Resulta inconcebible que tres diputados, todos pertenecientes al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se hayan convertido al mismo tiempo en tres individuos insensatos que lanzan todo su desprecio y rechazo contra los docentes del país.

En tal sentido, no hace falta que salgan todos los miembros de ese «poder» para fustigar a las maestras y profesores. Basta el silencio del resto de quienes apoyan al régimen de Nicolás Maduro, para que se multiplique la afasia de quienes dicen llamarse de «oposición», y por ende, comprender que todo ese parlamento es enemigo del gremio educativo.

Es decir, como ellos evidentemente no tienen las necesidades económicas y sociales de los casi 500.000 docentes que están adscritos al Estado, pues los mal llamados representantes del «pueblo» ni siquiera solicitan la ejecución de lo que está establecido en materia constitucional y jurídica, comenzando por equiparar el salario mínimo ante lo que establece el valor de la cesta básica, medida que también beneficiaría al resto de los trabajadores públicos y de empresas privadas, así como los jubilados y pensionados.

En este contexto, así como nada les importa el nivel de pobreza que constriñe a nuestros educadores y trabajadores de otras áreas, tampoco les puede interesar el estado de abandono en el cual se encuentran escuelas, liceos y universidades, y ni hablar del resto de la infraestructura pública.

Por ello, Venezuela no solo se encuentra hundida en una crisis política, económica y social. Está embasurada por una desgracia moral y ética. El PSUV y lo que aún algunos llaman «oposición», uno es peor que otro. En ellos, los espectáculos son de las más putrefactas condiciones. Vemos desde sempiternos candidatos hasta otros que hasta ayer se autodenominaban «patas en el suelo». Ahora resulta que no se bajan de sus caravanas de camionetas, de las que una sola rueda sería impensable comprar para el ciudadano común.

Sobre esta realidad, el gremio educativo, ese que diariamente tiene que viajar en un destartalado autobús o en la chatarra en que el madurismo convirtió el Metro de Caracas, o peor aún, recorrer más de dos cifras de kilómetros diarios para cumplir sus obligaciones pedagógicas, ahora es ignorado y vilipendiado por los principales voceros de quienes apoyan a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.

Es una vergüenza para el país que ese grupete de políticos ofenda con mentiras y calumnias a los docentes. Cada palabra que ellos emiten es deplorable, repudiable y condenable. Quienes amparados en sus posiciones de poder lo emplean para atropellar ante las  demandas de los educadores no son seres. Son hecatombes políticas que han llevado al país y su gente  a la más profunda sima de pobreza, mientras ellos todavía no encuentran la cima de sus ambiciones.

Esos tres individuos del PSUV que se jactan en ofender a los educadores, juntos representan la descomposición orgánica del resto de sus «colegas» y quienes de hacen los desentendidos ante el reclamo de un país, que desde sus educadores les está demostrando que son unos completos fracasados en la conducción de políticas públicas, al punto de que ni agua sale por las tuberías de los hogares.

Los docentes no se rendirán aunque esa paupérrima «asamblea» solo apruebe los «presupuestos» de quienes bailan sus espacios de pactos políticos. Es obvio que ellos, al no tener moral y ética para afrontar los problemas de una sociedad, los excrementos políticos, más temprano que tarde, los tendrán que sacudir con la ignominia en que han hundido una nación.

Los educadores continuaremos luchando. No habrá alimañas políticas ni tampoco plagas «revolucionarias» que nos hagan sucumbir ante el asalto que el madurismo pretende hacer contra la educación venezolana.

@vivassantanaj_


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