(O el triste caso de un país con muchos políticos sin principios y sin carácter)

Confieso que sin haber leído el artículo de Jesús Eduardo Troconis “El legado que defiende Acción Democrática”, no hubiese imaginado la diferencia catastrófica entre los constructores de las democracias más representativas de este continente. Es decir, entre la democracia estadounidense y esa democracia suramericana que en algún momento representó Venezuela.

Democracia. Concepto etimológico de las palabras griegas “Demos” y “Kratos”. Poder del pueblo, que devino en la formación de la República. Democracia es el más representativo de los sistemas políticos donde el gobierno se caracteriza por su alternatividad en función de las decisiones de la mayoría de los ciudadanos. También como el sistema que por excelencia los demás poderes del Estado, le brinda el contrapeso adecuado al gobierno. Contrapeso que garantiza  que los ciudadanos puedan disfrutar de todas las libertades civiles establecidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos desde cuando en 1945 se fundó la ONU.

La democracia es el menos malo de los sistemas políticos. El más vapuleado por quienes han pretendido eternizarse en el poder. La forma más odiada del ejercicio gubernamental por dictadores, truanes y empresarios codiciosos quienes – con su estupidez mental – solo acumulan riquezas sin saber para qué. Ignorantes sin el talento ni siquiera, para conocer la frase que heredamos de Alejandro Magno.

“Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen, ante la muerte, el poder de curar. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo”.

Rómulo Betancourt. Uno entre tantos otros que con fortaleza y valor, instauraron la democracia en Venezuela. Rafael Caldera, Jóvito Villalba, Miguel Otero Silva, Andrés Carnevalli, Antonio Pinto Salinas, Leonardo Ruiz Pineda, Andrés Eloy Blanco, Rómulo Gallegos, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto, Hugo Pérez La Salvia, Pedro Lara Peña y muchos más.

Baluartes civiles que demolieron cientos de años de militarismo y caudillismo criollo. Instaurando por primera vez en el país un gobierno de elección popular. Un país con deberes y derechos. Un país donde se integrarían por primera vez todos los colores y clases sociales con el solo norte de construir una gran nación. La nación que Bolívar imaginó en sus sueños donde los valores morales y ciudadanos estuviesen por encima de las apetencias personales.

La realidad del ideal democrático y libertario se hizo presente en el país. El partido del pueblo AD, conjuntamente con URD, Copei y el PCV, lograron fundar las bases donde se formaría la Venezuela civil y moderna. La era de 40 años de desarrollo continuo. Pero es más fácil la riqueza en un país sin controles. A políticos corruptos y a empresarios sin valores morales –así vistan con elegancia- les importa un carajo el sufrimiento y los pesares de su gente. También si la República se hunde en el fango de la ignorancia o en el estiércol de la ignominia.

A esta patria le faltó más gente noble, más gente buena. Más patriotas comprometidos con el futuro y transformar el más inocente de los países en una gran nación. Le faltaron más héroes con valentía y honor.

Los chiclanes de la generación de relevo en los liderazgos políticos son mimos maquillados sin color. Payasos sin creatividad ni talento. Son la sombra de quienes con gallardía lograron instalar la mejor forma de gobierno en ese país y en Suramérica.

Extraño a Gonzalo Barrios, a Siso Martínez, a Rafael Alfonzo Ravard. A Piñerúa y todos aquellos que nunca pretendieron riquezas o poder. Solo edificar una nación para todos. Extraño a la gente culta, decente, con principios y con patrones morales. Extraño a los políticos valientes, con ideales y con la convicción de luchar por el bienestar colectivo.

“Busco político serio –sin camioneta, sin dinero– pero con la frente el alto”.

@CarluchoOJEDA


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