta política de desprecio nacional se siguen llamando a sí mismos “patriotas”, cuando ellos son los primeros “apátridas”.

Esta venta de la nación debe terminarse, esta venta de la República debe detenerse y la única forma de hacerlo es derrotando a los socialistas, no negociando con ellos, es cambiando el sistema llevando a la Presidencia de la República a una líder con suficiente coraje e inteligencia para ello, como María Corina Machado, por ejemplo, pues con una jefe de Estado como ella Venezuela volverá a recuperar su soberanía, su dignidad y su respeto internacional.

Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.


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