En Venezuela ninguna universidad privada imparte estudios de medicina, el Estado se ha reservado esa carrera. No sé si es una manifestación de la tesis del Estado Docente, una posición gremial o cualquier otra razón que desconozca. Lo cierto es que, hasta ahora, no se ha autorizado la creación de una Facultad de Medicina en una universidad dirigida por ciudadanos o personas jurídicas de derecho privado.

Para poder constituir una universidad privada, según la Ley de Universidades, le corresponde al Ejecutivo Nacional, previa opinión favorable del Consejo Nacional de Universidades, autorizar mediante decreto el funcionamiento de universidades fundadas por personas naturales o jurídicas privadas (artículo 173). En estas solo pueden funcionar las facultades que apruebe el mencionado consejo, y también los cambios. Se requiere un mínimo de tres facultades no afines para la existencia legal de este tipo de universidad (artículo 180).

Un profesional es aquel que el Estado ha autorizado para ejercer una profesión. Entre otras características tiene un nombre de uso exclusivo, por ejemplo: nadie se puede llamar abogado, ingeniero, médico, contador, agrónomo, comunicador social, odontólogo, y unas cuantas denominaciones más, sin que el Estado, ya sea por medio de una universidad pública, la cual emite el respectivo título, o una privada, en la que el ministro de Educación Superior refrende los títulos, que es tanto como verificar que el graduando tiene los estudios, las capacidades y aptitudes propias de la correspondiente carrera. Esta acreditación otorga un monopolio para realizar algunos actos. Esto para garantizar un mínimo de conocimientos por parte de quien ofrece sus servicios a la sociedad.

Desde hace muchos años estoy escuchando que el Centro Médico Docente La Trinidad quiere ser esa universidad privada, que este es su proyecto fundacional, me lo contó mi tío el chino Rangel, que examinaba a mi hijo en esa institución. También lo oí comentar a mediados de los noventa, cuando fui asesor del Consejo de Gobierno del Servicio Autónomo Hospital Vargas. No es un secreto, es una aspiración famosa.

El mes pasado asistí a las Primeras Jornadas de Educación en Salud, efectuadas en el Centro Médico Docente La Trinidad. Allí se expusieron los trabajos de adaptación del currículo de algunas escuelas de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, y otros temas relacionados con la enseñanza. El paradigma es la educación en salud basada en competencias.

Para hacerles el cuento corto, esto de la educación en competencias es un diseño de estudios basados en los conocimientos prácticos, habilidades genéricas o no, y valores relacionados. Hay actividades básicas, como el trabajo en equipo, la búsqueda de información, el uso de la computación y los programas. Los más ambiciosos hablan de aprender a programar.

La educación por competencias es muy necesaria en Europa y en Estados Unidos, en cuyas universidades al estudiante de Medicina no le está permitido tocar al paciente, no le pueden poner un dedo encima. La justificación es la responsabilidad del alumno que, al no ser médico, no puede diagnosticar, curar, realizar actos médicos.

En nuestro país los profesionales de la salud, en especial los médicos, salen muy bien preparados de las universidades, como dijeron en las charlas: son unos miniespecialistas apenas se gradúan de médico general. Esto es consecuencia del diseño educativo y las necesidades del Estado. Los estudiantes de Medicina son parte importante del engranaje y funcionamiento de los hospitales. Al principio de la carrera solo tienen derecho a ver, van haciendo el camino, adquiriendo destrezas y competencias.

El segundo gobierno del presidente Caldera se vio afectado por una huelga radical de los médicos liderados por Fernando Bianco, por mejores condiciones económicas. Ahora, ejercen una medicina de guerra, sin insumos, medicamentos, agua y electricidad; sumado a la inseguridad personal. Si protestan les disparan y los meten presos. A ese señor revolucionario se le olvidó su pasado gremialista.

Los estudiantes de Medicina, junto con los adjuntos y residentes, participan en la revista médica en las salas de hospitalización, interrogando a los pacientes, examinándolos, verificando sus síntomas, los palpan, los auscultan como parte de su preparación. En las emergencias curan, suturan, retiran puntos, elaboran ejercicios diagnósticos junto con el residente, indican exámenes y hacen récipes, no digamos en obstetricia la cantidad de niños que ayudan a nacer. Sin estar graduados. Esta actividad está bajo la dirección del residente, quien echa un ojo a ver si todo va bien. Así cualquiera sale preparado. Lo malo es que les faltan antibióticos, hilo de sutura o férulas de yeso (técnica pasada de moda hace rato). A esa manera de enseñar a los futuros médicos le falta un no sé qué para ser perfecta.

Otro misterio es cómo se preparan los médicos integrales comunitarios, el estudio del marxismo no mata piojos.

Solo las clínicas privadas tienen el material suficiente para prestar una medicina medianamente decente, por ello se impone la necesidad de estudios de Medicina en una universidad privada. Llegamos a esta situación por la falta de apoyo del Estado a las universidades en general y a los hospitales en particular, el que sea, no se salva ni el Hospital Militar. Si tiene una enfermedad busque a su enchufado de preferencia para que le tramite el cupo con los militares, en ese nosocomio si hay suero, aunque carecen de otros insumos. Allí tampoco hacen milagros.

La educación en medicina se tiene que trasladar adonde pueda ser practicada.

@rangelrachadell


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