«Es completamente cierto, y así lo prueba la Historia, que en este mundo no se consigue nunca lo posible si no se intenta lo imposible una y otra vez». Max Weber

Necesitamos una nueva oposición, verdaderamente unitaria, que asuma el desafío de integrar las diversas oposiciones que actualmente interactúan en el país. Esa nueva oposición tiene que ser abierta, generosa, diseñada  a partir del reconocimiento de la pluralidad de las distintas oposiciones, y promotora de una estructura organizacional, un nuevo liderazgo y una visión estratégica en función de convertirse en una real alternativa de poder.

Esa nueva oposición no debe desdeñar a nadie, en el propósito común de desplazar al actual régimen del poder. Venezuela lo requiere, lo necesita, pues nuestro sufrido pueblo tiene el derecho a una vida mejor, en aras de la construcción de un futuro generoso, donde se respeten las libertades fundamentales del ser humano, su intangible dignidad y se fortalezca el camino hacia la solidaridad y la justicia social.

La nueva oposición tiene que ser autocrítica y profundamente dialógica, con el sentido de la realidad que parta por reconocer los graves errores del pasado y superarlos en aras del gran objetivo de la unidad. Nadie debe ser descartado, pero nadie tiene el derecho de sopreponerse sobre los demás. El G4 puede continuar, si así se lo proponen sus integrantes, pero subordinado a una estructura política superior, abierta e inclusiva, donde quepan sin solidaridades automáticas, todos los sectores de la sociedad que desean un cambio político y también un cambio social. Guaidó puede continuar, de hecho continúa, pero nunca podrá imponerse sobre una unidad que lo supera. Guaidó pudo ser el hombre que liderizara el cambio político, pero no lo hizo, no pudo, el reto era demasiado grande para él. A Guaidó le faltó, más bien carecía de una cualidad, atributo, crucial en las actuales circunstancias. No tuvo, no tiene el precioso don del carácter, entendido aquí como la fibra, el nervio, la voluntad, la firmeza, gracias a lo cual el líder conduce a la sociedad hacia los objetivos propuestos. En suma, Guaidó y su “gobierno interino” fracasaron, enredados en el laberinto de su mantra.

La nueva oposición debe integrar sin ningún tipo de discriminación, tanto a la sociedad civil como a la sociedad política. Aprendamos de los impresionantes cambios en la experiencia histórica del siglo XX, en los países donde se derrotó asombrosamente el totalitarismo comunista. Esos cambios tuvieron un promotor fundamental en  agentes de la sociedad civil, fueran sindicatos, intelectuales o grupos de  ciudadanos,  cuyo fundamental objetivo era alcanzar una democracia que reconociera las libertades del ser humano, protegidas por el imperio del derecho.

El tiempo apremia y la nueva oposición tiene un inmenso desafío por delante: la activación del referéndum revocatorio. No es fácil el reto, pero vale la pena intentarlo.

 


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