Todos aspiramos a ser felices y, sin embargo, no parece que sea un objetivo fácil de conseguir. Distintas ideologías, filosofías y religiones nos muestran sus consejos para obtenerla, para conseguir ese estado que tanto anhelamos.

El budismo nos dice que el ser humano es feliz por naturaleza y que si deja de serlo es por las preocupaciones que nos rodean. Por tanto, hay que deshacernos de estas preocupaciones y conseguir volver a nuestro estado original, el estado de la iluminación. La manera de hacerlo, vivir en el aquí y el ahora, es decir, librarnos de los miedos y preocupaciones del pasado y del futuro.

Aristóteles decía que la felicidad es el propósito central de la vida humana. Para conseguirla recomienda seguir el camino de la virtud, pues considera la felicidad como un espacio del alma, siendo la virtud el punto medio entre el exceso y la carencia. Las once virtudes que Aristóteles recomienda son coraje, templanza, generosidad, magnificencia, magnanimidad, paciencia, verdad, astucia, simpatía, vergüenza, justicia.

También deberíamos fijarnos en aquellas cosas que nos alejan de la felicidad. Un excesivo materialismo, por ejemplo, lo hace. El materialismo funciona en cierto modo como el azúcar. Nos satisface en el corto plazo, pero no nos nutre completamente como debería. Siempre nos deja insatisfechos y queremos más.

Evidentemente del aire no se vive, y un cierto nivel material es necesario para poder sobrevivir. Pero es curioso, sin embargo, que siendo el mundo más rico de lo que nunca lo ha sido (a pesar de las desigualdades y posibles retrocesos en forma de recesiones), siempre parece que hay una sensación global de insatisfacción material. Mucha de ésta es debida a la envidia, que nos hace pensar que el vecino es más feliz que nosotros porque tiene un mejor coche o una casa más grande.

En cualquier caso, todos estamos de acuerdo con que es el amor lo que más nos da la felicidad. Pero, ¿qué es exactamente el amor? Según la Real Academia Española, la definición es: “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”

En otras palabras, buscamos a los demás, nos preocupamos por los demás, queremos a los demás. Salimos de nosotros mismos para unirnos, de distintas maneras, con otro ser. Tu pareja, tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo, tus vecinos, tus compatriotas, todos los seres humanos, toda la naturaleza, todos ellos pueden ser objeto de recibir amor. Y, por tanto, de dar felicidad.

Y es que la felicidad es como un círculo virtuoso. Cuanta más felicidad, mejor se siente uno, más amor da y, normalmente, más amor recibe, lo que le hace ser más feliz y entrar de nuevo en el círculo virtuoso. Aunque existan cosas que puedan romper este círculo virtuoso, siguiendo los consejos budistas, de Aristóteles y de la Real Academia Española, seguro que se puede conseguir el principal objetivo de nuestra existencia.

Sean felices.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!