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Por Equipo Editorial

En días recientes, cuando apenas se cumple un mes de que Nicolás Maduro declaró el comienzo del año escolar 2023-2024 junto a su «ministra» y llegaron a las escuelas militares y policías con uniformes de guerra y hasta portando armas de fuego, las amenazas a los educadores se extinguieron ante una realidad social que no pudo ser mejor materializada que por sus propias protagonistas: una estudiante (1) y una docente (2).

La estudiante de un liceo estadal de Mérida y otros adolescentes decidieron alzar su voz no sólo por el abandonado estado de la infraestructura educativa, sino por el déficit de docentes en áreas sensibles como: matemática, física, química, ciencias de la tierra, biología, inglés, castellano y hasta educación física.

Un lamentable y degradado escenario de deficiencia pedagógica que se ha repetido año tras año sin que las autoridades de educación hayan dado respuesta; por el contrario, la situación se ha agravado, al punto de que las palabras de los estudiantes afectados muestran su total inconformidad con la situación que los obliga a «graduarse» con tantas debilidades en su formación, lo que consideran una enorme adversidad para iniciar estudios universitarios.

La realidad que nos mostraron los estudiantes en el liceo de Mérida es el espejo en el que se ve reflejada la mayoría de instituciones del Estado en todo el país, lo que al parecer al Ministerio de Educación poco o nada le importa. No hacen nada cuando hay niños y adolescentes que tienen que sentarse en el piso, que carecen de insumos pedagógicos y deportivos, cuando es pésimo el programa de «alimentación escolar» y, lo más grave, cuando no hay educadores que impartan las asignaturas correspondientes.

Sobre el video de la docente, la situación es parte de un plan orquestado por Nicolás Maduro y Yelitze Santaella para destruir la carrera educativa en todos los niveles: primaria, secundaria y universitaria, lo cual ha originado la deserción o el retiro forzado de las maestras y profesores que en el mejor de los casos tienen salarios de 10 dólares al mes. La profesora tiene que pedir «cola» al dueño o conductor de una unidad de transporte público para poder llegar al plantel, porque simplemente no tiene dinero para afrontar el gasto diario de traslado.

En tal contexto, la docente pide a los padres y representantes, que también viajan en esa unidad de transporte público, sensibilización ante la compleja situación que atraviesa para poder impartir clases, y confirmó que no puede trabajar de lunes a viernes porque no están dadas las condiciones laborales, pedagógicas ni económicas para que se genere una educación conforme a la preparación que requieren nuestros niños y adolescentes.

La crisis educativa si algo ha comprobado es el abandono del régimen, pues pareciera que ese es su objetivo fundamental, acabar con la formación de seres útiles a la patria, o lo que es lo mismo, ir a contracorriente del pensamiento de Bolívar, cuando señalaba que «un ser si estudios es un ser incompleto».

En síntesis, nada ha respondido Yelitze Santaella ante sendas denuncias y menos Nicolás Maduro, quienes ahora promocionan un referendo sobre el Esequibo cuyas preguntas – valga la acotación- revelan deficiencias lingüísticas e históricas, o sea, no haría falta nada más para comprobar que si algo ha hecho muy bien el régimen ha sido destruir la educación. Queda un enorme reto por delante para reconstruir a Venezuela.


(1) https://x.com/CarlosGarc1a/status/1721689926796771514?s=20

(2) https://x.com/vivassantanaj_/status/1722207197848088812?s=20


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