Ya no es solo la crisis sanitaria. Ni la inflación. Ni las múltiples variantes de la COVID-19. Una nueva sombra se cierne sobre la economía global, siendo Europa la más afectada. La invasión a Ucrania por parte de las tropas rusas dejó de ser tan solo una amenaza.

Antes de que ocurriera el ataque de Rusia se había advertido que, de hacerse realidad la invasión de Ucrania, Occidente tomaría una serie de medidas, sobre todo de corte económico, que sin duda afectarían las finanzas rusas, pero las cuales también tendrán consecuencia en otros países. Ahora que ya es un hecho, tanto la Unión Europea como Estados Unidos han anunciado algunas sanciones e impuesto otras contra el gigante euroasiático.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, antes de que se produjeran los bombardeos contra Ucrania, había anunciado que aplicaría medidas «nunca antes vistas» si esa nación era atacada. Entre ellas está la desconexión del sistema bancario ruso de la red internacional de pagos conocido como Swift.

De acuerdo con la Unión Europea, 70% del sector bancario de Rusia ha sido desconectado de este sistema de mensajería interbancaria que utilizan la mayoría de los bancos del mundo para enviar transferencias y mensajes.

Esto quiere decir que los bancos rusos ya no pueden comunicarse con las instituciones financieras de otros países. En ese caso, los pedidos de las empresas no se pueden realizar ni aceptar, porque no se pueden pagar.

Por esa y otras razones, la exclusión del sistema Swift es considerada como un arma de doble filo: mientras que la economía del país sancionado se ve duramente afectada, las empresas extranjeras que operan en esa nación también sufren las consecuencias.

En el caso de Rusia, sus empresas perderían acceso a las transacciones normales que proporciona la red y sus millonarios pagos por la energía y los productos agrícolas que exporta se verían gravemente afectados

Al cortarle el acceso a Rusia, tampoco se podrá pagar el gas que naciones como Austria, Polonia, Alemania y Finlandia le compran a ese país. De hecho,

40% de ese combustible que demanda Europa proviene de Rusia. Y, aunque se trata de un escenario extremo, no se descarta que Moscú suspenda el suministro como represalia a las sanciones de Occidente y la movilización de la OTAN.

Y esto lleva a otro punto. También se ha puesto sobre la mesa evitar la apertura del gasoducto ruso Nord Stream 2 en Alemania, cuya aprobación está siendo decidida por el regulador energético germano.

Además, el conflicto ha tenido un impacto fuerte en los precios de los hidrocarburos, cuyas consecuencias las sentirán no solo las naciones importadoras de combustibles, sino todos los ciudadanos del mundo, ante el encarecimiento del gas y el petróleo,

Una pequeña muestra de lo que podría estar por venir ocurrió el día en que comenzó el ataque contra Ucrania: el gas se disparó a 30 dólares y el petróleo superó los 100 dólares, un máximo que no ocurría desde 2014. Y mientras se vaya profundizando el conflicto bélico, los precios se dispararán aún más.

Además, los mercados han experimentado jornadas de alta volatilidad, la confianza de los inversionistas se ha visto sumamente afectada y el Banco Central de Europa, así como los bancos centrales de los distintos países, deberán lidiar con la inseguridad financiera y más inflación.

De hecho, varias filiales europeas de Sberbank Rusia, de propiedad mayoritaria del gobierno ruso, están quebrando o pueden quebrar debido a la guerra en Ucrania, según un comunicado del Banco Central Europeo. La huida del dinero debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia es la responsable.

Sberbank Europe AG, que tenía unos activos totales de 15.300 millones de dólares a finales del año pasado, junto con sus unidades croata y eslovena, sufrió una rápida salida de depósitos en los últimos días y es probable que no pueda hacer frente a sus pasivos, como señala la publicación Cinco Días.

A largo plazo, quizá se observen reacomodos en lo que concierne a la economía y la geopolítica. En tanto, una oscura sombra se cierne no solo sobre la economía europea, sino también sobre la economía mundial.


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