En teoría, los militantes y dirigentes de un partido se mueven por altruismo. Se guían por una ideología que refleja la sociedad deseable en la que ellos creen. Cuando es cierto resulta  una postura admirable.

Pero algo anda mal con la práctica porque a pesar del valor y la importancia que la mayoría le reconoce a los partidos y a los políticos, los venezolanos no se sienten identificados con ellos. Así lo revelan las encuestas. Veamos algunos ejemplos.

La encuesta de Datincorp, realizada dos meses antes de las elecciones de 2021, indicaba que 43,8% de los entrevistados consideraba que los partidos políticos en Venezuela «deben desaparecer y dar paso a nuevas organizaciones políticas». 29,9% señalaba que «deben transformarse por completo porque no sirven». El rechazo total era 73,7%. Incluso, el 18,9% que estaba de acuerdo con los partidos,opinaba que «debían cambiar”. Con relación a los políticos, revelaba que 47% «no confiaba en nada». 36,1 % «confiaba muy poco». Solo 14,3% «confiaba en los políticos». El rechazo total era 83,1%.

Datanálisis, en investigación realizada en fecha similar, informa resultados parecidos. 67,7% se declaraba «Ni-Ni» y 16,7% «chavista». Solo 10,7% se consideraba «opositor». El rechazo a los políticos era: Capriles 84,4%; Guaidó 81,8%, Ramos 80,9%, López 78,2%, Maduro 72,6% y Machado 70%.

Un rechazo difícil de revertir como lo corrobora Datincorp, en mayo 2022. El 54% no se siente identificado con el chavismo ni tampoco con la oposición. Y el 62,5% prefiere que el presidente electo en 2024 no sea ni del chavismo ni de la oposición.

En encuesta de Meganálisis de abril de 2022, 71,9% no cree que «con Maduro y el chavismo en el poder, Venezuela podrá realmente progresar, tener un mejor futuro y motivar a que regresen la mayoría de los que se fueron del país». Solo 16,5% cree que sí es posible. Y «8 de cada 10 ciudadanos opositores al chavismo y a Maduro, creen que fueron engañados por los políticos que dirigieron a la oposición en los últimos años».

El gobierno es el principal factor en este rechazo. Cercenó la libertad y el progreso social. Inculcó en la mente de la mayoría la imposibilidad de un cambio político.Pero es obvio que los partidos y dirigentes de la vieja oposición sembraron su repudio mediante sus conductas erráticas. El alto rechazo es una reacción a su abandono de la gente y a la entrega de espacios políticos al chavismo. Una causa relevante es la sistemática renuencia de la vieja oposición a construir la unidad plural de todos los que adversamos al gobierno. Se erigieron como “lideres” del sectarismo, la confrontación a ciegas con el gobierno y la división.

Pero como la esperanza es lo último que se pierde, las elecciones de 2021 vislumbraron un nuevo escenario.En tan solo tres meses, surgió un nuevo liderazgo que desplazó, en importantes regiones del país, a los partidos de la vieja oposición. Incluso, ganó espacios políticos en municipios donde el chavismo, desde 2000,había ejercido control.Esa esperanza insurgente es la Fuerza Vecinal.

El reto de la realidad contra la esperanza es enorme. Hay que lograr una tajante reorientación en la visión y acción política opositora. Hay que dar pruebas de confianza, emocionar de nuevo a los venezolanos y estimular su masiva participación cívica y electoral.

Pero sobre todo, se requiere de una nueva ideología porque las que, por más de un siglo han guiado y regido la vida y destinos de Venezuela no han cumplido cabalmente sus promesas y ya no son útiles para construir una sociedad justa y auténticamente democrática.

Las ideologías concebidas en la era de la modernidad se fundamentan en el “yo racional”. Se sustentan en el método científico como herramienta para descifrar las verdades fundamentales sobre la vida, el universo, la sociedad y el progreso social. Su finalidad es descubrir y conocer la verdad. Consideran que toda experiencia humana -incluyendo el convivir– se supedita a esa finalidad. Por eso el pensamiento político modernista ha sido propenso a engendrar grandes utopías sociales que postulan modelos sociales estáticos que utilizan el razonamiento para plasmar el sueño de una “realidad” en diferido que erróneamente pretende ser el fin de la historia.

Un ejemplo de utopía política moderna es el socialismo. Se originó a mediados del siglo XVIII como respuesta a desigualdades e injusticias asociadas al capitalismo industrial. Defiende la propiedad colectiva frente a la privada y la socialización de los medios de producción y distribución de bienes. Se opone a la doctrina liberal del individualismo que enfatiza el valor moral del individuo. Considera que este daña la vida comunitaria al basarla en la competencia.

El socialismo propuesto hace más de 160 años por Carlos Marx sostenía que el capitalismo se autodestruiría. Inevitablemente el proletariado realizaría la caída del capitalismo y su superación por el socialismo. Marx vaticinaba la posterior llegada del comunismo como una gran utopía liberadora e igualadora sin propiedad privada, clases sociales ni Estado. La ficción del reino de la libertad de la humanidad.

El tiempo se encargó de sepultar a Marx. Nunca imaginó la aparición del conocimiento como fuerza de producción directa. Este factor, actuando en una economía libre y competitiva, permite generar riqueza y prosperidad en cuotas superiores a las que se podía obtener en la era industrial.Ese giro epistemológico dio una estocada en las ilusiones emancipadoras de un socialismo que comenzó a mostrarse, en todos los países donde se intentó imponer la versión marxista, como un indetenible productor de pobreza.El ejemplo lo vivimos los venezolanos en carne propia.

Ante la debacle del socialismo y los intentos de conversión democrática de los países del bloque soviético, las ideas socialistas migran hacia otras ideologías huéspedes como la socialdemocracia y el social cristianismo.Todos estos “ismos” tienen en común el concepto de la propiedad social, cuyo propósito teórico es evitar la acumulación de capital y el sistema de ganancias. No entienden el sencillo dictamen del sentido común según el cual para compartir riqueza, primero hay que crearla. Tampoco admiten que la plenitud de la libertad individual es el soporte indispensable del progreso social y del desarrollo de la tecnología. Esta última, induce la eficiencia que facilita y potencia la generación de riqueza.

En Venezuela los partidos que gobernaron durante la época democrática siempre tuvieron alguna inspiración socialista. En menor o mayor grado coartaron las libertades económicas y propiciaron la dependencia de los ciudadanos al Estado. Sus políticas públicas estuvieron condicionadas por la influencia del concepto marxista de la lucha de clases. No valoraron a la economía privada ni a los empresarios.Durante las décadas de gobiernos chavistas la subestimación se transformó en agresión, los empresarios fueron expropiados y vilipendiados.

Durante ambas épocas esa hostilidad se ha transferido a la cultura partidistas. En las estructuras internas de todos los partidos siempre ha habido representación obrera, juvenil, profesional o femenina. Pero, jamás,empresarial. Nunca han valorado debidamente el papel fundamental de los empresarios para la vida del país y la política. Estos han optado inhibirse de su participación en los asuntos públicos.

La Fuerza Vecinal valora y reivindica el rol de los empresarios. A diferencia de los demás partidos, ha creado en sus estructuras una unidad denominada “Fuerza Empresarial”. A cargo de un líder que represente a los empresarios y a los emprendedores en cada comunidad. La idea es promover y fortalecer la cultura empresarial porque para la Fuerza Vecinal “las sociedades son el reflejo de sus empresas”. La calidad y vitalidad del tejido empresarial es hoy la palanca para elevar y extender el nivel de vida en el país.

También requerimos inspirarnos en una ideología capaz de adaptarse a los cambios sociales, tecnológicos, económicos y culturales de la humanidad. Una nueva ideología que nos impulse a enrumbar al país hacia la construcción de una sociedad de primer mundo.

Las ideologías interconectadas del gobierno y la vieja oposición son anacrónicas. Se basan en ideas, hechos y personajes del pasado.Constituyen una compartida y antigua visión de poder que no ha servido para resolver los problemas sociales y obstaculizan el redespliegue económico. Nos han mantenido por mucho tiempo en un túnel sin salida y sin esperanza.

Los líderes de la Fuerza Vecinal, en sus discursos y en sus gestiones de buena gobernabilidad municipal, nos revelan cómo piensan y qué ideología practican. Piensan y actúan diferente a los políticos del gobierno y de la vieja oposición. Su misión de vida como políticos está basada en el mandato cristiano de “vivir para servir”. Mateo 23:1-12:“que el mayor entre vosotros sea vuestro servidor”. Son antidualistas. Conciliadores. Promueven el consenso plural. Rebasan el discurso vacío de izquierdas y derechas.  .

Los Líderes de la Fuerza Vecinal se aproximan al metamodernismo. Una ideología política surgida recientemente en sociedadesavanzadas como la nórdica. Propuesta por Hanzi Freinacht en sus librosTheListeningSociety y NordicIdeology. Una propuesta de síntesis entre el modernismo (tesis) y el posmodernismo (antítesis).

El político metamodernista puede estar de acuerdo con postulados del posmodernismo como equidad de género, respeto por la vida o conservación del planeta. Pero, contrario al posmodernismo, tienen un irrestricto respeto por la ciencia y por la especialización del conocimiento como medios necesarias para el desarrollo eficiente del bienestar de la sociedad.La base de este nuevo paradigma filosófico es cultivar una sensibilidad meta moderna como fuente de un idealismo pragmático, que da respuestas a recientes acontecimientos globales como el cambio climático, la crisis financiera global, la inestabilidad política y la revolución digital. Su piedra angular es el desarrollo humano y el bienestar psicológico y social. Allí nacen los ideales y principios diferentes en los que se forman los líderes de la Fuerza Vecinal.

La Fuerza Vecinal rechaza todo aquello que está reñido con la libertad, la democracia, la paz y la convivencia. Rechaza la lucha de clases. El autoritarismo. El mesianismo. El caudillismo. La tiranía. El racismo. La violencia, especialmente la de género. Las expropiaciones. El control delas personas por parte del Estado. La subordinación del país a potencias extranjeras. La persecución a los que disienten políticamente o piensan distinto. La implantación de un partido único y hegemónico. La guerra y la conquista de países por otros medios. La perversión de las instituciones democráticas para ponerlas al servicio de una parcialidad política. Rechaza toda ideología que en manos de un grupo dominante y corrompido opere como un sistema de creencias para justificar posiciones de privilegio. Rechazan todo aquello que destruya al planeta y la vida humana.

Para la Fuerza Vecinal más democracia es más participación de los ciudadanos y los vecinos, más incorporación de líderes vecinales y menos interferencias del Estado. Más promoción de las comunidades vecinales. Más crecimiento, actualización y renovación del liderazgo político.

Para la Fuerza Vecinal más libertad es más desarrollo. Mayor superación individual y colectiva. Más inversión pública y privada. Más producción de bienes y servicios. Mejores salarios. Más emprendimiento. Más riqueza para compartir responsablemente. La combinación de democracia y libertad es la llave de más calidad de vida.

La Fuerza Vecinal se ofrece como punto de encuentro y unidad de todos los sectores de la sociedad civil que adversan las políticas del gobierno.También le toca mitigar los prejuicios de aquellos opositores que se aferran a paradigmas conservadores y piensan aún para liberarse de creencias e ideas políticas que no han funcionado.

El tiempo de los dirigentes que se autoengañan para no cambiar ya pasó. Es el momento para que el liderazgo emergente entre en escena. Esa es nuestra invitación y nuestro compromiso.

La Fuerza Vecinal es la esperanza activa hecha con ideas de futuro para Venezuela.

daviduzcateguid@gmail.com

@daviduzcateguidlima


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