Nuestra discusión sobre el tema-problema de la unidad de los venezolanos, pensamos que no es posible comprenderlo y mucho menos resolverlo al margen de la gran pregunta de para qué, qué es lo que vamos a hacer con ella, porque sus realizaciones y la efectividad de su accionar dependerá de lo que nos propongamos.

Proponer la unidad de acción de los venezolanos para tratar de abordar con éxito las soluciones de sus innumerables dificultades, nos impone apreciarla en la perspectiva de la diversidad de sectores, intereses y clases sociales e instituciones que conforman la nación, factores que se expresan de diversas formas y a través de múltiples mecanismos de acción y de opinión, es la unidad en la diversidad.

La unidad de acción de nuestra sociedad, en las diversas ocasiones históricas en las cuales se ha producido, ha sido posible cuando sus vanguardias económicas, sociales,  políticas y militares, han coincidido en la acción con un denominador común, reflejo de la comprensión de intereses superiores compartidos.

Debemos, por lo tanto, resolver el para qué, porque el con quién dependerá de los interesados en la conquista del o de los objetivos definidos, que no son otros que los de:

Un nuevo gobierno destinado al rescate de la República y a la reconstrucción económica, social y política nacional.

Sobran los ejemplos a lo largo de la historia republicana, lamentablemente nuestro interés por el conocimiento de la realidad nacional y sus enseñanzas políticas es una de las tantas “enfermedades” ocasionadas por el deterioro cultural, que vivimos los venezolanos enajenados por el nuevorriquismo petrolero.

Una segunda pregunta en la elaboración política actual de las fuerzas opositoras es cómo lo haremos, y creo que la enseñanza social  nos dice que es mediante la organización y movilización de la comunidad en forma creciente, proceso destinado al reconocimiento de sus derechos, tanto a la vida como a la libertad, y al  progreso, actividad que permitirá el desarrollo de la musculatura social, instrumento indispensable para vencer.

Considero que cualquier otro camino que deje fuera a la comunidad y actúe a sus espaldas está condenado al más rotundo de los fracasos, no cabe en una estrategia de lucha política por la dirección del Estado, ni  el voluntarismo, ni el inmediatismo y mucho menos  el  golpismo.

Y la tercera y última afirmación es con quién y cuándo, preguntas complejas que solo la realidad las puede resolver, pero si repasamos la historia reciente, el ejemplo de la victoria sobre la dictadura perezjimenista es aleccionador.

La junta patriótica, el instrumento unitario que conquistó la victoria sobre el  perezjimenismo, alianza de la resistencia integrada por liberales, cristianos y marxistas, resultó ser la síntesis de una experiencia acumulada durante toda una década, en la cual cada uno de esos sectores actuó por su cuenta, hasta que las derrotas les enseñaron que debían integrar sus esfuerzos en un desafío único, aprovechando un extraordinario error coyuntural de la dictadura.

Victoria que hizo posible el gobierno de transición cívico-militar que dirigió el contralmirante Wolfgang Larrazábal, cuya gestión a su vez permitió: elecciones libres.


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