La realidad política y la crítica situación económica de Venezuela han sido los temas más tratados por este articulista de El Nacional desde el segundo semestre de 2014. La labor de escribir al respecto ha sido imparable, a lo largo de casi ocho años, con tan sólo dos salvedades: un riguroso reposo médico de catorce días a raíz del contagio (asintomático) de la COVID-19, y compromisos familiares recientes en México que nos permitieron -a mi esposa y a este escribidor- compartir con dos de nuestras hijas, así como con yernos y nietos residenciados actualmente en tierras de José María Morelos y George Washington.

Al igual que muchos otros venezolanos, mi consorte y yo no estamos preparados ni tenemos la animosidad necesaria para emigrar. Esa posición la hemos tenido siempre. Ello ha sido así a pesar de la difícil situación política, social y económica que las actuales y “resplandecientes” exportaciones petroleras, así como los “muchos” bodegones que se han abierto últimamente en el país (meras burbujas surgidas del hechizo de unos pocos) no logran amainar. Hasta ahora nuestro hogar en esta Tierra de Gracia sigue siendo un espacio de paz, colmado además de una amplia variedad de libros que incitan siempre su lectura.

Eso del intenso calor de Panamá, donde reside mi hijo menor y su familia, y los cambios marcados de las estaciones en México y Estados Unidos, no se comparan con el maravilloso clima de Caracas durante los doce meses del año. Vivir pues frente a las majestuosas montañas del Ávila, en la “ciudad de la eterna primavera”, es en verdad una bendición de Dios. No obstante esas maravillas, el triste hecho de no poder compartir con mayor regularidad con nuestra progenie nos arruga el corazón. Ante esa realidad el temple no cuenta en lo absoluto.

Así pues, inevitablemente, hacia adelante, sólo nos queda seguir con nuestra tarea de dejar constancia de las perversidades de una “revolución” que no es nada bonita, así como de las falencias que han exhibido los diferentes grupos que conforman la oposición por no actuar unidos, como un solo bloque. Ahora, más que nunca, todos los que nos oponemos a la actual dictadura tenemos que ser unionistas y obrar en función de los intereses de los que más sufren y padecen.

Ante el contexto anterior, es imposible pasar por alto que el drama sigue estando frente a nosotros y nos amenaza. Las acciones que recientemente han tomado Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Europea contra Rusia por la invasión de este último país a Ucrania, están teniendo impactos económicos negativos a nivel global. Por tanto, los efectos no se harán esperar en Venezuela. A ello hay que añadir la presión que viene aplicando el gobierno de Joe Biden contra el régimen de Nicolás Maduro. Pensar que de toda esa agitación saldremos airosos no es más que una ilusión.

Hay que concienciar que a nivel global ya han empezado a sentirse los inevitables impactos. Por tanto, los venezolanos no nos liberaremos de tales impactos aun cuando llegue a producirse una puntual mejora por el lado de la producción petrolera. No perdamos de vista que el drama de la pobreza de los venezolanos continuará como si nada. Ello es la consecuencia de lo mucho que ha caído la economía de nuestro país. La crisis que se vive en los mercados bursátiles a nivel mundial es sólo una muestra de lo que nos espera en los meses por venir.

La ilusión de crecimiento económico que tienen Maduro y la élite que lo acompaña es, conforme al Diccionario del habla actual de Venezuela, una simple “pancada” de ahogado.

@EddyReyesT

 


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