Emmanuel Macron tenía todas las intenciones de erigirse como el paladín de la reanudación de conversaciones entre el régimen y la oposición. Así que, aprovechando la celebración del Foro de París por la Paz, el presidente de Francia, junto con los mandatarios Gustavo Petro de Colombia, Alberto Fernández de Argentina y Andrés Manuel López Obrador de México, coordinaron una reunión a la que asistieron Jorge Rodríguez y Gerardo Blyde. Sin embargo, no hubo resultados.

Por más que lo intentó Macron, por más que expuso claramente las exigencias a la parte del régimen venezolano, no obtuvieron respuesta. No acordaron una fecha para retomar encuentros formales. Y de paso, Jorge Rodríguez sale con sus eufemismos favoritos: “Se ha avanzado en la posibilidad de lograr un acuerdo social” que se hará público muy pronto. ¿Qué significa eso? ¿Con qué se come eso? Y este fue el hombre que Maduro le vendió a Macron en Egipto como «la persona en quien más se puede confiar», palabras más, palabras menos.

Rodríguez insiste en que el diálogo con la oposición sigue dependiendo del levantamiento de las sanciones contra Nicolás Maduro. Es decir, nada nuevo bajo el sol. Esto quiere decir que no están dispuestos a retomar el diálogo bajo ninguna circunstancia. Y Petro está empeñado en dos caras de la moneda, amnistía para presos políticos venezolanos y desbloquear los fondos del gobierno.

El turno de Blyde fue bastante claro y sencillo: no se puede pactar amnistía para violadores de derechos humanos, que es lo que ha estado haciendo sistemáticamente el régimen de Maduro. De hecho, esta misma semana se remitieron a la Corte Penal Internacional 32 nuevos casos de presuntos crímenes de lesa humanidad que vienen a engrosar el ya voluminoso expediente que investiga la Fiscalía a cargo de Karim Khan.

Por esto resulta absurdo el hecho de que Petro, Fernández, López Obrador y Macron al final hagan una declaración conjunta en la que exigen elecciones libres bajo observación internacional y que de paso también expresen su apoyo a la reanudación del proceso de negociación en México auspiciado por Noruega. ¿Tiene algún sentido que ambos bandos sigan haciendo esfuerzos de un lado y del otro?

Las negociaciones están prácticamente muertas. El juego está trancado y con solo las buenas intenciones de varios mandatarios no va a cambiar la situación. Eso lo supimos los venezolanos desde que informaron que asistiría en representación del oficialismo «el hombre de confianza». ¿Será que el resto del mundo no se ha dado cuenta aún del cinismo de los líderes chavistas?


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