I

Alguien como el número dos del régimen que diga públicamente que confía en que las mujeres serán las que movilicen el voto el 6 de diciembre es como una contradicción.

Si un extraterrestre oye esa parte del inflamado discurso de este personaje en el estado Bolívar podría llegar a pensar que el número dos es un firme defensor del papel de la mujer en todos los estadios de la sociedad. Vuelvo a leer el párrafo y lo que me da es risa.

El número dos dijo lo que dijo porque sabe que es la mujer la que desde hace muchísimo tiempo se encarga de procurar la comida para los niños. Bien lo decía el padre Alejandro Moreno con toda la sabiduría acumulada de vivir décadas en los barrios más desprotegidos, nuestra sociedad es matriarcal por necesidad, porque generalmente la venezolana en esos estratos cría a sus hijos sola.

II

Mi abuela crió a mi padre sola y sola lo hizo médico de la Universidad Central de Venezuela con posgrado en Pediatría en Uruguay. Esa historia me la sé completica porque el doctor Matute trabajó desde los 9 años de edad vendiendo empanadas.

Era otra Venezuela, una que no estaba carcomida por el odio ni por el más cruel de los regímenes. Mi abuela pudo levantar a su hijo y lo hizo un hombre de bien. Nadie la obligaba a votar.

Pero el número dos sabe que eso ahora no es posible. Lo sabe porque ese ha sido un objetivo cumplido de esta revolución que comenzó con el comandante muerto: hacer a todos, a la mayoría, dependientes de las migajas que lanza el régimen.

Y entonces cabe la amenaza.

III

Pero las mujeres venezolanas no son pendejas. Saben que la comida que ofrece el número dos por un voto no le alcanzará ni para una semana. Tampoco es que el régimen tiene dinero como para repartir kilos de carne, leche o queso. De vaina les llegará el arroz picado con gusano, la harina de maíz que no sirve para arepa o el aceite de palma.

Ya las mamás de los barrios saben que con eso se llena la pancita de los niños, pero no los alimenta. Y también saben que el régimen se ha ocupado de destruir cualquier intento de organizaciones como Alimenta la Solidaridad que realmente las ayudaba.

Entonces ¿qué más les vas a quitar, número dos? Tienen demasiado tiempo pasando hambre y escuchando mentiras. No tienen fuerzas ni para levantarse con la ridícula diana. Así que tu amenaza poco vale, un kilo de arroz no compra un voto.

@anammatute


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