Durante el último lustro, la discusión sobre la imagen de la mujer en el cine se enfrenta a un viejo prejuicio. El de la forma en que la cultura pop percibe el cuerpo femenino que atravesó una invisible barrera de la edad. La película Buena suerte, Leo Grande pone en centro de la discusión un complicado dilema que se refleja en todo el mundo del entretenimiento.

En la película Buena suerte, Leo Grande Emma Thompson rompe varios tabúes. Pero en específico, uno que el cine ha convertido en un incómodo tema de debate. En una de las escenas centrales del argumento, Nancy (Thompson), una mujer de sesenta años, aparece desnuda. No lo hace de forma denigrante, para aterrorizar, inquietar o apuntar un hecho siniestro. Se muestra en todo el esplendor de su edad y también, en la experiencia de una sexualidad adulta y madura que sorprende por su sensibilidad.

En realidad, se trata de un punto de enorme interés en una película llena de ellos. La producción dirigida por Sophie Hyde trajo a la discusión de la cultura pop un viejo dilema que, por décadas, se transformó en un prejuicio. El cuerpo de la mujer adulta en la pantalla grande es un debate agrio con respuestas dispares y en el peor de los casos, desagradables. A excepción de honrosas excepciones, jamás se le muestra hermoso, deseable o incluso, solo natural. Al contrario, se transforma en un vehículo de horror, símbolo del dolor, la muerte o la pérdida.

Tan arraigada se encuentra esa percepción, que hay un nombre para definir el fenómeno. El subgénero de terror hagsploitation, usa el cuerpo de la mujer para expresar horror, la cercanía de la incertidumbre de la muerte y la destrucción. El efecto se vio en una de las escenas más incómodas de la quinta de temporada de Juego de Tronos.

En el primer episodio de la entrega, el personaje de Melisandre (Carice van Houten) se muestra como una anciana terrorífica, más allá de la magia. También, ocurrió algo semejante con uno de los giros argumentales del éxito del cine de terror Tiempo de M. Night Shyamalan. Recientemente, Barbarian de Zach Cregger también mostró a un personaje femenino de avanzada edad como un monstruo violento. En todos casos, una mujer desnuda, anciana y de apariencia desagradable, es el punto central para profundizar en tópicos oscuros y tenebrosos.

Pero Buena suerte, Leo Grande hace todo lo contrario. No solo enaltece al personaje de Thompson, sino que la dota de una sensibilidad y fragilidad asombrosa. Parte del triunfo de la película (convertida en un fenómeno de temporada en buena parte del mundo) es su capacidad para retratar un nuevo tipo de mujer. También, para profundizar en la forma en que la figura femenina ha sido deshumanizada y convertida en un terreno complicado en el cine.

Con apenas un desnudo frontal de 20 segundos, Emma Thompson demostró una serie de conceptos difíciles de aceptar en la cultura pop. Particularmente, el paso del tiempo y la concepción de la belleza en el mundo del entretenimiento.

Un punto doloroso que recibe una nueva mirada

“A las mujeres nos han convencido para que odiemos nuestros cuerpos. Es un hecho”, dijo Emma Thompson durante la promoción de la película. Se trata de una dura frase que trajo a colación una percepción sobre los personajes femeninos en el cine de la que pocas veces se habla.

Para la actriz, hay una considerable presión sobre las mujeres en el mundo del espectáculo que presiona sobre la forma en que comprenden sus cuerpos. “Todo lo que nos rodea nos recuerda lo imperfectas que somos: todo está mal con nosotras”, insistió.

No es un debate reciente. Ya en 2019, el Sindicato de Actores de Estados Unidos, publicaba un estudio que señaló que las actrices que rebasan los 40 años, apenas representan 25,4% de los papeles de importancia en el cine. Una exploración a la industria que incluyó el controvertido tema de la idealización sobre la apariencia de la mujer en la pantalla grande.

Para buena parte de las producciones, el aspecto femenino responde a una imagen sexualizada e idealizada, lo que provoca una discriminación inmediata. La mayoría de los grandes papeles van a parar a manos de mujeres que responden al estereotipo de la juventud y la belleza que se impone. Algo que Thompson también mencionó en varias entrevistas. “Las mujeres deben ser eternamente jóvenes”, específicó. “¿Qué ocurre cuando es evidente que no es así?”.

Una complicada historia de imagen y concepto

En 1996, la película El club de las divorciadas de Hugh Wilson se convirtió en una pequeña rareza. Se trataba de un argumento que, al contrario de la mayoría de las películas de Hollywood, no se enfocaba en una heroína jovencísima y despreocupada. En realidad, el centro del argumento eran tres mujeres maduras que debían lidiar con el fracaso amoroso.

Mucho más, con el miedo al futuro, la incertidumbre y el peso de la edad en una cultura en la que envejecer se considera una forma de debilidad. El reparto incluía a Goldie Hawn, Diane Keaton y Bette Midler, todas actrices que debían lidiar con el límite invisible de la juventud en Hollywood. La película dialogaba en términos burlones sobre los prejuicios de una sociedad vanidosa. Y lo hacía, además, con un trasfondo burlón que resultó un éxito de taquilla y crítica.

Pero al margen del suceso comercial, lo planteado por el film de Wilson resonó en varias formas distintas en lugares poco comunes. El argumento se debatió como una sátira con un trasfondo incómodo sobre la mujer y la manera en que se le concibe en el cine.

Lo extraño de la mujer en Hollywood

Una década después, el tema resurgió con más potencia y esta vez, desde puntos más incómodos. En el año 2006, la polémica recorrió las redes sociales cuando la actriz Maggie Gyllenhaal contó a The Wrap que fue rechazada para un papel. El personaje que encarnaría sería a la amante de un hombre de cincuenta y cinco años. ¿La razón del rechazo? La nominada al Oscar cuenta que el director de casting no tuvo tapujos en explicarle. “Era mayor para el papel”.

Gyllenhaal se topó con la cara oculta de Hollywood y su manera de discriminar al género femenino. Además, lo que es lo que es un secreto a voces: la vida de los actrices en la meca del cine es efímera. “Primero me sentí mal, después me enfadé y finalmente me eché a reír”, confesó la actriz años después. “Pero es evidente que algo está muy mal en todo. Hay algo en la estructura del que se vende al público que necesita un cambio urgente”.

Por supuesto, lo ocurrido con Gyllenhaal no es la excepción ni mucho menos un caso aislado de la percepción general que tiene Hollywood sobre la mujer, la belleza y la juventud. El crítico de cine A.O. Scott, se refería al mismo tema en un ensayo publicado por el The New York Times. En el texto, se refería a lo que llama “las cifras patriarcales”. Scott, insistía que la edad de los personajes principales — masculinos y femeninos — en series y películas se había reducido drásticamente en las últimas décadas.

En otras palabras, la juventud se asume como necesaria, inevitable, estrechamente relacionada con el éxito. Sobre todo, como elemento indispensable de una interpretación sobre nuestra imagen social muy específica. La visión de Scott resulta necesaria para comprender lo que está ocurriendo en Hollywood con respecto a las actrices con más de cuarenta años. En particular, cuando la imagen femenina ha sido con frecuencia hipersexualizada y reconstruida según un patrón específico.

Gracias, Leo Grande, por la lección

Buena suerte, Leo Grande pudiera parecer un argumento obsesionado en más de un sentido por la sexualidad. Pero en realidad, es una amable reinterpretación sobre los roles del hombre y la mujer en nuestra época.

La Nancy de Emma Thompson es una mujer tensa y obsesiva, rota y llena de heridas emocionales a medio sanar. También, es una celebración a papeles poco comunes de las mujeres en la pantalla grande. Un paso importante hacia lugares novedosos en el que la identidad femenina, se debate entre dilemas poco usuales, más allá de su belleza, juventud o incluso, su rol cultural.

 


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