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Foto EFE

Si algo ha estado y está interesado en quebrantar definitivamente el régimen, sin lograrlo, es la polarización. Los números no le alcanzan para enfrentar a los venezolanos de bien unidos contra él. Por lo tanto, tiene que inventarse, como ha hecho, mil y una estratagemas. Por nuestro lado, tenemos que seguir firmes y sumando cada vez más factores y personas para consolidar un solo bloque, bloque unitario, de cara a las para nada blindadas elecciones.

Entre las acciones que aquellos han establecido para frenar el avance opositor -y como opositor considero sólo aquellos que nos enfrentamos cuasi diariamente al régimen a todo trance, en cualquier área, no sólo política- está el bloquear la circulación libre de las ideas, sujetar o eliminar medios de comunicación, incluso adquirirlos, amenazarlos, perseguirlos. A estas acciones podemos sumar también el insuflar agentes políticos que habían estado adormilados un tiempo o que cuenten con alguna popularidad natural no política, como resulta con algún cómico bañado en vulgaridad. Todos fácilmente identificables por la blandura con la que han tratado a los ahora señalados como criminales de lesa humanidad. También han intentado, por todos los medios, adueñarse de partidos tradicionales, tarjetas, colores y hasta de algunos de sus líderes más connotados. Dividir como sea, para vencer como sea, ha sido su consigna entre líneas.

Una de sus más recientes actividades, muy notoria por cierto, ha sido generar mayor desconfianza en el Consejo Nacional Electoral. Hacernos ver que la división de poderes es más inexistente de lo que elaboramos en nuestra mente. De este modo, pareciera o quieren parecer hacer ver que el control electoral está maniatado desde «su Asamblea Nacional», que desde Miraflores llegan las órdenes directas, o que desde el programa televisivo e impúdico se elevan las directrices del accionar de un ente cuyos miembros oficiales permanecen en el más completo, anómico y anémico silencio e inacción. El conteo y los datos estarán allí, pese a quien dirija ese poder. Lo importante es demostrarles en su cara el triunfo en su momento. Nada debe desvirtuar nuestro propósito encaminado a la derrota electoral del régimen.

Han buscado enlodar a todo trance figuras políticas intachables que no se le han doblegado y continúan enfrentándolo con enorme valentía en todo terreno. Han acosado, perseguido, violentado, incluso apresado y sometido a regímenes de coacción permanentes a líderes sociales o políticos. Así, después de llevarlos a prisión, torturarlos o amenazar directamente a la familia, les imponen a estos líderes libertad condicionada a presentarse, a no salir de un radio geográfico, a no poder siquiera hablar libremente en oportunidades. ¿Qué no han hecho para conseguir su propósito de atajar el enorme avance de la oposición real? Pero les llegó el año decisivo electoral.

La selección por vía de la elección primaria de nuestra candidata los terminó descolocando, se han vuelto desde entonces más agresivos, hasta en sus maneras de gritar las ideas en la que ellos llaman su Asamblea Nacional, en Miraflores o en su programa televisivo semanal. Un arpegio de violencia política pudiera estudiarse en esos espacios. Continúan firmes en una acción que ha funcionado en regímenes autoritarios y despóticos como éste: la inhabilitación rebuscada. Esto les sirvió en Nicaragua con sus excesos, le está sirviendo al terrorista ruso de Putin y les sirve a sus émulos venezolanos hasta ahora, muy a pesar de la inmensa presión internacional.

Pero la oposición venezolana verdadera no puede seguir dejándose llevar por el vaivén intenso y necesario para el régimen y sus fines, porque tiene un propósito electoral mayor: sacarlos con votos. Para ello debe centrarse en la exigencia de las elecciones libres, verificables nacional e internacionalmente. Debe seguir articulándose cada día más en torno al propósito de ganar esta elección por la vía unitaria, a pesar, muy a pesar de los tropiezos que el régimen seguirá imponiendo, como el «adelanto» nada sorpresivo de un evento comicial que muy seguramente no se va a efectuar en diciembre. Si descolocar y desunir a la oposición ha sido el planteamiento del régimen, el nuestro ha de ser mantenernos firmes y sumar más adeptos a la causa de derrotarlos de manera unitaria con los extraordinarios votos de los opositores venezolanos.


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