A los tristemente famosos asesores de nuestro actual régimen, como los “señores” Monederos, Iglesias o Errejón (et al) no les bastó llevarnos intencional y alevosamente a la mismísima ruina, ahora, a cubierto de esa nueva mixtura que de forma eufemística se ha dado en llamar Unidas Podemos, están empeñados en hacer lo mismo con España, su país de origen.

Para nadie es un secreto que la actual coalición gobernante de ese país se llevó a cabo por la insistencia de Pedro Sánchez de mantener el poder a toda costa. Ni siquiera él, con las pocas luces de que ha dado muestras, desconocía que esos seres de periclitadas tesis anticapitalistas serían un dolor de cabeza para todos los españoles, hasta el punto de que no los dejarían dormir tranquilos si algún día rosaban las instituciones. Así y todo se coaligó con ellos, y hoy ya estamos viendo las consecuencias, las cuales apuntan a que la gestión que han hecho de la crisis sanitaria por la cual estamos atravesando todos los seres humanos es tal vez la peor de todas las que se han llevado a cabo en el mundo. El prestigioso medio económico Bloomberg ha criticado con mucha dureza al gobierno de Pedro Sánchez, a quien ha acusado de imprudente al permitir las manifestaciones públicas durante el mes de marzo; lo mismo  sucede con The New York Times, que ha acusado al gobierno español de  convertir en Kamikazes a los sanitarios al enviarlos a combatir sin medios adecuados el covid-19, ignorando todas las señales de alarma sobre la pandemia; y hasta Donald Trump ha puesto esa gestión como un ejemplo de lo que no se debe hacer. No es casualidad que unas 430.000 personas se hayan manifestado el día miércoles a favor de la dimisión del gobierno en lo que ha sido la mayor manifestación online de la historia.

Los políticos de marras creen que la política se basa solo en palabras y demagogia y que al ejercerla nunca tendrán que gestionar ningún conflicto o crisis, llámese sanitaria, social, económica o de cualquier tipo. El resultado hasta hoy es lastimoso y escalofriante: miles de muertos, una buena cantidad de personal asistencial contagiado, material sanitario que no llega adonde tiene que llegar, escasez de tests, recomendaciones que se dicen y se desdicen, el país paralizado, la economía parada, cifras alarmantes de desempleo, etc., etc.. Un país que se vanagloriaba de tener el mejor sistema sanitario del mundo hoy gracias a esta sarta de incompetentes se ve seriamente cuestionado, y otro tanto sucede con lo que se ha llamado la marca España, la cual ha sufrido un duro golpe del que va a costar recuperarse. Recordemos que una buena parte de los ingresos de ese país dependen del turismo (quizás el sector que más riqueza aporta a la economía española: 176.000 millones de euros anuales, que representa 15% del PIB, y 3 millones de empleos). Sin embargo, tal como dijo alguien por allí, que España tenga el mayor número de casos de coronavirus por millón de habitantes y el mayor número de casos curados podría significar no solo que tienen el peor gobierno sino paradójicamente los mejores sanitarios del mundo.

Según las malas lenguas los últimos consejos de ministros de ese país se han convertido en verdaderas guerras a cuchillo donde algunos ministros del PSOE  tratan de frenar la arremetida de los “chicos” de Podemos. Los cuales no solo se han aprovechado de los decretos propios de la crisis para que el señor Iglesias se  colara en el organismo que supervisa al CNI (Centro Nacional de Inteligencia), sino que en esas reuniones no descansan haciendo proposiciones que apuntan a la confiscación de riquezas y a todo tipo de controles que atentan contra las más elementales libertades económicas. Como dice Bloomberg, han explotado la emergencia sanitaria para impulsar a toda costa su agenda radical de nacionalizaciones. Ha sido tanto el desparpajo de estos aprendices de brujos que mientras la gente lamentaba la muerte de sus seres queridos, ellos llamaban a cacerolear a la monarquía y al sistema democrático actual. El decreto de estado de alarma ha destapado, así, la pulsión totalitaria de nuestros antiguos asesores y de sus actuales socios de gobierno, que además se han dedicado a criminalizar las críticas, chantajear a los medios de comunicación, censurar las ruedas de prensa e impedir que el congreso ejerza su función fiscalizadora.

En fin, la esperanza que tienen algunos ciudadanos es que definitivamente los podemitas sean apartados del gobierno por sus socios del PSOE. Aunque no sé cómo van a evitar estos lo que les viene encima cuando pase lo del coronavirus.

 


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