Cuando falta menos de mes y medio para el bicentenario de Valera, el 15 de febrero, se desconoce si existe una comisión a cargo de la celebración de la fecha histórica en la ciudad más importante del estado Trujillo y mucho menos si se cuenta con un programa de actos.

“Si hay una comisión de la Alcaldía de Valera es un secreto bien guardado”, afirma el historiador Pedro Luis Rendón Valero, que atribuye esa situación a desidia, ignorancia e indolencia de los gobiernos local, regional y nacional.

A esta altura ni siquiera se sabe quién será el orador de orden para recordar a doña Mercedes Díaz y su donación de “cien varas en cuadro” para construir una iglesia que sirvieron para la Plaza Mayor.

“Y es así como no nacimos por afán de ciudad a la manera de tres siglos antes, con el rollo de madera y el golpe de espada ceremonioso, sino por vías de una donación piadosa a la que el azar proyectó en hecho urbano”, recuerda Adriano González León.

Por cierto que el ilustre valerano fue el orador de orden el 15 de febrero de 1970, cuando el sesquicentenario de la ciudad. Hoy en día la pregunta es si en el bicentenario el discurso lo dirá alguien de la talla del autor de País portátil o una figura gris como Diosdado Cabello. En el 199° aniversario de Valera, este improvisó un mal discurso que no tocó los crecientes problemas de la urbe, que no es ajena a la crisis nacional causada por el chavismo.

Y es que la improvisación del régimen está a la orden del día. Eso contrasta con la celebración  de los 150 años de Valera en 1970. Un año antes, el entonces presidente Rafael Caldera recibió a la comisión prosesquicentenario, y el comité organizador de los actos contaba ya con presupuesto.

La comisión prosesquicentenario, creada por el Concejo Municipal, de acuerdo con registros del diario local El Tiempo y el historiador Rendón Valero, la presidía Raúl Díaz Castañeda junto con otras figuras de la cultura como Aura Salas Pisani. Asimismo, representantes de instituciones como la Asociación de Comerciantes e Industriales de Valera (Acoinva), Corpoandes, Fetratrujillo y el Ministerio de Educación.

A su vez, las subcomisiones prosesquicentenario eran Cultura y Educación, Comercio e Industrias, Obras Públicas, Asistencia Social, Ferias y Festejos Populares, Información, Finanzas y Relaciones Públicas.

Para el bicentenario, dentro de aproximadamente cinco semanas, “si hay una comisión es interna de la alcaldía para buscar a los participantes de un baile folklórico o buscar las flores para la iglesia”, dice el historiador Rendón Valero.

Aboga por una celebración “bien hecha”, no “faraónica”, pero señala que la alcaldesa Hiroshima Vásquez y el gobernador Henry Rangel Silva, que ya va por el segundo mandato, no están preparados para eso, ni le hacen caso a asociaciones civiles como Voces de la Ciudad, con figuras que consideran que deben dar paso a otras.

El bicentenario encuentra a Valera, otrora dinámica y progresista, en un contexto  de miseria, con reparto de mendrugos apaciguadores que constituyen una afrenta al honor ciudadano. Y desesperanza. Tanto, que ni siquiera han elegido a la Novia de Valera, como a Milena Méndez el 2 de febrero de 1970, para la fiesta del sesquicentenario de la ciudad.

 

 


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