El próximo 29 de marzo de 2024 nuestra Universidad de los Andes celebrará 239 años de su fundación. Somos la segunda universidad del país no sólo en términos de edad y fundación, sino en términos de importancia, matricula, carreras, programas de postgrados, publicaciones, investigadores y demás. Nuestro origen está ligado indisociablemente a la iglesia y el coraje visionario del obispo Juan Manuel Antonio Ramos de Lora, Francisco Javier Irastorza, Santiago Milanés junto a otros prelados españoles e ilustres merideños, no dudamos en señalar el gran acierto de aquellos hombres de entonces preclaros por lo demás al echar las raíces de lo que sería nuestra ULA. Estamos totalmente de acuerdo con el mayor escritor, ensayista y prosista de Venezuela como fue calificado Don Mariano Picón Salas, quien ampliamente ha documentado que la decisión más atinada de aquel entonces y época fue la fundación de nuestra Universidad de Los Andes a través del seminario tridentino de San Buena Ventura.

De manera que el modesto Seminario fundado daría pasó a la Real Universidad, y posteriormente lo que hoy es ni más ni menos que la Universidad de los Andes. La fundación de la ULA fue un acto irreverente, heroico, audaz y por demás acertado, gracias al ímpetu de aquellos hombres que originalmente visualizaron un seminario con fines religiosos cuya semilla se remonta al 29 de marzo de 1785. De allí en adelante encontráremos varias etapas, hechos, decisiones, periodos de esplendor y de limitaciones pero fundamentalmente una historia llena de aciertos, logros y satisfacciones. Repetimos somos la segunda universidad en términos de antigüedad y años de fundada (239) después de nuestra hermana la UCV que atesora tres centurias, además de aparecer dentro de las grandes universidades del país y de América Latina en los ranking mundiales.

Las universidades autónomas en Venezuela requieren como nunca antes de atención, apoyo, recursos diversos, presupuesto y volver a ser vistas como instituciones estratégicas de desarrollo y progreso, al no sólo formar profesionales, sino además ciudadanos, producimos ciencia, intervenimos en el desarrollo nacional, aportamos talento humanos y valor agregado a múltiples procesos humanísticos, científicos, tecnológicos y productivos a escala planetaria.   No hay rincón del país y del planeta, entes públicos, privados, colegios, universidades, institutos de investigación, gremios, ministerios, bancos, sindicatos, oficinas, despachos, hogares y demás donde no encontremos o repose un título de algún egresado de la UCV, ULA, LUZ, UDO, UCLA, UC y otras universidades más.

La Universidad de los Andes ofrece estudios de pregrado en todas las áreas del saber, contamos además con ofertas en términos de especializaciones, maestrías y doctorados, tenemos una infraestructura instalada, licencias, laboratorios, patentes, bibliotecas, institutos, centros y grupos de investigación, despuntamos en edición y publicación de libros textos y revistas científicas, y muchos programas y actividades más. Lamentablemente, muchos de nuestros programas y actividades están diezmadas y en franco declive al no contar con recursos básicos, además de las afectaciones rutinarias por robos y daños a nuestras facultades e instalaciones.

Difícilmente pueda pensarse a los Andes y especialmente Mérida sin el concurso de la Gobernación del Estado, el gobierno de la ciudad, la Iglesia Católica y por supuesto la presencia decisiva de la Universidad de los Andes. Por tanto, estamos obligados a mantener vínculos estrechos entre estas cuatro instituciones y poderes. El país nacional está reclamando mesura, prudencia y a la vez coraje y sinceridad de sus instituciones y de quienes las dirigen. El momento actual es de una complejidad inédita por el cumulo de problemas y limitaciones que requieren de hombres preclaros, audaces y responsables ante nuestros ciudadanos.

Hemos dicho y reiteramos que las universidades son el activo más importante que el país tiene, incluso más allá del petróleo, el oro, las reservas de gas, el Arco Minero y demás. La única posibilidad real que tiene Venezuela de mejorar y progresar en todos los sentidos es a través de una educación superior de calidad, de seguir formando recursos humanos con perfiles de excelencia, además de un papel destacado del sector e iniciativa privada con el concurso del Estado. Nos debemos persistir en el error, el país y la sociedad reclaman cambios y en esa ecuación no podemos quedarnos ausentes las universidades y los universitarios.

Como universitarios celebramos el apoyo decidido que el gobierno le está dando a la Universidad Central de Venezuela en la recuperación total de sus facultades, infraestructura, ornato y programas. Deseamos un trato igualitario para la ULA y demás casas de estudio. El sector universitario cumplió dos años sin percibir ningún aumento de salarios, pero además es urgente recuperar lo atinente a los programas sociales de Hospitalización, Cirugía y Maternidad (HCM), coberturas fúnebres, jubilaciones, y todo lo referido a los recursos que una universidad con mayúscula requiere para el normal desenvolvimiento de sus funciones. Ojalá tengamos más temprano que tarde un trato justo del gobierno nacional, además de poder celebrar elecciones de nuestras autoridades programadas para el 29 de abril de 2024.

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