En la secuencia de textos expositivos presentados previamente, se han analizado de forma no exhaustiva un conjunto de factores deliberadamente sembrados, integrados, motorizados y monitoreados en contra de todo lo que representa la institución universitaria en su misión insoslayable e irrenunciable de “vencer la sombra” que engendra y propugna el maligno. Digresión: en efecto, la «emergencia contingente» dada su regularidad en el quehacer rutinario, se transformó en una decadencia continuada, dada por la normalidad deliberada, inducida e impuesta por parte de los ideólogos «revolucionarios» del siglo XXI.

Sin embargo, pese a todo ese plan macabro que sin duda ha golpeado de manera contundente a la dimensión económica, social, moral, espiritual, etc., hasta el punto de atentar impunemente contra postulados clásico como el relativo a «el capital más valioso de todos es el que se ha invertido en seres humanos» (Marshall, 1890), siempre se debe tener izada en lo más alto la bandera de la academia, como principal razón de ser de la universidad y de todo universitario comprometido, pero también en consustancial dependencia catalizadora con lo que representa la Gestión Académica y las respectivas Políticas Académicas.

La academia está consagrada no exclusivamente a la transmisión de conocimiento, sino a “la construcción de pensamiento, haciendo, pensando, siendo … mediante procesos continuos de investigación” (Ortiz y Marulanda: 1.990: p.57). Tanto así, que la piedra angular, centro de gravedad y visión compartida de todos los académico debe ser y será, de manera irrenunciable, la consolidación de la excelencia académica, que se encuentra conceptualizada en los postulados normativos del artículo 109 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela: “Conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación”.

Consecuentemente, la conjunción sinérgica de la docencia, investigación y extensión es la esencia y razón de ser de la academia universitaria. Por ello sin ninguna ambigüedad, al gobierno nacional no se le debe olvidar lo que establece la propia Ley Orgánica de Educación que ellos mismos aprobaron, cuando se postula que las instituciones de educación superior se centran en la materialización de “el ejercicio de la libertad intelectual, la actividad teórico-práctica y la investigación científica, humanística y tecnológica, con el fin de crear y desarrollar el conocimiento y los valores culturales”.

En este orden de ideas, la gestión académica es el eje central de la vida universitaria, por lo que basándose en las ideas de Díaz y Requena (2007) se puede concebir ella, dentro de un enfoque sistémico y holístico, como un proceso sustentado en la integralidad, que involucra multifactores de tipo administrativo, social, laboral, pedagógico, etc.  (Tedesco: 1993); y que tiene como objetivo fundamental la atención al buen desarrollo de la docencia universitaria, de manera que pueda desempeñar y cumplir adecuadamente sus funciones (reproducción y distribución de conocimiento), al involucrar de forma estratégica, oportuna, coherente y pertinente recursos pedagógicos–tecnológicos pertinentes para la ejecución de innovaciones curriculares que viabilicen la continuidad, optimización y el desarrollo sostenible de todo lo inherente al proceso educativo, pero siempre en plena concordancia y en sintonía con las políticas académicas.

En cuanto a las políticas académicas, y actuando en el papel de coordinador académico del Vicerrectorado Académico de la UNET,  sea propicio evocar algunas líneas del papel de trabajo presentado para su discusión en el Consejo Universitario en julio de 2003:

Las políticas son lineamientos generales que imprimen una orientación conjunta a la acción, con unos propósitos, unas metas y unos procedimientos, de los que se derivan normas y acuerdos, reglamentos y manuales operativos. En este sentido, la visión de la Universidad que deseamos construir se materializa en un  conjunto coherente e integrado de Políticas que definan los lineamientos generales para que la UNET afirme su esencia como institución académica, nacional, pública, autónoma y comprometida con la sociedad venezolana.

El desarrollo de estrategias de política académica consiste en el trazado del camino que se seguirá para cumplir la misión y materializar la visión de la Universidad. Este trazado se define en  forma detallada mediante las estrategias funcionales, para finalmente  implementarlas mediante los planes de acción.

La Universidad Nacional Experimental del Táchira es una institución concentrada absolutamente en: a) Crear y  transmitir conocimientos, principios y valores; b) Fomentar la cultura en su dimensión amplia; c) Investigar en cuestiones fundamentales del conocimiento y de la sociedad.

En su connotación institucional, la UNET debe disponer de un conjunto de estrategias funcionales que le  permitan: i) Reafirmar su condición de institución pública; ii) Renovar su carácter nacional; iii) Preservar su autonomía; iv) Refrendar su compromiso social.

Estrategias Funcionales

Política 1: Atención a la comunidad universitaria.

Estrategia 1: Formación y actualización de los miembros del personal académico.

Estrategia 2: Formación integral del alumno.

Estrategia 3: Actualización del personal administrativo.

Estrategia 4: Cuidado de la vida universitaria.

Política 2: Renovación de los procesos educativos.

Estrategia 1: Formación integral.

Estrategia 2: Planes y programas de estudios flexibles.

Estrategia 3: Procesos y recursos de enseñanza.

Estrategia 4: Atención diferenciada.

Estrategia 5: Vinculación con la investigación.

Estrategia 6: Vinculación con el sector productivo y con la sociedad.

Política 3: Fortalecimiento de la investigación.

Estrategia 1: Desarrollo del sistema de investigación.

Estrategia 2: Vinculación de la investigación y docencia.

Estrategia 3: Vinculación de la investigación con la sociedad.

Estrategia 4: Planeación y evaluación en el sistema de investigación.

Política 4: Participación en la solución de problemas.

Estrategia 1: Vinculación con el entorno nacional.

Estrategia 2: Vinculación con el sistema educativo.

Estrategia 3: Vinculación con los egresados de la UNET.

Estrategia 4: Vinculación con el personal jubilado de la UNET.

Política 5: Desarrollo de la cooperación académica.

Estrategia 1: Cooperación académica nacional.

Estrategia 2: Internacionalización.

Estrategia 3: Movilidad de docentes, investigadores y alumnos.

Política 6: Transformación tecnológica de los sistemas de apoyo académico.

Estrategia 1: Tecnologías de la información y las telecomunicaciones.

Estrategia 2: Transformación tecnológica de la biblioteca.

Estrategia 3: Equipamiento institucional.

Política 7: Mejoramiento de la comunicación y de los servicios universitarios.

Estrategia 1: La comunicación universitaria.

Estrategia 2: Las instalaciones universitarias.

Estrategia 3: Mecanismos de protección y seguridad.

Política 8: Impulso a las reformas de tipo estructural y administrativa.

Estrategia 1: Sistema de campus universitario.

Estrategia 2: Reforma Administrativa.

Estrategia 3: Personal administrativo y obrero.

Política 9: Promoción de la planeación y la evaluación institucional.

Estrategia 1: La planeación y  evaluación.

Estrategia 2: Los sistemas institucionales de información.

Política 10: Diversificación del financiamiento.

Estrategia 1: La asignación de recursos financieros.

Estrategia 2: Fortalecimiento del presupuesto universitario.

Corolario: Sin estos tres aspectos integralmente correlacionados la universidad ya no sería universidad. Universidad sin academia, sin una gestión académica que la dinamice y sin unas políticas académicas que las sustenten y respalden, acarrean una “organización” que incumple su misión y visión. Universidad sin “ellas” deja de ser universidad. Además, absolutamente convencido que la gestión institucional universitaria debe sustentarse y centrarse en los pilares de la política universitaria y nunca en la política partidista: menos aun a la incongruente e insensata que propugna la conflictividad irracional.

Atmósfera espiritual:

Los mismos pensamientos siempre conducen a las mismas decisiones. Las mismas decisiones llevan a las mismas conductas. Las mismas conductas conducen a iguales experiencias. Las mismas experiencias producen las mismas emociones. Y estas mismas emociones terminan en los mismos pensamientos.  Pregunta: ¿con qué se nutren a cada instante nuestros pensamientos?

Referencias:

Morales, P. (2022). ¿Qué está detrás de la “guerra”…? https://bit.ly/3u8BWip

Fuente: “Perspectiva Económica y Académica Contemporánea”. UNET. Años: 2018 al 2022.      Pedro Morales. [email protected]  @tipsaldia. WhatsApp: +584168735028


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