Cómo y para qué, esa es quizás la principal pregunta que nos hacemos cuando recordamos la exitosa experiencia política del 23 de enero de 1958, interrogante muy obvia y la cual es necesario responder hoy dada la importancia del problema político actual, pero además de la utilidad de la enseñanza a la que nos hemos referido.

Y no se trata de recurrir a una experiencia histórica venezolana para salir del paso, se trata de utilizar lo que de universal existe en ella, para utilizarla en su contribución a la causa democrática y popular que en la actualidad nos compromete, experiencia lograda y comprendida a través de un proceso que demandó una década de sacrificios a los militantes de la resistencia.

Comprender que era indispensable un proyecto político claramente definido en cuanto a quièn era el enemigo a vencer, pero además el cómo hacerlo y con quién, solo fue posible en la medida en la cual los militantes de la Resistencia comprendieron que los intereses grupales y personales eran completamente secundarios, que el debate involucraba el destino de la República.

Y en ese camino de la comprensión definitivamente se acordó un programa de respeto a la legalidad democrática, en el cual la pretensión continuista y el ventajismo del poder admitieron su control, objetivos básicos en torno a los cuales resuló posible unificar la voluntad política de la nación.

Propuesta que tuvo eco en las fuerzas económicas, religiosas y militares, sectores institucionales de extraordinaria importancia, cuya opinión y decisión resultó insustituible para que en conjunto con la sociedad civil y las organizaciones de partido se desarrollara el movimiento unitario, “hasta el gato”, que hizo posible copar el inmenso poder económico y militar que detentaba el general Marcos Pérez Jiménez.

Es evidente que aún hay un buen tramo del camino por transitar, porque no se trata solo de reconquistar el escenario de la legalidad democrática y del Estado de Derecho, tenemos pendiente la utilización de los recursos del Estado para superar el rentismo y mejorar las condiciones de vida de la población.

Necesitamos también una propuesta económica y social unitaria.


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