Mientras aterrizan misteriosos aviones iraníes-venezolanos, se encabritan desde el oficialismo en riñas de gallos las facciones por manejar las cajas de los planes sociales, es decir, la plata del “pobrismo” inducido, cual bandas en disputa por el botín de perfiles electorales. Y se crean nuevos cepos que afectan directamente a la producción por el faltante de insumos importados, a la par que la presión tributaria asfixia a cualquier emprendedor, monotributista, pyme o empresa de mayor volumen.

Entretanto, en un culebrón barato de telenovela la presidente en ejercicio de la vicepresidencia vapulea a diario al mascarón desdibujado del nominalmente presidente Alberto Fernández, convertido ya en un taxista parlanchín que habla de fútbol, economía, política internacional y local con vocación de “garganta profunda”.

En este contexto nos vino a anunciar el ministro de Economía, Martín Guzmán, su renuncia mediante un tuit justo cuando CFK hablaba en un acto en Ensenada ante los fieles pibes y adultos para su “revolución” y Alberto F. compartía un almuerzo con Fabián de Souza, el socio de Cristóbal López -ambos procesados y exculpados- en el country de Puerto Panal, donde también habita otro procesado kirchnerista: Julio De Vido.

La historia de una muerte anunciada se concretó, dándose el gustito Guzmán de sorprender -suponemos- a propios y ajenos, para angustia del «círculo rojo» que, hace un mes lo homenajeó con un almuerzo en el Hotel Alvear, donde lo calificaron uno de los “nuestros”, bajo la atenta presencia del hoy ministro de la Producción, Daniel Scioli, un fungible para todo servicio, quien reemplazó al renunciante Matías Kulfas, uno más de los “albertistas” indefendido por Alberto. Como el propio Guzmán o la exministra de Justicia, Marcela Losardo, entre otros funcionarios, ante la andanada de la vice por no trabajar de peón en solucionarle las causas judiciales que, en definitiva, es lo único que la ocupa y preocupa.

Sea quien sea el ministro que suceda a Guzmán, hoy algo casi intrascendente, el kirchnerismo puro y duro seguirá en su esmerilamiento al designado Alberto mientras el país se sume en la degradación, la anomia, el fracaso, la inflación, la pobreza, el narcotráfico, la inseguridad y las tropelías toleradas de los delincuentes seudomapuches. Y la lista sigue…

Que se reúna Fernández con Sergio Massa, como si de allí pudiera salir una solución, es como la pelea de dos borrachos por una botella vacía ya que ambos, junto con Cristina, son los responsables de haber llevado el país al abismo con la creación de este gobierno «Frankenstein», sin brújula, sólo con el objetivo de controlar las cuantiosas cajas, con el relato como discurso, el gasto incontrolado en políticas de género para empardar con el “progresismo” que avanza en la región.

Pero lo más lamentable, o lo que permite que esta comparsa gobernante avance a sus anchas, es la oposición mayoritaria, que posee gobernadores, intendentes, senadores y diputados, que ganó la última elección, y se ha convertido en relatora de los diarios que describe la interna oficialista, haciendo un diagnóstico que padecen a diario los ciudadanos de a pie en su atribulada miseria cotidiana,

Lo hacen en vez de plantarse a viva voz y sostener que si el desgobierno supera a Fernández, haciendo estallar al país como un polvorín, lo apoyarían ante la constitucional posibilidad de adelantar las elecciones mediante los mecanismos previstos. Pero claro, el miedo a ganar y a hacerse cargo del vodevil incendiado los lleva, como hasta hoy, a perderse en las rencillas internas de candidatos y candidatitos a la nada misma, haciendo de corifeos de un gobierno que se asemeja ya a un prostíbulo, pero sin una madama que lo regentee y ordene.

Artículo publicado en el diario argentino Gaceta Mercantil


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