En mi remoto tiempo de estudiante de la Universidad Central de Venezuela formé parte del grupo de simpatizantes de la izquierda. Debo sin embargo destacar que nunca participé en acciones extremistas. Los personajes que conocí, partidarios de posturas e ideas avasallantes, no llegaron a ser santos de mi devoción. Lamentablemente, fueron muchos los jóvenes “revolucionarios” de entonces que se vieron afectados por tan pernicioso mal debido a la falta de experiencia y a la disposición que tuvieron, en todo momento, para confiar en los cantos de sirena de los “come candelas”. Con el paso del tiempo aprendí lo fundamental: una bella y delicada rosa puede causarnos daño si no la tomamos con debido cuidado, razón suficiente para actuar siempre con precaución.
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Inexorablemente el tiempo continúa su avance y ello contribuye a que las relevantes experiencias del pasado sean arropadas por el olvido, cosa muy mala si tenemos en cuenta la propensión de la mayoría de los seres humanos a ocuparse y preocuparse sólo del presente. Tal tipo de conducta explica que sean unos pocos los que se preocupan en estudiar y evaluar a la distancia lo que guarda de verdad el pasado: un verdadero tesoro de suma utilidad en el presente.
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Un contundente número de los venezolanos, hoy arrepentidos, se hartaron de nuestros gobernantes democráticos. Estamos hablando de emblemáticas figuras que deberíamos estudiar con especial cuidado y a profundidad: Wolfgang Larrazábal, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi y Ramón J. Velásquez. Del grupo, sólo Pérez y Caldera fueron reelectos. Estamos hablando de personajes de probada honestidad que vivieron su vejez con modestia, aunque algunos de ellos (Pérez y Campins), se vieron en la necesidad de recibir apoyo económico de amigos cercanos. En pocas palabras: ninguno de ellos robó.
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De William Faulkner, premio Nobel de Literatura, se cuenta que nunca leyó a Freud ni a Shakespeare, pero el Quijote lo leía todos los años. Estoy convencido de que la dirigencia de la revolución bonita, incluyendo a sus dos cabezas más tenebrosas, no ha leído a ninguno de los grandes autores ya mencionados; es algo que no es de extrañar y que explica la ordinariez de todo ese conglomerado político. En el terreno de la cultura, un personaje tan despreciable como Vladimir Putin les lleva una enorme ventaja. Lo relacionado con la cultura de Putin lo oí del papa Francisco en una entrevista reciente.
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El peor mal que afecta a los jóvenes es la fantasía. La falta de experiencia los conduce a ver el mundo con una concepción naïf. De una u otra manera todos pasamos por esa experiencia que, al final, termina por ser aleccionadora. Ahora bien, son muchos los que al referirse a lo ingenuo o naïf se centran en el terreno de lo artístico cuando lo realmente cierto es que el asunto va más allá de esa específica frontera. Entonces hay que tenerlo siempre en cuenta: el arte naif es un tema importante, pero el campo de lo ingenuo es mayor.
@EddyReyesT