La desesperación aumenta su potencia en la carretera ciudadana. La frustración toma auge en todo el plano nacional. Una indiferencia carcome vorazmente a un sector y la confusión aún no se ha disipado en el otro lado de la baranda. Hoy, lamentablemente existen varias Venezuela porque el apartheid los ha conquistado y luego de este domingo existirá otro país.

La manera de hacer política, que es el principal problema a resolver inmediatamente, luego de estos álgidos procesos se ha de reformular de una forma irrestricta si queremos avanzar. Uno de los principales culpables de que actualmente esté tan desvirtuada y manchada, es la presencia y criterio de los militares en ella. El pensamiento de que «quien no está conmigo, está en mi contra» ha hecho el mayor de los daños. Así­ como el sistema chavista que nos considera un enemigo a convertir en «polvo cósmico» por no pensar como él, también lo llevan muchos de nuestra acera.

Simple y banal farándula escandalosa disfrazada de política, la catarsis divisionista desde grupitos de WhatsApp, el interminable círculo vicioso de buscar la razón absoluta, liberando desmesuradamente esas pasiones ocultas contra líderes de la misma trinchera ha ocasionado que el respaldo popular vaya en declive. La búsqueda de más «RT», «likes» o «aplausitos» en la política del insulto y la destrucción no hace que el régimen se debilite sino que lo fortalece.

Entre las diversidades de pensamientos, es una victoria consolidar una razón y un criterio. Pero, las distintas ideas e ideologías presentes dentro de la oposición venezolana, desatan las emociones más oscuras y resentidas y es allí­, donde olvidamos el debate de altura y comenzamos a puntualizar, señalar, escandalizar e incluso comentar despectivamente a todo gañote y con «autoridad» a quien, con mucho sudor, de una forma u otra, ha luchado a mi lado en contra de este régimen.

Debemos empezar a controlar las vísceras y usar la lógica y la razón para poder avanzar. Luego del «veintiuno ene», la política tiene que renacer desde sus cenizas más consumadas. Se ha de cultivar la lubricación para accionar en escenarios distintos a las redes sociales porque ellas no derrotarán al régimen.

Se ha de quitar el collar del orgullo, los aretes de reconcomio y de resentimiento y empezar a reconocer al compañero que está luchando de una manera distinta pero, luchando al fin y al cabo. Debemos acercar y aceptar a aquellos disidentes y revolucionarios traicionados porque sus banderas fueron defraudadas por esta dictadura desde hace mucho tiempo atrás. Ellos ya están en nuestra acera y debemos reconocerlos como iguales.

El ambiente político que se vivirá en Venezuela tiene que lustrarse desde la verdadera construcción de ideas y en la guía de los ciudadanos en una ruta clara y concisa. Se ha de recorrer incansablemente los sectores más desposeídos, más críticos, más abandonados por este régimen y recuperar la credibilidad y el respaldo que está desteñido. El verdadero liderazgo opositor se va a medir luego del «veintiuno ene». El éxodo será masivo y se verá, si el compromiso era con el país o con el bolsillo.

Debemos empezar a articular desde las bases con nuestra gente, ese sentimiento de cambio y democracia y tener nuevamente la mayoría que perdimos. Las tensiones se agudizarán más y más si la política no renace desde sus cimientos y se concluye definitivamente que, en estos momentos es mejor pensar tres veces antes de hablar porque «el que escupe para arriba, corre el riesgo de caerle la saliva en la cara».

@JorgeFSambrano

#RendirseNoEsUnaOpcion


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