Fue a principios de 2006. No hace mucho de eso y los recuerdos siguen frescos. Un vecino, distante pero atento y que sabía de nuestras labores, se acercó para invitarnos a hacer teatro con la gente de su empresa. Trabajaba el vecino como responsable de Recursos Humanos en Pfizer-Venezuela y quería celebrar la Convención de Ventas de ese año con teatro y música.

La invitación nos gustó mucho y, por supuesto, aceptamos acompañarlos en su deseo. El vecino sabía cuál era el rendimiento de su fuerza de venta, cuál era el desempeño de cada una y cada uno de quienes conformaban su equipo de trabajo. ¡Y sabía además sobre las bondades del teatro para que su equipo optimizara sus cualidades expresivas, ganara mayores destrezas comunicacionales, multiplicara sus habilidades socioemocionales! Sabía que aquello sería una inversión y no un gasto. Eso lo daba por hecho.

Las sesiones con las y los trabajadores fueron cortas y muy intensas. Sus jornadas de trabajo no nos dejaban mucho tiempo para la expansión. Así, pasamos varios meses en el proceso de conocerles, invitarles a jugar al teatro y levantar juntos una dramaturgia a partir de los casos más emblemáticos, más significativos de su vida como vendedores de los productos y servicios de la empresa. Cada encuentro fue una celebración de estar juntos, expresarse a sus anchas, compartir confidencias y transformar aquellos eventos con sus clientes en textos que fuimos escribiendo en conjunto hasta lograr construir una dramaturgia con escenas plenas de humor, encuentros y desencuentros, risas y gustosas vibraciones.

Todavía no había comenzado el auge de la economía creativa, de la economía naranja. Aquella experiencia nos remontó a cuando ayudamos a conformar el grupo de teatro de las y los trabajadores de una importante empresa venezolana de ingeniería: OTEPI; así como cuando colaboramos en la reanimación del grupo de teatro del Banco Mercantil, grupos que todavía forman parte de cada uno de sus torrentes empresariales. Una vez le escuchamos decir al actor y comediante británico John Cleese, integrante de aquella inolvidable troupé de Monty Python: Si quieres trabajadores creativos, dales tiempo suficiente para jugar.

Volviendo a la gente amiga de Pfizer, al cabo del tiempo, pudimos armar juntos varias escenas con distintos elencos para presentarlas durante la noche de su Convención de Ventas en uno de los salones de algún hotel en la siempre hermosa Isla de Margarita, para estar más unidos y con buen humor. Las y los intérpretes estaban prestos para salir a la escena. Para nosotros era claro que la poesía del teatro había funcionado una vez más, que la alquimia se había producido, que habíamos llegado a un punto justo para compartir, muy dignamente, esas escenas y divertir a las otras personas del laboratorio. Sabemos, como lo hemos aprendido de nuestro Poeta mayor Don Rafael Cadenas que la poesía puede acompañar al hombre, que está más solo que nunca, pero no para consolarlo, sino para hacerlo más verdadero.

El vecino nos pidió que escribiéramos el texto para el programa de mano de esa Noche y así lo hicimos, incluyendo algunas palabras del querido Joaquín Sabina: Y sal ahí a defender el pan y la alegría y sal ahí para que sepan que esta boca es mía. Titulamos: Un collar de cuentas de distintos colores o Noche de Estrellas de Pfizer, y el texto decía: “Vamos a tratar de hacer un texto que presente este evento, como lo he prometido, tal si fuera un orfebre que busca engastar piedras preciosas, mencionando a varios autores y con varias ideas puestas como en un mismo collar. Por cierto, ¡Cuánta belleza hay en el cuello de todas estas bellas mujeres donde el pequeño collar es la prenda que lucen! ¿Verdad?

En el mundo de los negocios, varios autores han apelado a las artes para tratar de explicar mejor sus aportes a las organizaciones empresariales. Me viene a la memoria un título elocuente: La danza del cambio, de Peter Senge. Para quienes hacemos teatro u otra disciplina de las artes escénicas, es gratificante encontrarse con un libro que desde su enunciado nos invita a danzar que es soñar con los pies, como dice el amigo Joaquín Sabina; un libro dedicado a los retos de sostener el impulso en organizaciones abiertas al cambio. Y el arte ahí. Otro best seller me asalta: Shakespeare para Empresarios, escrito por Rolf Breitenstein, en donde la dramaturgia del poeta inglés sirve de base para aconsejar en materia de negocios a las ejecutivas y ejecutivos. Y el arte, otra vez ahí.

Si somos líderes en este negocio, en el tema de la salud y buscamos no solo conservar nuestro liderazgo, sino acelerarlo y expandirlo. Si nuestra razón de ser es mejorar la vida de las personas. Entonces, dos cosas. Una: que debería ir haciéndose cada vez más natural la inclusión de la poesía, las artes y la animación sociocultural en nuestro quehacer diario empresarial. Y dos: que, para mejorar la vida de las personas, nos toca empezar por optimizar la nuestra, la de cada cual, la de quienes trabajamos aquí. Este encuentro es un nuevo paso en esa dirección. Barrows Dunham en su libro El hombre contra el mito, sostiene: «Todo el mundo sabe que las ideas, cuando se transmiten en medio del estímulo de la experiencia estética tienen un efecto poderoso sobre la mente. No sólo se las acepta con más facilidad, sino que también son más susceptibles de incitar a la acción». Picasso sabía de estas propiedades del arte. Lo sabía Jesús Soto. Lo han sabido autores, poetas, pintores y otros tantos artistas. Siguiendo estas líneas de pensamiento, pareciera que hoy, de nuevo, la poesía, las artes y la animación sociocultural nos abonan el camino para mirarnos, para escucharnos, para hacernos persona, para conectarnos mejor cada quien consigo mismo y con los demás, para poder apreciarnos en nuestro pasado, en nuestro presente y disponernos a generar una cultura constructiva que nos permita, al menos, bocetear el futuro y soñar… Quien mira hacia afuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta, decía Jung…

Hoy estamos aquí prestos a los reconocimientos. Bien sea porque vamos a homenajear, bien porque vamos a ser homenajeados. Hoy estamos acá en este espacio tan privilegiado, tan hermoso, dispuestos también a escuchar a unas compañeras y unos compañeros que han tenido la valentía de sentir, de pensar y repensar, y de tantear el valor de la expresión artística, del goce teatral. Ojalá todas y todos hiciéramos este insight, tuviéramos este aserto. Ojalá todas las empresas también. Siguiendo los postulados de Pfizer, sería una manera de enfocarse en el desarrollo propio y de los demás, buscando la excelencia como quien engasta un collar, como quien hace una obra de arte: con visión de éxito a largo plazo. Es una oportunidad para crecer, desarrollarse y mejorar su contribución al sí mismo, a su familia, a su entorno, a su empresa… Me parece propicio concluir estas líneas recordando unas palabras del maestro Facundo Cabral, poeta y cantautor argentino, candidato al Premio Nobel de la Paz: Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla. Bienaventurado el arte, que es la forma más inteligente y generosa del amor.

No sé si me he explicado. Amigas y amigos de Pfizer: ¡Salud!

********

El arte es pasar del hacer cosas a hacer que ocurran cosas. Jeremy Deller, artista inglés.

www.arteascopio.com


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!